Quinta edición de la convocatoria ¡Sólo música! que organiza cada dos años el CNDM en el Auditorio Nacional de Madrid. En esta ocasión con el título ¡Que vienen los rusos!, de Tchaikovski a Stravinski. Cinco orquestas con sede en Madrid: Orquesta Sinfónica de Madrid (titular del Teatro Real), Orquesta de la Comunidad de Madrid, Orquesta de Radiotelevisión Española, Orquesta Nacional de España y Joven Orquesta Nacional de España, todas ellas dirigidas por Josep Pons (Barcelona, 1957). Desde las 11 de la mañana, hasta pasada lo medianoche del sábado 22 de junio. Y todo ello, para celebrar el Día Europeo de la Música.
En esta ocasión, el tema en torno al que se articuló la jornada fue la música rusa de ballet, y el argumento se centró en la admiración que Stravinski sentía hacia la música de Tchaikovski (como la de un hijo a un padre, parentesco que hay romper para seguir creciendo). En cuatro de los cinco programas abrió el concierto la música de Tchaikovski, combinada a continuación con Prokofiev en uno de ellos, y con Stravinski en los otros tres, más otro concierto con música de Shostakovich, Borodin y Rimski-Korsakov. Ballet y danzas, en esta ocasión sin bailarines ni coreografía, la música al desnudo. Probablemente sean los compositores rusos los que han escrito algunas de las obras para ballet que mejor se adaptan a la sala de concierto, de manera que ese ¡Que vienen los rusos! del pasado sábado no era de alarma, sino de entusiasmo.
Entusiasmo que este año no prendió tanto en el público como en convocatorias anteriores, ya que de los cinco conciertos ofrecidos, sólo el de las 19.30 horas con la OCNE colgó el cartel de ‘No hay localidades’. Los que sí acudieron pudieron disfrutar como en otras ocasiones de un vermut y un aperitivo en los puestos acondicionados para ello en el vestíbulo del Auditorio, y escuchar las sesiones de jazz que amenizaron los momentos entre conciertos con improvisaciones sobre música de ballets rusos.
Como en anteriores convocatorias, unos conciertos fueron mejores que otros, y algunas obras brillaron más que otras. No fue el día de Tchaikovski, de quien se escuchó Obertura-fantasía de romeo y Julieta (Orq. Sinfónica de Madrid), y las suites de los ballets El lago de los cisnes (orquesta RTVE), El Cascanueces (OCNE), y La bella durmiente (JONDE). La música de Tchaikovski, aparentemente fácil, está dotada de una gran complejidad, a la vez que impregnada de un pathos romántico que no está escrito en la partitura, pero que se ha de desarrollar en la interpretación. No es nada fácil aprehender ese pathos, y en esta ocasión ni Pons ni ninguna de las orquestas programadas lograron transmitirlo.
En el concierto de las 11 de la mañana, al Romeo y Julieta de Tchaikovski acompañó una selección del Romeo y Julieta de Prokofiev. Mejoró este al primero, pero la orquesta sonó algo desordenada y sin el plus de intensidad que requiere este Prokofiev profundamente inspirado.
Al mediodía le tocó el turno a la ORCAM, con el único concierto en el que no sonó ni Tchaikovski ni Stravinski. En esta ocasión, además, con piezas no específicamente de ballets. Pons dirigió unos fragmentos de la Suite nº 2 de jazz de Shostakovich, alejado por completo del espíritu del compositor, llevando la música al terreno de lo popular. Tras las Danzas polovtsianas de El príncipe Igor, de Borodin, donde lo ruso emerge de los ritmos populares, le tocó el turno a Scheherezade, de Rimski-Kórsakov, originariamente un poema sinfónico. El compositor ruso siempre ha sido considerado uno de los mejores orquestadores de la música sinfónica, para algunos solo eso. Pero qué genio de los colores, de los matices, de las dinámicas. En una obra como esta, donde la inspiración oriental es el eje de la pieza, la riqueza de su música deslumbra. No fue tampoco la mejor versión de la jornada, aunque destacaron alguno de los solistas de la ORCAM y Pons dirigió con desenvoltura.
Para la sesión de la tarde quedaron los mejores conciertos, quizá con el maestro más asentado en su colosal tarea.
En el primero de ellos, a las 17.00 horas, con la sala ya más llena que por la mañana, la Orquesta de RTVE interpretó la suite de El lago de los cisnes de Tchaikovski y El pájaro de fuego de Stravinski. Conoce muy bien Pons esta obra, que ha grabado en CD, y sabe sacar partido a una partitura construida en torno a formas y modos heredados junto a un lenguaje que comienza ya a ser propio y particular del compositor; aunque en esta ocasión a la versión del barcelonés le falto un punto de nervio y tensión.
Y a continuación, los dos conciertos por los que mereció la pena acudir a esta maratón. A las 19.30 horas (y retransmitido en directo a través de una pantalla gigante para el público que acudió a la plaza Rodolfo y Ernesto Halffter), la OCNE se puso bajo la batuta del que fue su director durante los años 2003-2011. Tras el Tchaikovski de rigor (la suite de El Cascanueces), Petrushka, de Stravinski. Aquí Pons supo encontrar el tono justo para transmitir el clima oscuro y desasosegante de esta obra, y desarrollar toda la complejidad de ritmos y texturas sin desequilibrios ni vacilaciones, ofreciendo una gran versión, ayudado por los solistas de la orquesta, que brillaron con altura.
Y para finalizar, la juventud y pasión de la JONDE, única orquesta de las programadas que no tiene una temporada de conciertos regular, sino encuentros anuales de sus jóvenes miembros. Debido a ello, quizá no se les pueda exigir un carácter muy definido, pero sí calidad. Y no defraudó, como en casi todas sus actuaciones, derrochando clase, musicalidad y ganas, muchas ganas.
La consagración de la primavera, de Stravinski, esa obra que resultó un escándalo en su estreno, y que ahora suena ya tan familiar al oído de los aficionados, requiere una mano firme por parte del director para que no se desboque la construcción de esta partitura, un caos ordenado de temas y ritmos. Pons supo ser esa mano firme, la figura patriarcal que gobernó con seguridad pero sin rigidez el entusiasmo de la JONDE, desbordada de talento por todos lados. Qué placer es escuchar una obra así interpretada con esas ganas y con esa calidad.
Una vez más, un lujo disfrutar de un día así, con música por los cuatro costados, con aficionados de todas las edades y condiciones, con gente amante de la música dentro y fuera del Auditorio Nacional (gracias a las retransmisiones de los últimos conciertos por pantalla gigante). Y un suspiro de satisfacción tras los fuegos artificiales que ya es tradición coronen una jornada tan especial.
Blanca Gutiérrez Cardona
¡SOLO MÚSICA! 2019 ¡QUE VIENEN LOS RUSOS!
Obras de Chaikovski, Prokófiev, Shostakóvich, Borodin, Rimski-Kórsakov y Stravinski.
Orquesta Sinfónica de Madrid. Orquesta de la Comunidad de Madrid, Orquesta Sinfónica de RTVE, Orquesta Nacional de España, Joven Orquesta Nacional de España.
Dirección: Josep Pons.
Auditorio Nacional, 22 de junio. De 11 de la mañana a 12 de la noche
Foto © Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) – Elvira Megías