Jordi Savall y Le Concert de Nations volvieron a Granada de nuevo en el marco del Festival Internacional de Música y Danza. Con el título Conciertos & Suites. De Vivaldi a Bach, presentaron un programa accesible y atractivo para el gran público, con el hilo conductor de la escritura concertante.
Con una plantilla poco nutrida, capitaneada como es habitual por Marcelo Kraemer (concertino) y David Plantier (violín II), iniciaron el programa con el Concierto para cuatro violines, violoncello obligatto y cuerdas en si menor RV 580. Obra perteneciente a la colección de conciertos L’estro armónico op.3, tiene una rara textura en la que alternan cuatro violines solistas con el tutti en una mezcla experimental, híbrida entre el concerto grosso y el concierto solista, tal y como como bien indica Pablo J. Vayón en sus notas al programa. La escritura para los solistas, y especialmente para el violín I, es extremadamente exigente.
La interpretación de Le Concert des Nations ya comenzó a mostrar sombras en forma de desajustes de tempo y afinación en el grupo solista y el tutti. Savall, que dirigió sentado en un taburete alto debido a un reciente accidente, imprimió un fraseo suave y elegante pero con pocos puntos de inflexión, lo que, unido a un tempo vertiginoso, propició aún más la confusión.
La utilización de la guitarra barroca en el último movimiento fue interesante, ya que aportó un toque de interés tímbrico a una interpretación que, por lo demás, resultó plana y poco limpia. Continuaron con el Concierto para clavicémbalo y cuerdas nº 1 en re menor, BWV 1052. Como el resto de los conciertos para clavecín, se cree que este es una transcripción de un concierto originalmente compuesto para violín por Bach durante su etapa en Cöthen o Weimar. La escritura para el clavecín en el Concierto BWV 1052 es particularmente virtuosística. Gracias a la soberbia interpretación de Luca Guglielmi en el instrumento, disfrutamos de uno de los mejores momentos de la noche. Con el clave Pleyel perteneciente al clavecinista Rafael Puyana, nos brindó una interpretación ricamente ornamentada, expresiva y poderosa. Aunque estuvieron algo más concentrados que en Vivaldi y tuvieron momentos bellos, las cuerdas volvieron a mostrar desajustes en afinación y coordinación entre ellos y el solista.
En la Suite n.º 2 en si menor para flauta travesera y cuerdas, BWV 1067, volvieron las irregularidades. Tras un hermoso comienzo de la Obertura, con el fraseo amplio y ligero que Savall planteó durante toda la velada, los movimientos rápidos de la suite fueron interpretados de forma atropellada, perdiéndose el contraste de tempi entre ellos, lo que precipitó en determinados momentos al trío de solistas (violín I, violín II y flauta travesera) a una carrera hacia el vacío. Pese a la maestría y virtuosismo de Charles Zebley con la flauta travesera, demostrados especialmente en la famosa Badinerie, las prisas y la falta de puntos de apoyo en el causaron nuevamente momentos de desencuentro. Las danzas más lentas se ejecutaron con mucho más acierto y con interesantes contrastes de dinámica que enriquecieron la interpretación. Le Concert des Nations es un grupo de referencia mundial, con músicos de primerísimo nivel. Efectivamente, el trabajo de los solistas Luca Guglielmi y Charles Zebley fue excelente.
El grupo de continuo, compuesto por Balázs Máté (violonchelo), Xavier Puertas (violone), Josep Maria Martí (tiorba y guitarra) y Luca Guglielmi, sostuvo al conjunto, realzando los puntos más débiles del fraseo plano y apresurado de Savall y, en definitiva, arropó al conjunto lo mejor que pudo. No hay duda de que si el continuo hubiera estado más cerca del grupo solista de cuerdas, en lugar de estar con el maestro dirigiendo situado entre ellos, la comunicación entre los intérpretes habría sido mejor y se habrían solventado gran parte de las discordancias. Es cierto que la acústica del Palacio de Carlos V puede ser traicionera para formaciones pequeñas, que es necesario familiarizarse con el programa y que en ocasiones el cansancio hace mella.
Sin embargo, también es cierto que esta música no está escrita para ser dirigida desde el podio, sino para ser concertada entre los propios intérpretes y dirigida, tal y como se hacía en la época, por el primer violín o el clavecín. Este hecho, que no ocurrió, interfirió en el resultado musical. En cualquier caso, el público aplaudió encantado y Les Concerts des Nations terminó de cautivarlos con la improvisación de la Bourrée D’Avignonez. Y con esta pieza, más vivida a lo largo de los conciertos y ya libre de las cortapisas de la dirección, brillaron y emocionaron.
Mercedes García Molina
Festival Internacional de Música y Danza de Granada
Les Concert des Nations/ Jordi Savall
Obras de A. Vivaldi y J. S. Bach
Palacio de Carlos V, 9 de junio de 2024
Foto © Fermín Rodríguez | Festival de Granada 2024