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Crítica / Manuel Martínez Burgos viste de largo su 'Liminalis' - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 30/03/2025

En el decimotercer concierto del abono OSCyL en su sede vallisoletana, ocupó su atril Jaime Martín, Director invitado por séptima vez en su trayectoria, tras haber obtenido el Premio Nacional de Música en 2022, ser Profesor en el Real Colegio de Música de Londres, Titular de la Sinfónica de Melbourne desde 2019 y Musical de la Orquesta de Cámara de Los Ángeles, sin abandonar su labor como concertista de Flauta, con la que logró justa fama internacional. Como solista invitado, regresó por segunda vez el pianista Piotr Anderszewski (Varsovia, 1969), Premio Szymanowski 1999 y Gilmore Artist Award 2002.

El programa, basado en el incipiente Romanticismo de Beethoven en su Concierto para piano y orquesta en Do M, op. 15/1 y en el ya consolidado de Brahms en su Sinfonía nº 2 en Re M., op. 73, tenía de entrada el aliciente de asistir a la primicia del encargo que la OSCyL hizo al compositor madrileño Manuel Martínez Burgos (1970), de orquestar su obra Liminalis, que sonó como estreno español en manos del Ensemble constituido por componentes de la Filarmónica de Viena y la propia OSCyL, partitura de cámara que figuró en su Ciclo correspondiente de Febrero de 2023, del que ya se hizo eco RITMO.es en esa fecha.

Sorprendentemente, como interpretación conjunta y acertada, fue lo que más nos satisfizo de la jornada, seguida por otra excelente entrada en la Sala sinfónica. Y es que la obra de Martínez Burgos rematada en 2024, no se aparte un ápice de la idea filosófica de inicio, partiendo del concepto latino "limes", límite, frontera, situarse en el umbral de; funciona como música flotante, que explora el umbral de ambigüedad y desorientación alcanzado, tras tratar con brevedad diferentes melodías que se van deshaciendo en sí mismas; la orquestación elegida para orquesta sinfónica, puede decirse que es "coral", nadie predomina sobre nadie, todos tienen su momento y todos juntos juegan ese fluir y diluirse de las diferentes ideas, siempre bien sonantes aún con sabor contemporáneo original. El compositor, Catedrático en el Superior de Oviedo, 20 Premios en variados Concursos de Composición, estuvo presente en la Sala y pudo recibir desde su escenario, la excelente acogida que su trabajo tuvo, servida por un Maestro que estuvo atento a los detalles con mimo y unos músicos leales a lo escrito y pedido.

Jaime Martín, innegable temperamento y sensibilidad musical reconocidos, ha ido progresando en su carrera directorial como aquí hemos ido comprobando en su larga colaboración con la OSCyL. Pero parece que su discurso musical bien planteado, no llega claro a los músicos por su gesto, a veces brusco y cortante que crispa y endurece, lógicamente, el sonido obtenido y hace excesivas las dinámicas forte. A pesar de llevar "a la mano" el Primero" de Beethoven, (1798-1800, revisado para el solista en 1801 y del que había autógrafos originales ya en 1794-95), desde su inicio, cuando los modos de Haydn y Mozart aún perduran y la personalidad del de Bonn aún no se impone, el carácter fue más intenso que el que propuso el solista en su entrada, mucho más tranquila.

Anderszewski pareció no estar cómodo y su sonido en este movimiento inicial fue un punto plano, hasta su cadenza. Los músicos, él incluido, hicieron todo cuanto el atril Director marcaba por lo que sí hubo justeza, pero a costa de la propia música. Por contra, el Largo lo fue, incluso mucho, pero su lírica, profundidad y menor carga orquestal, superaron todos los inconvenientes, con el solista yendo a más y permitiendo el lucimiento previsto de los clarinetes, que han de cantar tanto como los violines. Y aún mejor todo al atacar el Rondó, ligero y juguetón con sus 7 secciones de simetría axial central en la  pequeña danza campestre, antecedida y seguida por el piano con bromista tema principal muy bien ejecutado y dos temas subordinados de cambiante tonalidad, dos breves y brillantes cadenzas y espiritoso final. Ovación general y particular para Anderszwski que, con aparentes ganas de expresarse a gusto en solitario, regaló una gran sarabande de J. S. Bach, que provocó la más calurosa acogida de la sesión, por limpieza, expresividad y estilo, esperables en alguien de su nivel.

Con Brahms y su 2ª Sinfonía (1877) hecha de memoria y con batuta, vimos cómo Jaime Martín domina la materialidad de la partitura, su entrega animosa y total y su control para concertar todo sin mácula; pero faltó expresividad, percibir claros los temas que pasan de familia en familia, gracia en el Allegretto y sobraron excesos de volumen y rigideces no deseadas por autor tan minucioso en el detalle. De nuevo la OSCyL fue fiel a lo marcado, con momentos muy buenos como el pastoril tema inicial del oboe en el citado Allegretto, cellos y bajos en las tres notas Re-Do #-Re con que arranca y germina la Sinfonía, violas y clarinetes en el 2º tema del movimiento inicial como viento madera y trompas en el 1º, cellos y fagotes en la hermosa melodía del Adagio y los solistas en general; pero hemos vivido momentos tan excepcionales en estos dos últimos meses, que la diferencia se acusó. En todo caso, el nivel fue suficiente para que el público despidiese a todos con repetidos aplausos.

José M. Morate Moyano

 

Piotr Anderszewski, piano

Sinfónica de Castilla Y León (OSCyL) / Jaime Martín

Obras de M. Martínez Burgos, L. v. Beethoven y J. Brahms

Sala sinfónica "J. López Cobos" en el CCMD de Valladolid                          

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