Un concierto sinfónico intenso, exigente (exigentísimo, diría yo) y, ante todo, cosecuente, el ofrecido por la Orquesta Nacional de España dirigida por Josep Planells, que remató, así, el festival “contemporáneo” Focus de este curso.
Consecuente, digo, no ya con las expectativas, pretensiones, ambiciones, aventuras o ideas más o menos personales, de unos u otros, con sus grupos o afinidades varias, o con las circunstancias mismas… sino plenamente consecuente al fin y al cabo, con el propósito manifiestado por el título indicado para todo este ciclo, que no era otro sino: “Los números suenan. El encuentro entre artes y ciencia”.
Tres nombres ciertamente implicados en esta empresa milenaria: nuestros Alberto Posadas y Francisco Guerrero, y, sobre todo, el más recurrente de esta guisa e hilo conductor del ciclo, Iannis Xenakis.
Tres nombres que garantizaban la plasmación sonora de aquella relación. Una relación inevitable, es verdad, pero que aquí busca contraponer sus consabidas (o no tanto) relaciones causa-efecto entre la concreción del “número, antecedente de todo antecedente” (como afirmara Franco Donatoni), a la música como tal objeto artístico…
Una relación que puede parecerle controvertida a parte del público (de hecho, hubo “sus salidas de tono” en el público de este día; no demasiado estruendosas, eso sí), de igual forma que a otra parte, nos puede parecer estimulante o turbadora.
Bien es verdad que las obras musicales con este compromiso, en general (y en particular las tres presentadas aquí) suelen mezclar, con mejor o peor fortuna (dependiendo del artista), aspectos coherentes e innovadores, con formas y pretensiones tradicionales (también, a menudo, explícitas). Formas y pretensiones que incluyen las heredadas del romanticismo y sus secuelas virtuosas, incorporadas ya a la práctica y dimensiones acústicas y sociales del concierto sinfónico moderno (en todas sus, no tantas, variantes: con o sin solistas etc.).
Se impuso, pues en algunos momentos, cierto equilibrio entre la coherencia generativa de la obra donde se demuestra, también, la insondable dimensión artística.
El Königsberger Klavierkonzert (Concierto para piano de Königsberg, estreno y encargo de la Orquesta y Coro Nacionales de España y del Staatstheater de Stuttgart) de Posadas puso a prueba a todos, atriles, podio, y, sobre todo, a un brillante piano de vértigo, interpretado por Florian Hölscher.
Un piano donde se adivinaba la técnica más exigente dentro de aquella atmósfera, con un resultado, a la postre y sorprendentemente, más concertante, fijado por el compositor. Excepcional interperpretación. (—Chapeau!)
Y es que la clara dirección del podio y el trabajo de los atriles, llevaron a buen puerto de principio a fin, estas complejas partituras, con o sin solista según el caso.
Tras el descanso, Coma Berenices de Francisco Guerrero respiró un halo de autenticidad y vanguardia que es difícil de encontrar ya en las nuevas obras, y, en cierto modo y contexto, se agradece.
Por fin, Jonchaies de Iannis Xenakis remató con energía la tarde y el festival FOCUS en su conjunto, de forma incuestionable, bien dispuesta y trabajada.
Luis Mazorra Incera
Florian Hölscher, piano.
Orquesta Nacional de España / Josep Planells.
Obras de Guerrero, Posadas y Xenakis.
OCNE-FOCUS. Auditorio Nacional de Música. Madrid.