Hace casi exactamente seis años en el mismo recinto los mismos intérpretes colectivos, Orfeón Donostiarra y Euskadiko Orkestra ofrecieron la misma obra, los Carmina Burana, de Carl Orff y como ocurrió en aquella época, la expectación fue grande y todos los billetes fueron vendidos, lo que siempre es motivo de alborozo.
El problema de Vitoria, que no olvidemos es capital política –que no cultural- de la Comunidad Autónoma Vasca, es que el Teatro Principal responde más a las necesidades de mediados del siglo pasado que a las actuales y así, ver al Orfeón Donostiarra apretujado en las sillas colocadas ad hoc y reducido en número no deja de condicionar el resultado final de una obra tan especial como la mencionada. Además, a ello hay que añadir la acústica del teatro, muy condicionada por los numerosos telares existentes en el recinto y que, por poner un solo ejemplo, mitigaron el sonido del gong en particular y de la percusión en general de forma más que evidente.
Y, sin embargo, la interpretación tuvo una parte a su favor y fue el gran nivel de los tres solistas vocales porque la soprano Jone Martínez cumplió de forma sobresaliente con su parte, ofreciendo un de los Dulcissime más límpidos que recuerdo. No se quedó a la zaga Carlos Mena, con un Olim lacus locueram sencillamente ejemplar. La tarea más ardua es la del barítono, en este caso el gallego Javier Franco y no podemos sino reconocer que fue capaz de sortear todas las dificultades en forma de sobreagudos, caracterizaciones y declamaciones. Un trío verdaderamente sobresaliente.
Todos sabemos que el Orfeón Donostiarra es especialista en esta obra, que la ha cantado centenares de veces; por desgracia, tanto la acústica como la disposición del coro en poco ayudaron a que la voz de la masa coral llegara en condiciones y dentro de un nivel notable, no fue el Orfeón de otras ocasiones. Muy atento Pablo González, cantando con todos, coros y solistas, implicado y detallista.
La breve primera parte se ocupó con el Don Juan, de Richard Strauss en la que Pablo González volvió a completar un trabajo excelente porque los maestros de la orquesta vasca supieron otorgar a la obra ese carácter entre burlesco y nostálgico que acompaña el poema sinfónico del muniqués.
La reacción popular fue importante aunque siempre dentro de los cánones gélidos del público de la ciudad. Creo, sinceramente, que este tipo de obras dejan al descubierto las importantes carencias de la ciudad en infraestructuras musicales. Por todo ello lo que en otros recintos pudo ser apoteósico, que do en cierta forma mitigado.
Enrique Bert
Jone Martínez (soprano), Javier Franco (barítono), Carlos Mena (contratenor).
Orfeón Donostiarra y Orquesta Sinfónica de Euskadi. Dirección musical: Pablo González
Obras de Richard Strauss y Carl Orff
Teatro Principal, de Vitoria-Gasteiz / 21/11/2022