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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - London Symphony & Rattle / Javier Camarena (Festival de Santander)

Santander - 20/08/2019

Teoría y práctica de la armonía

El esperado regreso de Sir Simon Rattle y la London Symphony Orchestra en su segundo año de residencia en el Festival Internacional de Santander no decepcionó y cosechó otros dos sonoros triunfos en la Sala Argenta de la capital cántabra. Si el año pasado la conmoción llegó con una Novena Sinfonía de Gustav Mahler para el recuerdo, esta edición ha vivido una de sus jornadas más emocionantes con el concierto del pasado día 12 de agosto y su monumental interpretación Harmonielehre del compositor minimalista norteamericano John Adams, con quien el director británico mantiene no sólo lazos de amistad sino de evidente complicidad.

Es la de Rattle una batuta ecléctica que siente una particular debilidad por la música contemporánea o, si se prefiere, por la que el gran público tiende a encontrar más áspera e inextricable, lo cual no es bueno ni malo. Pero si hay en su carrera un mérito indudable, es el de seducirnos y mostrarnos, desde la perseverancia y convicción más absoluta, que no toda la música “moderna” es igual, que toda obra es moderna sólo durante un periodo de tiempo y, yendo a lo concreto, que Harmonielehre es una obra apreciable y aun admirable. Desde la perspectiva que dan los treinta y cinco años transcurridos desde su estreno mundial (creo que ésta ha sido la segunda interpretación en España) y la virtuosística exposición por parte de los músicos británicos de esa “teoría de la armonía ” que define su título, podemos afirmar que con Adams nos encontramos ante un clásico “reciente” que no rechaza la gran tradición, sino que se inspira en ella (Mahler, Sibelius, ¡Wagner!) para forjar un lenguaje personal y reconocible. Durante sus cuarenta minutos de duración, Rattle, que conoció todos los recovecos de la partitura de la mano de su autor, supo extraer todo el capital tímbrico de la orquesta y, al mismo tiempo, organizar un discurso sugerente y evocador que, a juzgar por los prolongados aplausos, fue muy bien acogido por el público. ¿Será que los tiempos están cambiando?

La Segunda Sinfonía de Johannes Brahms que completaba el programa corrió una suerte semejante; según confesó en la rueda de prensa previa, Rattle sólo dirige la música que ama y su grabación de la integral al frente de la Filarmónica de Berlín (2008) ya nos dejó claro que la música del hamburgués está entre sus elegidas.  Desde el fluido Allegro non troppo inicial, el director atendió a los detalles con el mimo y el escrúpulo acostumbrados, deteniéndose y deleitándose sin afectación en el adagio sucesivo y aligerando los tiempos en el pimpante allegro del tercer movimiento. La explosión de júbilo del allegro con spirito conclusivo fue un prodigio por la diferenciación de las dinámicas de la partitura y el vigor rítmico del frenético final. La Danza eslava de Dvorák ofrecida como propina resultó la inesperada guinda de una de las grandes veladas sinfónicas que se anuncian en una edición de la cita estival santanderina que también espera a la London Philharmonic, la Orquesta de Cadaqués y la de la Suisse Romande.

Javier Camarena, Historia del canto

En un tiempo como el nuestro en que todo “es historia”, no estará de más que echemos la vista veinticinco años atrás para recordar brevemente la presencia en el Festival Internacional de Santander de Giuseppe di Stefano, uno de los más grandes cantantes líricos de los que hay memoria. El tenor siciliano acudía para recibir un merecido homenaje al término de una carrera llena de prodigios y nos brindó la oportunidad de admirar los restos de una voz mítica. Desde entonces, no han sido pocos los cantantes destacados que han desfilado por la capital cántabra, pero, por una u otra razón, ninguno dejó a su paso una impresión tan profunda como la que el tenor mejicano Javier Camarena ha causado tras su apabullante recital en la Sala Argenta del Palacio de Festivales el pasado día 16 de agosto.

Si bien se mira, lo acontecido obedece a la lógica más estricta porque Javier Camarena lo tiene todo: dicción impecable en italiano, francés o castellano, timbre atractivo, igualdad de registros, facilidad en el agudo, manejo excepcional de la voz mixta, fraseo rico en matices a partir de un uso imaginativo del claroscuro, dominio de los reguladores, proyección firme y ataques sul fiato precisos y sonoros. Por si esto fuera poco, Camarena es un muy hábil comunicador y sabe ganarse al auditorio desde el primer minuto sin los aspavientos engreídos de los “tenores huecos” sino desde la sencillez y la simpatía.

De todo ello dio buena muestra a lo largo de una velada cuya primera parte fue, como él mismo definió, un catálogo de sus compromisos actuales en los teatros de ópera: Il pirata, L’elisir d’amore, La cenerentola y La fille du régiment. El permanente estado de gracia del tenor, en evidente plenitud vocal pese a la alergia que padecía, desencadenó un crescendo emocional que se tradujo en bravos y estruendosas ovaciones con el público puesto en pie a partir de Sì, ritrovarla io giuro! En la segunda parte, la ópera dio paso a la zarzuela y llegó el turno de El huésped del Sevillano, Los gavilanes, La tabernera del puerto y El trust de los tenorios, sin que la excelencia vocal y el compromiso con la música cedieran lo más mínimo. En medio de un programa muy exigente, Camarena sólo se permitió dos pausas en las que el pianista Ángel Rodríguez, atento acompañante, asumió el protagonismo para ofrecer sendas transcripciones al piano de la obertura de L’italiana in Algeri y el intermezzo de Las bodas de Luis Alonso.

El arrojo y la entrega absoluta del tenor hasta el final no dejaron indiferente a nadie; hubo quienes quedaron estupefactos; otros, enfervorizados: todos, rendidos ante un tenor que ya forma parte de la susodicha historia de la lírica. Eran cerca de las diez de la noche y lo de menos a esas alturas eran las propinas, que las hubo: E la solita storia del pastore (L’arlesiana), Dime que sí, Júrame y la celebérrima El rey, coreada por unos espectadores que, de ahora en adelante, podrán afirmar entusiasmados y sin faltar a la verdad “sí, yo canté con Camarena en el Festival Internacional de Santander”.

Darío Fernández Ruiz

68º Festival Internacional de Santander
London Symphony Orchestra / Simon Rattle
Javier Camarena (tenor) y Ángel Rodríguez (piano)
Palacio de Festivales

Foto: London Symphony Orchestra con Simon Rattle en el Palacio de Festivales / © Festival Internacional de Santander - Pedro Puente Hoyos

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