Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - LXII Cursos Universitarios e Internacionales de Música en Compostela

Santiago de Compostela - 20/08/2019

Marc Coppey y Ángel Huidobro, camerismo hispano

El Falla de la Suite popular española con la Seguidilla murciana ausente, pero en una transcripción debida a Maurice Maréchal, a la medida de este chelista, portentosamente impregnado de los estilismos hispanos por su profundo conocimiento de las escuelas de Cassadó y Pau Casals. Comienzo a la medida del programa defendido en su planteamiento de común criterio por los dos músicos, con la garantía de un repertorista de muy amplísimo espectro, dejando las pinceladas de carácter en El paño moruno y en El polo. 

Para el chelista, el Gaspar Cassadó de la Suite para chelo solo, en sus  tiempos: Preludio-fantasía, Sardana y Danza final, un referente del curso que nos concita. Podría pasar como la prueba de la asimilación de una obra que, sin remilgos, ahonda hasta la fibra más sensible de una tradición quintaesenciada, que el intérprete transmitió dentro de los exigibles modismos destilados por el compositor. Requiebros, queda al final como un caso aparte, por la gran aceptación conseguida entre los más dotados chelistas. Una curiosidad fue el intento no resuelto, de añadir una quinta cuerda al instrumento, en connivencia con el luthier Ignacio Fleta. La lectura trataba de congraciar hasta el último desvanecimiento en un suspiro, con todo posible aficionado habituado a tenerla como telón de fondo de la imperturbable memoria.  

Granados, con tres páginas: dos de las Danzas españolas. Músicos de su entorno recibieron copias de ellas, desde Saint Saëns, a J.Massenet, Edward Grieg y Bériot.  La Oriental, ejemplo de exotismo y que en esta pieza, llega a recordar el lied Gretchen am Spinnrade, de F.Schubert,  siendo en lo melódico una de las piezas más fascinantes. Se observa una vaga imitación de modismos orientales por los melismas floridos, los arabescos, aunque sabiendo marcar distancias de los topicismos al uso.  La Andaluza, marca el punto álgido y hace una clara referencia a los folklorismos del Sur. Finalmente y por transcripciones frecuentes, suele escuchársela en el tratamiento para guitarra, en lo que tendría bastante que decir su amigo Miquel Llovet, quien no disimulo sus simpatías sinceras, transcribiendo otras piezas suyas, entre las de Granados o Albéniz.   Otro es el Granados de Goyescas, en uno de los intemedios, que para nada desmerecieron en esta adaptación.

Joaquim Nin Castellanos, con cuatro de los 20 cantos populares españoles: Montañesa, Tonada murciana, Saeta y Granadina, un compositor que pasó por la Schola Cantorum parisina y que sabría destacar por sus estudios e investigaciones sobre la tradición folklórica, como observamos en las piezas elegidas. Resulta un firme continuador de la escuela de sus maestros Manuel de Falla y E. Granados o Pedrell por la idea de los planteamientos estéticos. Asimilables en su concepto, encontraron el momento idóneo.  Cristóbal Halffter con una pieza poco común, las Variationen über das Thomas Sacher, perteneciente a un compromiso compartido con otros compañeros, como Dutilleux-  3 Strophes sur le nom de Sacher-; Pierre Boulez-Mesagesquisse pour Sept chelos-o W. Lutoslawski- Sacher variationen -; obras de profundo sentido reivindicativo, esa pieza resultaba una reafirmación de intenciones. El muy popular Tango de Albéniz, de la suite España Op. 165, quedaba a las puertas de las incandescencias de la Danza del fuego de Falla, para culminar este fresco caleidoscópico.  

Ashan Pillai y J. Carlos Cornelles:
Las interioridades de los secretos de la Real Capilla

Ente las obras en programa, destacaba la infrecuente Sonata en Re, de Manuel Sancho, que ejerció de viola y compositor, del que se acepta que posiblemente fue viola de la Real Capilla. La única obra que conservamos de su firma, es esta pieza, con acompañamiento de piano, que está en el archivo de la Real Capilla del Palacio Real de Madrid, fruto del trabajo de investigación musicológica realizado por J. García Marcellán.  Obras como esta sonata, abundan de manera dispersa, recuperándose para conciertos de estas características, siempre gracias a la voluntad de intérpretes con ánimo de descubrir rarezas. Una obra estimada por los dos, por su romanticismo adornado y ligero.   Roberto Gerhard, eximio en el exilio,  músico que comienza a ser apreciado en su justa medida y que para esta ocasión, tuvimos la Sonata para viola y piano, de 1950, revisada posteriormente para chelo y piano seis años después. El compositor mantendrá la identidad sonora que ha ido configurando a lo largo de los años previos, explotando más intensamente la técnica dodecafónica, que convive con el manejo de temas de carácter folklórico o popular español y catalán. La Sonata para viola y piano, será ampliada posteriormente, sustituyendo la viola por el chelo. En ambas versiones de la obra, los tres movimientos, combinan sus nuevos principios seriales, con melodías de sonoridad española y en el tercero, destaca el ritmo de danza. Quizás la obra más apreciable de la sesión concertística.

