El Festival Internacional de Bergen, la calidoscópica empresa de dos semanas de música, danza y teatro iniciada hace setenta años bajo la advocación de Edward Grieg, fue inaugurado esta primavera con una importante Tosca en versión de concierto en el Grieghallen, un excelente auditorio terminado en 1978 con capacidad para 1500 espectadores.
En el papel protagónico debutó nada menos que Lise Davidsen, que luego de haberse ganado su fama con roles en el repertorio alemán, se está aventurando vertiginosamente en el italiano. Completaron el reparto Freddie de Tommaso (Cavaradossi) y Bryn Terfel (Scarpia), todos ellos bajo la experta dirección de Edward Gardner al frente de la estupenda Orquesta Filarmónica de Bergen.
El Grieghallen me impresionó como una sala de acústica algo dura, similar a la de la Elbphilarmonie, con muros de concreto que creo deberían haber sido neutralizados para esta oportunidad con los paneles movibles de madera de los que dispone el auditorio. Al no haber ocurrido esto, todo sonó demasiado fuerte, aun cuando pocas veces es posible apreciar una versión orquestal con la precisión de detalle, la riqueza cromática y el énfasis emocional impuestos por Gardner.
Como la orquesta, Davidsen sonó fortissimo, porque su voz, indiscutidamente excepcional en su extensión y solidez de timbre, debe luchar contra un volumen a veces estridente. Sólo durante algunas frases en su dúo del tercer acto pudo la diva hacer flotar un fraseo exquisitamente lírico a lo largo de dinámicas sensiblemente dominadas, que hasta le permitieron alguno que otro diminuendo. En el resto, sobre todo el segundo acto, todo le salió demasiado fuerte. Porque a partir del registro medio Davidsen parece tener un problema de apoyo que le impide controlar la emisión con la nitidez y el squillo necesarios para impedir desbordes de volumen. Algunas notas le salieron algo guturales y entubadas, pero su italiano es bueno e inteligentemente enfatizado, gracias a una formidable percepción dramática.
Particularmente problemático me pareció su “Vissi d’arte”, explayado a través de un magnifico legato pero con cambios de color demasiado abruptos. En suma: la expectativa de verla algún día en Brünhilde o Isolde, va de la mano con el temor que demasiados roles muy diferentes al mismo tiempo frustren el camino a estos roles. Freddie de Tommaso impostó su Cavaradossi con un vibrante “Vittoria!” y un sólido pasaje en “E lucevan le stelle”, pero su fraseo fue rutinario y también apoyado constantemente en el forte. Quien sí supo graduar dinámicas desde la mezzavoce al forte fue Bryn Terfel, un Scarpia que le permitió superar las limitaciones de una versión de concierto con una actuación histriónica por las miradas, gestos e inflexión vocal.
Edward Gardner guio a los cantantes con una orquesta bien empaquetada para un viaje vertiginoso y apasionado, con un final formidable por su energía y desesperado dramatismo. Y aquí sí que se incorporó con similar efecto una Davidsen finalmente transformada en una diva por el pathos de su enajenación final.
Agustín Blanco Bazán
Lise Davidsen, Freddie De Tommaso , Bryn Terfel, Ashley Riches, Christian Valle, etc.
Orquesta Filarmónica de Bergen / Edward Gardner (versión de concierto).
Tosca, de Giacomo Puccini.
Grieghallen, Bergen.
Foto: Lise Davidsen en su debut en Tosca, junto a Bryn Terfel, “un Scarpia que le permitió superar las limitaciones de una versión de concierto con una actuación histriónica por las miradas, gestos e inflexión vocal” / © Thor Brødreskift - FIB