Como concierto extraordinario dentro de la temporada OSCyL, regresó por 4ª vez a Valladolid el tenor limeño Juan Diego Flórez (provocando el “no hay billetes”), esta vez acompañado de la joven soprano egipcia Fatma Said (1991), con el madrileño Guillermo García Calvo en el podio, en un programa operístico del XIX francés e italiano con el amor como denominador común.
La OSCyL superó un tour de forcé, pues a los 9 títulos abordados, hubo de sumar corto tiempo de ensayo y un material inconcreto, que sólo se reveló casi en el momento en que lo concretaron los cantantes. Su momento de forma y la estupenda labor del Maestro García Calvo, conocedor, flexible, con autoridad y atento a concertar todo con claridad y seguridad, dieron resultados más que aceptables, salvo el verista Intermedio de El amigo Fritz de Mascagni, algo desajustado, y que, junto con Oberturas de Mignon de A. Thomas y La Favorita de Donizetti fueron el repertorio orquestal, destacando la concertino, clarinete, oboe, flauta y arpa en sus respectivas intervenciones.
La novedad era la soprano Fatma Said, que exhibió su grato timbre lírico, hermoso color, amplias dinámica y tesitura y musicalidad. Su edad le permitirá mejorar la afinación en la coloratura, aún no madurada pero sí movida (aria de Julieta, Acto I de Romeo y Julieta Gounod); brilló a gran altura en la Linda, Acto I de Linda de Chamonix de Donizetti, muy expresiva, o en el Acto I de Manon de Massenet, o en la Mussetta del Acto II de La Bohème de Puccini.
Sucesivas visitas espaciadas dejan oír cómo evoluciona la voz privilegiada de Juan Diego; sustillo inicial en “L’amour! … Ah! Lève-toi soleil!” (Romeo-Acto I) de Romeo y Julieta de Gounod, por algún vibrato y portamento. Pero fue una falsa alarma por quizá rápido calentamiento; el Edgardo, Parte III de Lucia de Lammermoor, eliminó toda duda con un Donizetti intenso y ebúrneo como de él se espera, parejo al sentir en la cavatina, Acto III de Fausto de Gounod, y el desiderátum con “Che gélida manina” de Puccini en La Bohème, donde Rodolfo exhibió una línea, tensión y expresividad que hizo temblar al Auditorio; comentar lo fácil y bello de su agudo es tarea superada y conocida.
Los dúos: Romeo y Julieta, Acto IV, (qué esmalte en los agudos); Lucia, Parte I; Manon, Acto I; y La Bohème, Acto I, sirvieron para confirmar a dos artistas, él consagrado y en la cima, y élla con deslumbrante porvenir, mutando caracteres de parejas con todo acierto y conquistando al público con calidad y entrega.
Y vino el festival de encores. El tenor y su guitarra, como embajador de su Perú querido, nos dieron Cielito lindo; Palmero, Catay, Catay; y Acurrúcame (la que su espejo Kraus grabó por los 60). Con la OSCyL, Fatma hizo O mio babino caro de Puccini; Flórez, Granada, en arreglo algo excesivo; y el dúo, Vaya una tarde bonita… de El gato montés de Penella, ambos muy “gypsis” y simpáticos. Y allí seguiríamos si por nosotros hubiera sido: nada mejor que el Canto bueno y bien.
José Mª Morate Moyano
Juan Diego Flórez, Fatma Said, Sinfónica de Castilla y León / Guillermo García Calvo.
Obras: Thomas, Gounod, Donizetti, Massenet, Mascagni y Puccini.
Auditorio “J. López Cobos” del CCMD de Valladolid.
Foto © OSCyL