Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Lo difícil - por Juan Gómez Espinosa

Madrid - 29/01/2023

Es difícil. Muy difícil. Uno se mete a crítico porque así paga su condición de gran músico fracasado. Por eso, en cuanto ve cualquier fallo sobre un escenario, saca el colmillo a pasear y muerde. Y así es feliz, el pobre. Sin embargo, de vez en cuando se topa con acontecimientos que no le dan oportunidad a la hiel. ¿Y qué hace entonces?

En estos últimos meses, por ejemplo, ya había experimentado en el Auditorio  jornadas gloriosas con Chailly, el Bach Collegium Japan o la Sinfónica de Navarra. Pensaba que, por estadística, ya quedaba cubierto el cupo de aplausos.

Y entonces llegaron Urbansky, Radulovič y la Münchner Philharmoniker. Y se fastidió la estadística y la circulación de hiel. Lo que hicieron formación, maestro y solista el jueves en Madrid para Ibermúsica fue darle una patada al ángel malo y dejar sin palabras al bueno. Llegaron con dos obras de lo más célebre. Nada de comenzar con una tercera más breve que sirva para ir calentando, como es lo común (¿quién se toma en serio las piezas de obertura, seamos sinceros?). Los alemanes venían ya calentados de casa.

Con los dos primeros compases del Chaikovski, se hizo el silencio. Con las primeras notas del solista, se profundizó en el silencio. El público no existía, ni siquiera en esos motetes de toses que son las pausas entre movimientos. Conciertos de obras famosas suelen ser de todo menos sorprendentes, y a eso se le añade que las comparaciones siempre son odiosas. En este concierto, sin embargo, todo fue imprevisible. Poco importaba haber escuchado estás páginas hasta la saciedad. La sensación fue la de encontrarse con ellas por primera vez.

En primer lugar, por la expresividad, absolutamente personal (pese a ser un colectivo), subrayando cada matiz y jugando con él y con los tempi más allá de indicaciones y metrónomos canónicos. En segundo lugar, por la dirección de los discursos, alcanzando varios clímax tanto de fortes como de pianissimos (sí, el pianissimo puede convertirse en cima). Y, en tercer lugar, por la actitud de los intérpretes. Todos parecieron disfrutar como el cocinero que va probando lo que cocina y se siente orgulloso.

Radulovič demostró que se puede conseguir que la ternura sea firme. Su manera de sonreír mientras fraseaba, su comunicación con los otros instrumentos que dialogaban con él, su virtuosismo al servicio del mensaje más que del alarde, su aprovechamiento de todo efecto tímbrico (incluso pese a ciertas desafinaciones en el primer movimiento que no restaron nada, al revés)... Los filarmónicos consiguieron algo extraordinario en el Chaikovski: más que dedicarse a acompañar, formaron con el solista un instrumento unitario.

En los Cuadros, se creyeron cada una de esas estampas musicales hasta convertirse en personajes. No hubo familia que no demostrase una técnica perfecta. Y ni Chaikovski resultó un ataque diabético ni Mussorgsky áspero, cosas que ocurren a menudo con estos autores. La orquestación que Ravel realizó de los Cuadros, tan fascinante, fue defendida para mostrar las audacias armónicas del ruso y la brillantez tímbrica del francés. El sonido de toda la velada tuvo la magia del directo y la calidad de una buena grabación.

Y, al frente de todo, Urbansky, un tipo que no dirige. Directa y literalmente, baila. Era posible seguir la música sin escucharla, viendo los movimientos del director sobre el podio, con todo su cuerpo. Y su cerebro está tan bien amueblado que consiguió dosificar con cuidado el clímax de la Gran Puerta de Kiev, pieza que otros tratan como sí quisieran invadir la ciudad bombardeando durante cien días. Un crítico acude a un concierto así y solo puede optar entre dos vías: mentir echando bilis o, sencillamente, disfrutar de esas cosas buenas que a veces suceden. Lo primero es fácil. Lo segundo, difícil pero justo.

Juan Gómez Espinosa

 

Münchner Philharmoniker, Nemanja Radulovic (violín), Krzysztof Urbański, (dirección)

Ciclo Ibermúsica. Orquestas y solistas del mundo Ibermúsica.

Serie Arriaga. Temporada 2022/2023.

Obras de: P. I. Chaikovski (Concierto para violín) y M. Mussorgsky (Cuadros de una exposición)

Fecha y lugar: 26 de enero de 2023, Auditorio Nacional de Música (Sala Sinfónica).

 

Foto © Rafa Martín / Ibermúsica

277
Anterior Crítica / Noche exquisita - por Blanca Gutiérrez Cardona
Siguiente Crítica / Jonathan Cohen: Haydn entre barrocos - por Ramón García Balado