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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Las afectuosas lágrimas de L’Apothéose

Madrid - 13/11/2020

Finalmente se pudo celebrar uno de los conciertos cancelados por la COVID-19 del que fuera grupo residente de la inacabada temporada 2019/2020 del CNDM, y que les habría llevado a ofrecerlo en gira por otras dos ciudades españolas más, además de en Madrid, allá por el pasado mes de mayo.

En esta ocasión, el joven grupo español presentó su último registro discográfico, del que ya RITMO dio buena cuenta en su edición de diciembre de 2019, dedicado en su totalidad a la fantástica música camerística haendeliana, repertorio hasta hace bien poco raramente ofrecido por los conjuntos españoles, pero que cada vez va haciéndose un hueco mayor entre ellos.

Como bien explicó al finalizar el concierto Asís Márquez, clavecinista del conjunto, el título elegido para el programa, ‘A Tribute to Tears’ -Un Homenaje a las Lágrimas-, se refiere a la asombrosa capacidad que la música de Haendel, incluso su música de cámara, posee para transmitir los cambiantes afectos barrocos al oyente. Cada movimiento de las sonatas ofrecidas ayer puede considerarse como una pequeña pieza teatral llena de todo tipo de afectos, como si de arias operísticas se tratase.

Comenzó el concierto con una de las formidables sonatas del Opus 2, la número 4 en fa mayor, en donde pudimos apreciar al instante las cualidades que han hecho a L’Apothéose encumbrarse en tan solo tres años como uno de los grupos españoles referentes de la música de cámara con criterios históricamente informados. El Larghetto que abre la pieza nos descubrió un ensemble que demuestra en cada recital el gran trabajo que realizan en los ensayos y nadie más puede contemplar.

La absoluta compenetración entre el Traverso y el violín, con unos trinos absolutamente idénticos, algo que también sucede con la articulación y el fraseo de los cuatro integrantes. El siguiente movimiento, allegro, nos hizo apreciar el dominio que el grupo posee para mantener un tempo totalmente estable y apropiado a cada movimiento, y el penúltimo allegro de la sonata sirvió de ejemplo de lo que fue una constante en los fugatos de la velada, la absoluta comprensión de los sujetos, contrasujetos y demás motivos al ser tratados por cada instrumentista con la misma articulación, fraseo y plano sonoro pertinente.

El violinista Víctor Martínez tuvo su particular momento protagonista en la Sonata para violín en re menor HWV 359a en donde con el único sostén del clavecín mostró un sonido más pleno que al hacerlo con todos sus colegas, revelando unas magníficas cualidades como solista, especialmente en el primer movimiento de la obra, Grave, con un sonido noble y con una absoluta igualdad del timbre en todos los registros sonoros, incluso en los complejos fragmentos agudos, a la vez que exhibió una intachable afinación.

Laura Quesada pudo también demostrar sus virtudes especialmente en la Sonata para violín, arreglada para traverso, Opus 1, número 13, HWV 371. Es un espectáculo abrumador escuchar a alguien con un dominio técnico tan enorme de su instrumento que haga parecer que cualquier pasaje fuera fácil. Éste es el caso de Laura Quesada. En los movimientos más lentos y expresivos el sonido que posee la flauta es de una belleza y expresividad extraordinarios, como en el Affettuoso que inicia la sonata y que asimismo constató que Quesada posee un fiato envidiable y un fraseo excelente.

Asís Márquez puso en evidencia que buena parte de la férrea estabilidad que posee L’Apothéose es debido a su fantástica labor en la realización del bajo continuo, nunca excesiva y casi nunca exhibicionista, algo muy de agradecer, poseedora de unos arpegios con un tempo absolutamente apropiado para cada movimiento, a la vez que posee una impecable precisión en la pulsación, sin que por ello descuide los rubatos con el resto de sus compañeros, ni las imitaciones improvisadas de los temas del traverso o del violín, como bien pudimos comprobar en el Andante inicial de la Sonata en trío Opus 2, número 1.

La violonchelista Carla Sanfélix completa la labor de dar estabilidad al conjunto por la exactitud que demuestra con su compañero clavecinista, incluso en los momentos más veloces. A su vez su bello sonido inunda de belleza, melancolía o dulzura cada movimiento más reposado. Pudimos vislumbrar sus dotes como fantástica solista, con un buen dominio del registro agudo del instrumento, en la propina que ofrecieron, Modéré, perteneciente al último de los Nouveaux Quatuors de Georg Philipp Telemann, en donde el papel del violonchelo, y de los demás instrumentos, es mucho más virtuoso e individualista.

La anécdota de la velada ocurrió en el espléndido movimiento Musette de la Sonata en trio Opus 5, número 2 en re mayor, que es prácticamente una suite, en donde Asís Márquez puso en evidencia su pericia con los instrumentos de percusión, en los crótalos y en la pandereta, realzando el carácter pastoril y de danza que esta música ya posee.

El público brindó una cálida e insistente ovación a L’Apothéose, con numerosos bravos, que desencadenaron en la pieza de propina anteriormente descrita.

Saliendo del Auditorio Nacional pude escuchar varios comentarios de los asistentes que abandonaban poco a poco la sala expresando su satisfacción por contar en España con unos músicos de una calidad tan excepcional, a la vez que se asombraban por la juventud de sus miembros.

Simón Andueza

L’Apothéose. A Tribute to Tears

Laura Quesada, Traverso, Víctor Martínez, violín, Carla Sanfélix, violonchelo, Asís Márquez, clave

Obras de Georg Friedrich Händel

Ciclo Universo Barroco del CNDM

Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música, Madrid

12 de noviembre de 2020, 19:30 h

Foto © Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) - Rafa Martín

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