Dentro del elevado nivel artístico de la programación general del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) que está teniendo en la presente temporada hay que destacar el concierto que han protagonizado dos músicos de raza como son el violonchelista Adolfo Gutiérrez y el pianista Josu De Solaun, tocando el programa que contiene una reciente grabación que han realizado para el sello discográfico norteamericano Odradek que será publicado a finales del mes de mayo próximo y que lleva por título Loss & Love (Pérdida y Amor), motivado emocionalmente por los sentimientos que ambos intérpretes han tenido por la muerte de sus padres y a cuya memoria está dedicado. Esta experiencia llevaba a ambos a un grado de entrega que sobrepasaba cualquier grado de compromiso artístico, hecho que se hizo vibrante desde que sonaron los primeros acordes de las Fantasiestücke, Op. 73 de Robert Schumann, que abrían el concierto.
Escritas originalmente para clarinete, adquieren un color menos brillante en la versión con violonchelo, pequeño hándicap que Adolfo Gutiérrez superó desde su expresividad que supo fundir con la polifonía que surgía del teclado que activaba Josu De Solaun alcanzando un perfecto encaje mutuo, que tuvo especial significación en el modo de entender el carácter elegíaco de la primera pieza que transmitieron acentuando su aire Delicado y expresivo (Zart und mit Ausdruck) que le da título. En el scherzo siguiente se animó el diálogo propiciado también por el cambio tonal, apreciándose alternativa fluidez en su arpegiado episodio central. En el último, Rasch und mit Feuer (Con fogosa rapidez), destacó la tendencia imitativa desarrollada por el violonchelo buscando la expresividad tímbrica del clarinete.
Previstos en primer lugar para iniciar el concierto, interpretaron en segundo el Adagio y Allegro, Op. 70 también de Schumann. La soberbia impronta de esta obra quedaba de manifiesto desde sus primeros compases con la intensidad dinámica que se desprendía del instrumento de cuerda en su afán de llegar a la amplitud sonora de la trompa, para la que está originalmente escrita. Una manifiesta pasión compartida dotaba de carácter nocturnal a la vez que meditativo a su parte inicial generándose una atmósfera del más puro sentir romántico, que demostraba la empatía de ambos intérpretes. El arrebato schumanniano surgió en el Allegro con tan apasionada frescura que hacía olvidar el menor atisbo de tristeza, como si quisieran los intérpretes recordar la felicidad recibida de sus recientemente desaparecidos seres queridos.
El concierto subía en enteros con la interpretación de Cinco piezas en estilo popular (Fünf Stücke im Volkston) Op. 102 del mismo compositor, escrita propiamente para violonchelo y piano a diferencia de las anteriores, que no llegó a estrenarse públicamente hasta después de la muerte de músico, pero sí la escuchó el día de su cumpleaños del año 1850 a su esposa Clara en audición privada. Lo determinante de la interpretación fue ese aire popular estilizado que este dúo dio a cada una de las piezas dado su marcado origen folclórico, que se presenta en toda su notoriedad en la humorística ‘Vanitas vanitatum’ que inicia la colección. Destacaron en ella el desatado trío y su final de exigente matización.
El subsiguiente tiempo lento llamó la atención por su poético carácter añorante que volvía a hacer presente la intención de este programa. El aire recitado del violonchelo estuvo siempre bien tratado en el tercer movimiento desde un muy alto entendimiento mutuo que llevaba a que se pudiera visualizar un perfecto encaje entre los instrumentos como si de dos actores se tratara en una dramática interacción magistral, que me hizo recordar la filmada por Joseph L. Mankiewicz en su película Sleuth (La huella en libre traducción al castellano) entre Laurence Olivier y Michael Caine, llegando a esa grado de perfección en el que cada intérprete sabía definir plenamente su propia acción y el valor de la función del otro como elemento necesario integrante de la pureza interpretativa pretendida. Difícilmente se puede experimentar como espectador y oyente tan alto nivel de conjunción musical. Después de la distensión que significa en su aire inicial de marcha el penúltimo episodio, Nicht zu rasch (No demasiado rápido) se adentraron en el último movimiento con distendida factura, destacando el violonchelo en su entrecortado canto y el piano en su contrastante acompañamiento. La reacción de entusiasmo del público fue unánime.
Quedaba por escuchar la famosa Sonata “Arpeggione” D 821 de Franz Schubert que terminaría desatando al auditorio en una verdadera ovación. En el primer tiempo, Allegro moderato, fueron descubriendo sus temas con soltura controlada dando la sensación de graciosa espontaneidad, apreciándose una apropiación del discurso por parte del violonchelista que sería más acusada en el Adagio central, que cantó con verdadero sentido liederístico hasta enlazar, a modo de pequeña coda, con el Allegretto final que tocaron con especial naturalidad antes de exponer el segundo en el que lograron realzar su origen popular que vendría a justificar el elegante y gracioso canto de los subsiguientes motivos antes de la conclusión de esta especie de vitalista rondó.
Terminaba así una velada de música de cámara que, dada su excelencia, se sitúa entre uno de los momentos cumbre de la presente temporada del ADDA, generando gran expectación ante la próxima aparición de su registro fonográfico anteriormente mencionado, llamado a situarse como referencia entre las más destacadas grabaciones existentes de este repertorio tratado, como los propios intérpretes valoran; “con sensibilidad, pasión, inocencia y fervor; de manera elocuente y exquisita".
José Antonio Cantón
Adolfo Gutiérrez Arenas (violonchelo) y Josu de Solaun (piano)
Obras de Franz Schubert y Robert Schumann
Sala de Cámara de Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) / 20-IV-2022