Juan Oliver Astorga, con la Sonata nº 2, en Sol M., quien ocupó la plaza de violín primero en la Capilla Real, desde 1776. Se distanciará de los músicos del momento por la concisión de las ideas, que resultan definitivamente preclásicas. Sabrá huir con conocimiento de causa, de cualquier retorica excesiva y de las divagaciones ambiguas. En resumen, sin alcanzar la genialidad, el conjunto de su obra es ordenado y lógico, vistosa por su nobleza y elegancia. En principio, hay un aspecto que llama la atención, la costumbre de no cifrar el bajo en las sonatas de violín, tema que no aparece en las sonatas en trío para flauta o violines.

Manuel de Falla siempre a la altura por la Suite popular española, en una conveniente adaptación, desde El paño moruno a la Asturiana, la Jota, la Nana o El polo- faltaba la Seguidilla murciana- del total.  Las Siete canciones populares españolas, no han dejado de suscitar los intereses más encontrados, así que esta transcripción, de P. Kochanski, no dejaba de resultar tentadora. Recordemos la de Ernesto Halffter, para voz y orquesta o la de Luciano Berio, estrenada en marzo de 1978, en el John´s Smith Square, de Londres. En el tratamiento ofrecido, ambos intérpretes, cuidaron las cualidades de un delicado melodismo, matizado por el realce logrado en los recónditos y casi intangibles detalles del sentido medido de los motivos melismáticos, que en buena medida redundan positivamente en la comparativa por la acostumbrada interpretación con voz femenina.  

Andrés Gaos y Bal y Gay, en preferencia

Rodolfo Halffter dispuso de un plantilla verdaderamente de cámara para la Obertura festiva op. 21, cuya diafanidad sería ya uno de sus principales atractivos. Su corta duración, se halla comprendida en un único e inalterable tiempo Allegro. La claridad es la cualidad sobresaliente. Claridad de propósito y de realización. Claridad en el juego de los motivos y en su disposición orquestal. Tal vez se realizan en la textura armónica pasajes politonales, siempre recogidos en una unidad lógica por la hábil disposición tanto de la armonía como de los timbres. La forma es particularmente interesante, con lo que podrá decirse que son varias codas sucesivas en las que los motivos aparecen bajo nuevos aspectos que renuevan el interés. Primera obra en la cuerda de un neoclasicismo que mantendrá el itinerario. 

La Suite a la antigua se encuentra entre las mejores obras de Gaos, en algunos momentos puede recordar a la magnífica Suite en los tiempos de Holberg, de su admirado Grieg. Las dos primeras páginas son breves, concentradas, intensas; la tercera  es la más larga y menos unitaria en cuanto a estilo, pero tiene momentos de gran belleza. La hermosa Sarabanda es una breve y profunda página. En la Fughetta, comienza el tema fugado de los violonchelos. Por alguna razón, esta pieza recuerda mucho a la Impresión nocturna (otra página para cuerdas solas y de estilo severo), del propio compositor. Hay incluso pasajes parecidos. Sin embargo, las obras se hallan muy alejadas en el tiempo. La Suite a la antigua, supone un intento de reproducir una suite barroca, pero con el tipo de orquestación fiel al ideal postromántico: espacios llenos; divisi abundantes, cromatismo, etc…En todo caso, todo ello más rebajado en especias, que en la Impresión Nocturna, con un cromatismo más melódico en este caso.  

Jesús Bal y Gay y la Serenata para cuerda, que para el autor, responde a los principios estéticos profesados, en primer lugar el  respeto a la tonalidad, principio de unidad y variedad en toda la composición; la construcción está basada en esquemas formales que garantizan la  solidez y al mismo tiempo, la  flexibilidad de la obra: la concisión que evite superficialidades y necesariamente, el propósito de crear música que, sin traicionar mi más íntimo sentir, llega a la inteligencia y a la sensibilidad. Concebida para orquesta de cuerda, resulta un reto en cuanto a sacar la mayor variedad posible del color instrumental dentro de un medio sonoro homogéneo. Pauta de neoclasicismos que orquesta y director abordaron con seguro relajamiento.

De los neoclasicismos, al clasicismo  de J. Crisóstomo Arriaga, obra de frecuente programación, la Sinfonía en Re M. Cuatro movimientos en el sentido clásico, desde el Adagio, en el que cuerdas y viento partían de un diálogo con planteamientos claramente inquietantes que se reafirman en una strette italianizante, propia de las influencias de la época. En el Andante, trataron de forma clara ese intercambio de pareceres entre las cuerdas y las maderas a solo. Se reconocen por su presencia dos temas, con un lirismo manifiesto en el segundo. El Minuetto, distanciado de la previsible forma tradicional,  vagamente se acercó a lo que vendrá de inmediato con el  Allegro molto, que no desmereció del patrón de los grandes clásicos.

Ramón García Balado

LXII Cursos Universitarios e Internacionales de Música en Compostela
Ashan
Pillai, viola, y J. Carlos Cornelles, piano,
Obras de Juan Oliver y Astorga, Manuel Sancho, Roberto Gerhard y Manuel de Falla
Capilla del Hostal de los RR.CC., Santiago de Compostela
Marc Coppey (chelo), Ángel Huidobro (piano).

Obras de M. de Falla, G. Cassadó, J. Nin, E. Granados, C. Halffter e I. Albéniz
Capilla del Hostal de los RR.CC., Santiago de Compostela
Real Filharmonía de Galicia /  Maximino Zumalave.

Obras de R. Halffter, A. Gaos, J. Bal y Gay y J.C. Arriaga
Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

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Foto: El violista Ashan Pillai / © Txema Salvans

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