El pasado miércoles 17 de marzo se llevó a escena la ópera “Lilith, luna negra” en la Fundación Juan March de Madrid. La obra, que había sido estrenada en versión semiescénica en el Festival de Úbeda, se representó de manera “completa” en esta ocasión. Fue una oportunidad para escuchar una creación del siglo XXI, una ópera de cámara que se escenificó en el nuevo escenario de la fundación y aprovechó los recursos de los que se ha dotado. Es loable el esfuerzo de esta entidad por representar este género y más si se tienen en cuenta las circunstancias que atraviesa la sociedad durante el último año.
El argumento se basa en una leyenda hebrea que tiene como protagonista a la primera mujer de Adán, Lilith; una mujer de temperamento y espíritu libre que escapa del Edén para tener sus propias vivencias. Hoy día, Lilith es un símbolo del empoderamiento femenino que afecta a la historia del libreto de una manera directa, pues es ella la que se hace amiga de Eva y la que influye con su pasado en las acciones de Adán.
La representación de la ópera tuvo poderosos elementos en los que se basaron el resto. En lo que se refiere a la escena, el atrezzo se acompañó de las proyecciones de imágenes con una carga visual muy potente que reforzaba los gestos y la trama y ayudaba al espectador a comprender el drama musical. En cuanto al libreto, de Mónica Maffía, complejo en determinadas ocasiones, ayudaron la línea invisible trazada entre los tres personajes con el fin alternar la tensión sin perder el discurso con sus salidas y entradas del escenario y la dirección musical de Alexis Soriano. Pero fue la música el elemento más reseñable del engranaje que mueve esta ópera. Música compuesta por David del Puerto e interpretada por el Ensemble Lilith, la mezzosoprano Joana da Silva, la soprano Ruth González y el barítono Enrique Sánchez.
El compositor madrileño ha creado un imaginario musical propio que se caracteriza por el eclecticismo en el uso de técnicas y la reminiscencia a épocas diferentes en el tiempo. En la música de Lilith destacan las melodías, preciosas y breves, que se reparten entre los cantantes y el ensemble, este último con un papel destacado más allá del mero acompañamiento vocal y que fue impecable en su ejecución. Entre los cantantes, fue reseñable el trabajo de Ruth González como Eva, su timbre y sus perfectos fraseos marcaron cada una de sus apariciones.
A pesar del paso del tiempo, magia y símbolos siguen inspirando a los artistas y el mito de Lilith lo recupera para la música del siglo XXI.
Esther Martín
David del Puerto, Lilith, luna negra.
Libreto y puesta en escena: Mónica Maffía.
Joana Thomé da Silva, mezzosoprano. Ruth González, soprano. Enrique Sánchez Ramos, barítono. Ensemble Lilith.
Director musical: Alexis Soriano.
Fundación Juan March
Foto © Fundación Juan March