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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Maestros y jóvenes tocan juntos (el cielo) en Santander - por Darío Fernández Ruiz

Santander - 18/07/2024

El Encuentro de Música y Academia de Santander, organizado por la Fundación Albéniz año tras año desde 2001, se ha convertido en una cita ineludible para los amantes de la música clásica.  En él se celebra la colaboración entre maestros consagrados y jóvenes promesas de la música y se nos brinda la oportunidad de disfrutar de interpretaciones siempre interesantes de obras no muy frecuentadas.

La nómina de maestros y la evolución de quienes acudieron en su día a empaparse de su saber es asombrosa, aunque lo que no deja de sorprender, más allá de quienes lo protagonicen, es la atmósfera de camaradería y aprendizaje mutuo, un rasgo característico e indisociable del Encuentro desde sus inicios.

El concierto que se comenta no fue la excepción. El programa de la noche comenzó con el Trío en sol mayor WoO 37 de Beethoven, interpretado por Patrick Gallois (flauta), Mariana Souto (fagot) y Henry Lewis (piano). Desde los primeros compases, esa conexión entre los intérpretes fue más que evidente. Gallois, con su experiencia y dominio catedrático de la flauta, lideró a Souto y Lewis en una partitura juvenil, brillante, cuyo último movimiento proporciona numerosas posibilidades de lucimiento para los tres músicos. Así lo apunta Eva Sandoval en una notas al programa primorosamente editadas, costumbre del Encuentro e ingrediente importante en el disfrute de lo que se escucha. Quede aquí destacado que la interacción entre los músicos logró resaltar los contrastes dinámicos y las texturas armónicas del Trío.

La segunda pieza del programa fue el breve Langsamer Satz de Anton Webern, otra obra juvenil cargada de lirismo y sutileza. Mihaela Martin (violín), Clara Messina (violín), Michaela Jones (viola) y Albert Kuchinski (violonchelo) se unieron para equilibrar su delicado tejido sonoro. Cada frase, cada pausa, se sentía medida y significativa y subrayaba la profunda emotividad de una obra que debería escucharse más a menudo.

Un curioso arreglo de Las Travesuras de Till Eulenspiegel de Richard Strauss puso fin a la primera parte. En las manos de Anna Lee (violín), Ioana Tomescu (clarinete), Ángela Martínez (fagot), Szablocs Zempleni (trompa) y Milan Thüer (contrabajo), la pieza rebosó vivacidad, vibración, energía, capturando a la perfección el espíritu travieso y burlón de Till Eulenspiegel en una exhibición de fluidez y dinamismo y dejando al oyente alegre y satisfecho.

Tras una pequeña pausa, la velada se reanudó con el Concierto para cinco flautas en mi menor op. 15, nº 6 de Joseph Bodin de Boismortier, interpretado de nuevo por Patrick Gallois, Samuel Frith, Judy Lee, Cliodhna Scott y Tommaso Gaeta. Este inusual y encantador concierto para flautas, de aroma indiscutiblemente francés, demostró no solo la maestría técnica de los intérpretes sino también su capacidad para fusionar sus sonidos en una armonía perfecta. El diálogo entre las flautas fue fluido y natural, resaltando la riqueza melódica y el carácter barroco de la obra en una experiencia sonora única, llena de delicadeza y complejidad.

La culminación del concierto llegó con el Cuarteto con piano nº 3 en do menor op. 60 de Johannes Brahms, a nuestro entender la obra más completa del programa. Krystof Kohout (violín), Kevin Saw (viola), Frans Helmerson (violonchelo) y Salome Jordania (piano) unieron fuerzas para interpretar la monumental partitura brahmsiana con una profundidad y emotividad impresionantes. Percibimos la intensidad trágica del cuarteto desde los primeros acordes; Kohout y Saw demostraron una compenetración exquisita en sus diálogos melódicos, mientras que Helmerson, grandísimo maestro, aportó una base sólida de rica y sedosa sonoridad y Jordania mostró un virtuosismo y una sensibilidad extraordinarios, dando al piano un protagonismo inesperado.

La interpretación del cuarteto de Brahms fue, en suma, un viaje emocional que pasó por momentos de introspección profunda, pasajes de agitación y secciones de una belleza serena. La habilidad del grupo para navegar por la complejidad armónica y rítmica de la obra, manteniendo siempre un equilibrio perfecto entre los instrumentos, fue verdaderamente admirable. La energía y la pasión que los músicos vertieron en su interpretación resonaron profundamente con el público, culminando en un final arrollador largamente aplaudido.

Veintitrés años después de su fundación, el Encuentro de Música y Academia sigue siendo una fuente de experiencias musicales excepcionales. Que siga así por mucho tiempo.

Darío Fernández Ruiz

 

XXIII Encuentro de Música y Academia de Santander.

Patrick Gallois (flauta), Frans Helmerson (violonchelo), Mihaela Martin (violín), Szablocs Zempleni (trompa) y otros.

Obras de Beethoven, Webern, Strauss, Boismortier y Brahms.

Sala Argenta del Palacio de Festivales, Santander

 

Foto © Elena Torcida

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