Tres circunstancias coincidentes en este concierto han determinado que haya sido uno de los acontecimientos más relevantes en la presente temporada del Auditorio de Alicante (ADDA), que es como decir, por el contenido de sus espectáculos y diversificada actividad, uno de los centros musicales más relevantes de nuestro país. La primera ha sido el estreno absoluto de la obra para orquesta sinfónica titulada Universo, del compositor de la tierra David Mora Manresa (Callosa de Segura, 1973), encargo del director artístico y musical de ADDA-Simfònica, Josep Vicent, como creación representativa de la temporada pasada que llevaba como referente tal nombre.
La segunda era la presentación de una obra muy singular del gran trombonista y compositor sueco Christian Lindberg titulada Un sueño morisco, para trompeta, trombón y orquesta con la participación de Pacho Flores y Ximo Vicedo, los solistas que lo estrenaron en Madrid al inicio de la primavera de 2019 con la Orquesta de la RTVE bajo la dirección del autor y, por último, la presentación por vez primera del maestro holandés Jurjen Hempel al frente de la cada vez más espectacular orquesta ADDA Simfònica, que había cosechado en la misma semana, bajo la dirección de su titular, un gran éxito en la visita realizada al Palacio de Festivales de Santander.
Con manifiesta inspiración en una supuesta imaginación de la sonante serenidad del espacio sideral, Universo está sustentada en pequeños grupos instrumentales de la orquesta a modo de células sonoras dispuestas en el escenario de manera que, en su aparente aislamiento, se van integrando en la sonoridad total del conjunto orquestal, dando la sensación de una estratificación e interacción expresiva que imprime carácter a la obra. David Mora ha conseguido que su figurada estructura polimorfa se manifieste cohesionada constantemente en sus quince minutos de duración, aderezada sólo por la aparición de distintos niveles dinámicos y por diferentes cromatismos, acentos y articulaciones que sirven para entrelazar el tejido sonoro de su discurso, lo que depara en todo momento una sensación de etérea fascinación para el oyente. Este resultado se debía en una gran medida al trabajo de montaje del maestro Jurjen Hempel junto al compromiso de la orquesta que, en sólo dos sesiones de preparación, han podido descubrir los secretos de esta composición con un resultado digno de la mayor admiración.
Sobre la obra concertante de Lindberg, Un sueño morisco, hay que decir que seguramente va a adquirir con el paso del tiempo una proyección absolutamente referencial para los instrumentistas de viento-metal, teniendo en cuenta la excelencia de su musicalidad y el elevadísimo nivel técnico que exige su ejecución, que se desarrolla en sus episodios sin solución de continuidad. Admirar juntos a Pacho Flores y a Ximo Vicedo, dedicatarios de esta obra, es todo un lujo para el aficionado a sus instrumentos por el elevadísimo virtuosismo del que hacen gala en perfecta conjunción. Las travesuras musicales de Lindberg, reflejando cierto exotismo hispano después de un viaje por Andalucía, adquieren máxima expresividad desde su calidad como máximo exponente del trombón, teniendo natural proyección y destino técnico en estos dos intérpretes que, como ha ocurrido en algunas composiciones del pasado, -pensemos en la intervención del mítico violinista Joseph Joachim en la composición del Concierto, Op. 77 de Johannes Brahms-, hicieron sugerencias al maestro sueco en el periodo de composición de esta obra. Hempel, consciente de la cuasi-autoría de los solistas hizo todo un ejercicio de ese dicho francés laissez faire, laissez passer pendiente en todo momento de controlar la locura expresiva que significa este concierto en manos de dos auténticos prestidigitadores de la trompeta y el trombón. La sensación que dejaba su escucha supera cualquier grado de calificación, dada la riqueza de información que contiene y cómo es proyectada por estos intérpretes verdaderamente portentosos. El éxito alcanzado en esta interpretación quedará como un acontecimiento en la historia del auditorio alicantino.
Seguro de sus cualidades y confiado plenamente en la respuesta orquestal, el maestro Jurjen Hempel cerró su actuación con una magistral dirección de la Sinfonía en Do de Robert Schumann. Desde la enunciación del primer movimiento y consecuente desarrollo hasta la vitalidad rítmica que imprimió al Allegro final, pasando por la elocuencia contenida con la que condujo los dos tríos del Scherzo y la acusada orientación romántica con la que expresó el tercer movimiento, seguramente un hito melódico en la creación del compositor sajón, Hempel acertó plenamente demostrando ser perfecto conocedor de su oficio que, en cada compás convertía en verdadero arte, deseable transformación que sólo se da en pocos directores. Cada uno de sus gestos tenía sentido y adecuada respuesta por parte de la orquesta, lo que generaba un estado de permanente gozo en todos los presentes, que tuvo su confirmación en la cerrada ovación del público, que establecía así la importancia de este concierto de ADDA-Simfònica imposible de olvidar.
José Antonio Cantón
Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA).
ADDA Simfònica.
Solistas: Pacho Flores (trompeta) y Ximo Vicedo (trombón).
Director: Jurjen Hempel.
Obras de Christian Lindberg, David Mora y Robert Schumann.
Foto © ADDA