El primer título ‘italiano’ fue el primer trabajo totalmente original de Verdi para la Opéra de París. Se ha seguido la tradición de la versión traducida sin el ballet. Se puede estar de acuerdo o no (el libreto es sensiblemente peor que el original), y el ballet es de los mejores de Verdi, pero la obra es larga incluso sin él. No se trata, y con razón, de un verdi muy frecuente en ninguna programación. A algunas irregularidades (pocas, la verdad) se suma la dificultad para los cuatro protagonistas.
En la presente reposición en el Teatro alla Scala la primera víctima fue la nueva producción confiada a De Ana. Como se sabe se trata más de un gran escenógrafo y figurinista que de un gran director de escena, pero esta vez no convenció tampoco con sus tanques y cañones con algún fuego ridículo y la fealdad de algunos vestidos más las incoherencias en el tratamiento del coro o los coros (la rivalidad que Verdi marcó tan bien en la música), admirablemente preparado por Alberto Malazzi.
Pocas ideas –no todas afortunadas- sobre los personajes. La dirección de Luisi no fue mala, pero para un maestro de su nivel en más de una vez se notó una orquesta gruesa y más ruidosa de lo necesario. Lo mejor fue la obertura aunque allí no dio demasiado relieve a la expansión lírica de las frases.
Deliberados o involuntarios hubo cambios en el reparto. La duquesa Helena de Meade fue simplemente extraordinaria, ideal para la parte y con un volumen hoy fuera de lo común. Rebeka fue musical pero sólo audible a partir del tercer acto (y mejor en el cuarto y quinto). No es una parte que debería frecuentar.
Pretti cantó con aviso de indisposición, pero salvo algún problema en el centro-grave nadie lo habría dicho. Su Arrigo fue más que competente. En la siguiente función (la primera transmitida en directo por el nuevo sitio Scala) fue sustituido por Lippi con buenos resultados salvo algún explicable nerviosismo (debutaba en el papel).
Las voces graves no sufrieron cambios. Micheletti fue un buen Monforte de color oscuro, muy buen fraseo y presencia (lleva contemporáneamente una importante carrera en teatro de prosa), pero con algunas notas graves abiertas o colocadas muy ‘atrás’ en zona aguda. Desaparecido sin explicación el primer bajo anunciado, Procida fue confiado a Lim, sumamente adecuado en color y extensión y correcto intérprete.
De los secundarios destacó netamente el Bethune de Andrea Pellegrini. Mucho público y aplausos sobre todo al final con flores para Rebeka.
Jorge Binaghi
Angela Meade/Marina Rebeka, Piero Pretti/Matteo Lippi, Luca Micheletti, Simon Lim,y otros.
Orquesta del Teatro/Fabio Luisi.
Escena: Hugo De Ana.
I vespri siciliani de G.Verdi.
Teatro alla Scala, Milán
Foto © Brescia/Amisano – Teatro alla Scala