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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Mahler renovado y reencontrado / (Ibermúsica - LPO)

Madrid - 28/11/2019

Concierto revelación el que comentamos dentro del ciclo de Ibermúsica con dos obras solamente en programa, dos obras claramente contrastantes en intenciones y técnica compositiva. Benjamin Britten, que afortunadamente está siendo cada vez más interpretado, es todavía un desconocido para el aficionado musical, si exceptuamos un par de sus obras. Como afirma sabiamente Pedro González Mira en las notas al programa, con la intención de despertar el interés por su música, su música es “una música tan apabullantemente buena, variada, sugerente y llena de ideas sonoras y fórmulas discursivas de admirable unicidad”. Y para testigo de esta afirmación, qué mejor que su Concierto para violín nº1, clásico y moderno al mismo tiempo, y que poco a poco va acercándose al grupo de los grandes conciertos para violín. ¿Quién es capaz de atreverse a empezar una obra con redoble de caja y solo de timbal, con una célula rítmica que invadirá toda la obra? ¿O acabar el primer movimiento con cinco compases del solista tocando armónicos de larga duración? ¿O incluir una passacaglia como tercer movimiento? Sin descontar que la escritura para el violín es tersa y virtuosa, siempre audible porque la orquesta rara vez abandona los terrenos de la música camerística.

La interpretación de la noruega Vilde Frag, con un violín Jean-Baptiste Vuillaume de 1866, fue excepcional por la variedad de colores que sabe obtener de su instrumento. No es de sorprender su ascendente carrera de estas últimas temporadas. Y, aunque no es una música nada fácil por sus constantes cambios de compás y la novedosa orquestación, el resultado final lleno de fluidez y lógica musical, hizo que tuviera que salir a saludar cuatro veces. Vladimir Juroswki estuvo atento a todos los detalles para que resaltara el solista y nos hizo vislumbrar la perfección de la orquesta.

Pero sería en la segunda parte con la archiconocida 5ª Sinfonía de Mahler cuando advirtiéramos la enorme calidad atesorada por director y orquesta. Ahora que todos somos mahlerianos, ya conocemos que su música tiene muchas capas y de ahí que cada nueva escucha nos permita descubrir algún detalle melódico o frase que se nos había escapado. La explicación es sencilla: en todo momento en Mahler se superponen tres eventos o sucesos musicales, es decir, no es la música de textura de melodía acompañada -canto y acompañamiento-, ni el siguiente paso de complejidad polifónica -canto y contracanto-, sino que va más allá hasta las tres melodías o células melódicas superpuestas, lo que es todo un reto a la escucha. Y aquí sucedió la gran revelación de la velada: la sinfonía duró unos cinco minutos más que la media porque Jurowski quitó un punto de velocidad a los movimientos de tempo rápido, de manera que inmediatamente florecieron todos esos movimientos melódicos ocultos que el gran virtuosismo actual de orquestas y directores no dejan salir. La sensación de que la música respiraba y de que debe ser así como hay que interpretar esta música se hizo patente.

A todo esto añadamos que los solistas son de primera categoría, empezando por el trompeta que se lleva la parte del león, y los metales en general, sonoros, empastados, presentes pero sin avasallar. También habría que destacar a los violines primeros, de una belleza tímbrica y unas dinámicas inigualables. La dirección de Juroswki, con un gesto pequeño y escueto, permitió ayudar a cada sección y solista en los momentos justos y necesarios. Que tuviera además el buen gusto de interpretar el famosísimo y maltratado Adagio, el cuarto movimiento, sin azúcares añadidos, nos hizo comprender que estamos ante un formidable director mahleriano con una personalidad propia. Por supuesto, muchos aplausos y no hubo lugar a propinas.

Jerónimo Marín

Vilde Frang, violín. London Philharmonic Orchestra/ Vladimir Jurowski.
Concierto para violín y orquesta Op. 15, de B. Britten. Sinfonía nº 5 en Do sostenido menor, de G. Mahler.
Ibermúsica. Auditorio Nacional de Música, Madrid. 27-11-19.

Foto © Drew Kelley

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