Treinta años largos distaron entre la obra inicial y las dos siguientes del segundo programa de la primera edición del Focus Festival que organiza la Orquesta y Coro Nacionales de España, en esta ocasión dirigidos -la Orquesta- por Rubén Gimeno. Una iniciativa entre artística, divulgativa y pedagógica que, por cierto, presentó una entrada de público no demasiado alentadora, pero que responde a una necesidad de acercar estéticas de antes de ayer sin sus conventículos ni prejuicios. Aún cuando estas obras, todas las que hemos escuchado en esta sala sinfónica y la de cámara, enfocadas hacia esta generación de los años cincuenta y anteriores desde principios de siglo, deberían tener sitio natural, como el resto de generaciones sucesivas, en las programaciones regulares.
Los Dos movimientos para timbal y orquesta de cuerda de Cristóbal Halffter, presentaron una factura con nítidas texturas bartokianas y, como se señaló en su presentación, stravinskyanas, que trataban de poner al día, en su día, la música española. Hoy mantienen su frescura y dan al timbal, aquí en manos de su solista Juanjo Guillem, una oportunidad única de lucimiento en una estructura formal ciertamente trabada.
La Improvisación de Elliott Carter del cincuenta, escrita, pues, apenas seis años antes, completó en forma de propina fuera de programa, la actuación, ya en términos de absoluto solista. Breve página para timbal de abierta vistosidad que resarcía y ponía en relieve, ya en solitario, la virtual relevancia de este instrumento.
La Primera Kammermusik -Música de cámara- de Paul Hindemith concebida para un peculiar y estimulante grupo instrumental, arrancó con rauda vehemencia. Un segundo movimiento donde se percibía más el atractivo de la curiosa paleta tímbrica planteada, a modo de rítmico scherzo, nos llevó a un despojado y bucólico Lento anunciado por el clarinete, protagonizado por el viento madera del conjunto y articulado por una escueta percusión: Cuarteto. Un vivaz Finale remató con texturas de relativo desenfado y extroversión una faena que ya había mostrado sus cartas más conmovedoras.
Sin movernos prácticamente en el tiempo, la versión original de 1924 de Don Quijote velando las armas de Óscar Esplá, ya con la Orquesta sinfónica al completo, cerró esta triple propuesta. Una obra resuelta y agradecida una vez más, que combinó con tono y tino, el puntual folclorismo con su tendencia impresionista. Una tendencia, una atmósfera, casi un amago, que, sin embargo, nunca se sale del ámbito funcional tonal.
Un símbolo a la par reflexivo y quijotesco, que puso el foco en las íntimas emociones e ideales de este personaje universal, más allá de otras reivindicaciones legítimas que acompañan estas iniciativas... Las musicales, me refiero.
Mientras... todos los demás... también, velando armas.
Luis Mazorra Incera
Juanjo Guillem, percusión. Orquesta Nacional de España / Rubén Gimeno.
Obras de Carter, Cristóbal Halffter, Esplá y Hindemith.
OCNE. Auditorio Nacional de España. Madrid.