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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Loables intenciones - por Juan Manuel Ruiz

Madrid - 10/02/2025

La Münchner Philharmoniker, junto al joven director israelí Lahav Shani –quien también intervino como solista al piano–, ofrecieron obras de J. S. Bach y A. Bruckner en su segunda actuación en Ibermúsica. En programa, el Concierto para piano núm. 1 en re menor, BWV 1052, de Bach, y la Sinfonía núm. 9 en Re menor, WAB 109, de Bruckner.

Lahav Shani, tocando y dirigiendo desde el piano, abordó el Concierto para piano núm. 1 de Bach acompañado por la sección de cuerdas de la orquesta muniquesa, reducida en número de intérpretes para adecuarse a esta obra concertante. Solista y tutti atacaron con brío rítmico, adecuada articulación y total sincronía el Allegro inicial. El Adagio, elegante y delicado en el motivo introductorio de amplio aliento de las cuerdas, adoleció de mayor introspección expresiva y recreación en el fraseo en la correspondiente parte pianística. El Allegro final discurrió fluido, con los planos dinámicos bien diferenciados y alternados entre solista y formación, aunque algo mecánico en concepción musical pese a la claridad y perfección ejecutorias del piano y de las cuerdas.

Continuó el concierto, en su segunda parte, con la Sinfonía núm. 9 de Bruckner. Shani imprimió un tempo algo rápido al Feierlich, misterioso. Los tres temas que lo conforman, claramente expuestos, discurrieron sin dar suficientemente tiempo a que sus inflexiones y respiraciones lograran alcanzar el pathos que desprende el movimiento. Los grandes contrastes dinámicos y de carácter, ambigüedad tonal, dilatadas transiciones, clímax de grandiosa potencia, y esa lucha antagónica entre lo lírico y lo dramático tan presente a lo largo de este primer movimiento, no quedó del todo latente en la versión del director israelí. Lo mismo aconteció en la Coda, bien planteada en su progresión dinámica y acumulativa, pero sin lograr estremecer.

El ScherzoBewegt, lebhaft (Conmovedor, animado) como indica Bruckner en su partitura– resultó contundente en los ataques en fortissimo de su vehemente y disonante tema principal en tutti, así como bien trazado en la progresión inicial en crescendo que lo prepara. Toda la filigrana contrapuntística desplegada en el movimiento, sobre todo por las maderas, fue expuesta con extrema nitidez, mostrando las grandes cualidades de esta gran orquesta.

Maestro y formación alcanzaron mejores resultados expresivos en el Adagio. Langsam, feierlich, de tempo más ajustado para el despliegue de sus motivos temáticos. Shani se recreó en la exposición de los temas principales, más elástica y de amplio fraseo que en el primer movimiento, revelando con transparencia su estructura en bloques yuxtapuestos. El maestro supo dar el pulso adecuado a las transiciones entre grupos temáticos, preparando y resolviendo con convicción los consiguientes clímax, Atento siempre al balance entre los explosivos metales y las demás secciones orquestales, restó, sin embargo, algo de energía a los poderosos tutti.

El tema cantabile de los violines, en el Sehr langsam (Muy lentamente) de la partitura, fue interpretado con sumo lirismo por el terso sonido sobre las cuerdas en sol. La lenta progresión hacia el disonante acorde no resolutivo dio como resultado uno de los momentos más intensos del Adagio. La tensión acumulada se desvaneció gradualmente en la serena Coda, donde las trompas y tubas wagnerianas tuvieron un papel esencial a la hora de aplacar y aportar luminosidad al tremendo conflicto tonal y espiritual desatado en esta obra maestra del sinfonismo.

El concierto estuvo cargado de referencias simbólicas: Bach como punto de partida del mundo espiritual y de la maestría contrapuntística y formal de A. Bruckner; la tonalidad en Re menor de ambas obras programadas, guiño directo a la de la paradigmática Sinfonía Núm. 9, de Beethoven, y la Münchner Philharmoniker, primera orquesta que estrenó y grabó la versión original de la sinfonía bruckneriana programada.

Lahav Shani se enfrentó, en esta sinfonía, a un reto complejo que supo abordar con loables intenciones. Nos desveló con precisión y nitidez la silueta formal y los elementos temáticos y estructurales que la integran, no exentos de carácter expresivo, si bien no ahondó suficientemente en los sustratos más profundos que subyacen en esta audaz página sinfónica, despedida vital del genio de Ansfelden.

La orquesta mostró todas sus virtudes, tanto en su perfecto empaste y equilibrio entre secciones como en la calidad de sus solistas, quedando patente su excelsa calidad y larga tradición musical en su actuación madrileña.   

Juan Manuel Ruiz

 

Münchner Philharmoniker / Lahav Shani.

Obras de Bach y Bruckner.

Ibermúsica. Auditorio Nacional. Madrid.

 

Foto © Rafa Martín / Ibermúsica

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