La conmemoración del 150 aniversario del nacimiento de Gustav Holst dio pie a la interpretación de su pieza más emblemática, la suite Los planetas, dentro de la temporada de abono de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria de la mano de su director artístico y titular Karel Mark Chichon.
La que es sin duda la obra más conocida e interpretada de su autor, pieza de toque para toda gran orquesta y batuta que se precie, se articula como una suite en siete movimientos, independientes entre sí, cada uno referido a un planeta, que requiere de una gigantesca orquesta con la cuerda completa, maderas a 4, dos arpas y celesta, y una amplia sección de metales y percusión que incluye dos tubas, además de un órgano.
La obra es un compendio de orquestación y sentido del color, que recoge lo más avanzado en la materia de la época, se estrenó en 1918, con una importante influencia de la música francesa: Debussy, Dukas. El director que se enfrente a esta obra debe ser muy diestro tanto en el manejo de los ritmos como poseer un sentido muy acusado del color instrumental. Ademas debe ser capaz de una paleta dinámica muy amplia y variada, que le permita pasar de las grandes peroraciones a orquesta completa a sutiles matices pianíssimo con exquisitas mezclas instrumentales.
Karel Mark Chichon, muy entregado en toda la pieza, inició su lectura de manera implacable con los conocidísimos compases iniciales de Marte, implacable ritmo 5/4 en ostinato de las cuerdas col legno y su progresivo incremento de tensión hasta el primer monumental crescendo donde irrumpen metales y percusión al completo, lo que desembocó en un fortísimo desaforado, con metales broncos y percusión desatada, situación que desgraciadamente iba a ser la norma a lo largo de toda la pieza, cada vez que aparecía un tutti en fortísimo. Ciertamente la violencia del sonido era implacable, pero sonaba amazacotado, con unos metales broncos y una percusión arrasadora llevada al límite de su potencia. El movimiento se cerró con una coda brutal a cargo de los dos timbaleros.
En los movimientos lentos, Venus, Saturno o Neptuno, la situación mejoró un tanto. Los numerosos pasajes por secciones nos permitieron apreciar la excelencia de las maderas, del trompa solista, la sedosidad de las cuerdas, con notables desempeños de secciones poco habituales como los 8 contrabajos, pero la dificultad para establecer una adecuada gradación de intensidades se mantuvo. La adopción de tempi rápidos que no se contrastaban suficientemente con otros más relajados impidieron recrear adecuadamente los pasajes más poéticos. Basten como ejemplos la sección central de Júpiter, en forma de himno, llevada con excesiva premura, cuyas tres repeticiones deben conllevar un progresivo incremento de la tensión, que no se consiguió, o la sombría marcha de Saturno, donde tampoco se logró una acertada gradación de intensidades antes del gran clímax que la corona. Excelente el desempeño de la sección femenina del Coro de la Filarmónica de Gran Canaria, situado en el vestíbulo de acceso a la sala, que empasto admirablemente con la orquesta recogida en un sutil pianísimo. La noche terminó entre los vítores del público a una interpretación, ciertamente apasionada y espectacular, pero en mi opinión excesivamente bronca y que se dejó demasiadas cosas en el tintero.
Juan Francisco Román Rodríguez
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Karel Mark Chichon.
Los Planetas de Holst.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.