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Crítica / Marta Gardolinska se despide de la OBC - por Juan Carlos Moreno

Barcelona - 23/04/2024

El pasado 19 de abril, Marta Gardolinska cerró su etapa como principal directora invitada de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC), puesto que había iniciado en la temporada 2022/2023. Lo hizo con un programa que se abrió con el estreno nacional de Null, de Victoria Poleva (n. 1962), una compositora ucraniana que se engloba en esa corriente que ha dado en llamarse “minimalismo místico” y que tan amplio desarrollo ha conocido en el espacio postsoviético.

En este caso, sin embargo, la obra se aleja de toda simplicidad para presentar una importante carga dramática que expresa a la perfección la intención de Poleva de “crear música desde un lugar entre el ser y la nada, desde el punto primigenio del horror ontológico y la libertad fundamental; desde el vacío lleno de gérmenes de nuevos significados”. Aunque la partitura data de 2006, es imposible escucharla hoy sin tener presente la guerra que vive Ucrania. A partir de un gesto claro y seguro,

Gardolinska puso de relieve toda la crispación y violencia que late en esta obra, manteniendo la tensión incluso en esos momentos en los que la orquesta parece recogerse.

A continuación, pudo escucharse el Concierto para violín de Sibelius, con Nikita Boriso-Glebsky a cargo de la parte solista. Fue una lectura equilibrada y ortodoxa tanto en lo que se refiere a la batuta como al violinista, de ahí cierta sensación de distancia en el resultado. Nada que reprochar, pues, pero tampoco mucho que destacar, más allá del buen hacer de un Boriso-Glebsky que primó lo virtuosístico sobre lo expresivo. Eso sí, hay que reconocer que el solista se lució en la propina: el arreglo para violín solo que Heinrich Wilhelm Ernst hizo en 1854 del lied Erlkönig de Schubert, todo un desafío técnico para los intérpretes.

El concierto se cerró con las Variaciones sobre un tema original “Enigma” de Elgar. El oficio y la corrección se impusieron de nuevo, aunque sí hubo aquí algunos chispazos interesantes, como la exposición del tema y las variaciones tercera, exquisita en el trabajo de las maderas, quinta o décima, esta con un curioso aire tchaikovskiano. En cambio, en la más famosa de las variaciones, la novena (“Nimrod”), faltó pausa, naturalidad y grandeza en el desarrollo, mientras que las más rápidas pecaron de precipitadas, con una orquesta que sonó excesivamente seca y cortante. En general, Gardolinska no siempre consiguió dar la deseable continuidad a la obra.

Juan Carlos Moreno

 

Nikita Boriso-Glebsky.

Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya / Marta Gardolinska.

Obras de Poleva, Sibelius y Elgar.

L’Auditori, Barcelona.

 

Foto: Marta Gardolinska cerró su etapa como principal directora invitada de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya / © Bartek Barczyk

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