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Crítica / Lances de capa y espada (Amigos de la Ópera A Coruña) - por Ramón García Balado

A Coruña - 14/09/2021

Compositor y libretista, elaboran todo un cuadro de época de semejantes trazas y que pervive entre los aficionados en cuanto nos enfrentamos a una producción escénica, aunque otra era la situación, a la vista de una puramente  de concierto, en la que los cantantes darían claves interpretativas de natural predisposición. 

En el cuadro de solistas, la soprano Jesicca Pratt -Elvira-, soprano de repertorios belcantistas y con domino de agilidades fluidas con un  sobreagudo notable en el espacio de apreciables coloraturas; Xabier Anduaga, al que tuvimos en la Gala Lírica del año pasado -Lord Arturo Taibo-, de amplio registro y con una cuidada línea de canto;  el barítono Gerardo Bullón, quien participó en el Don Giovanni, en la producción de Carlos Saura -Sir Riccardo Fort, acorde en su rol para el papel de su personaje; el bajo Luiz-Ottavio Faria, también un habitual en importantes roles -Sir Giorgio Valton-, graves consistentes dentro  de una gestualidad que dominaba la escena; el bajo Pedro Martínez Tapia, como Lord Gualtiero, en un plano destacado en su segura conformación,  para completar  la mezzo Nicole Brandolino, como Enricchetta, comedida y segura, completando Enrique Alberto Martínez, como Sir Bruno Robertson.

Todos bajo la dirección de Giacomo Sagripanti, con la OSG, batuta afecto al siempre apreciado Alberto Zedda, quien confió en él para el comienzo de la temporada del prestigioso Rossini Opera Festival de Pésaro, en un par de ocasiones, destacando un Moisë rossiniano, en una producción de Pier Luigi Pizzi. Cumplía  de  nuevo el Coro Gaos, de Fernando Briones, en esta ópera que su presencia obliga a una atención detallada al oficio de concertación del director.

Bellini parisino, en lo que debía a Rossini, quien le ayudó para el estreno de I Puritani en el Théâtre Italien, como había hecho en otras de sus óperas, entonces a lo grande gracias al protagonismo de divos consagrados: Giulia Grisi, Rubini, Antonio Tamburini o Luigi Lablanche, con inmensa aceptación, aunque a la postre optase por revisiones posteriores. Se vivían serios problemas en cuanto a los roles de voces masculinas, lo que obligaba a fijarse con mayor confianza en las damas, de larga tradición por el alarde de coloraturas decoradas hasta lo sublime, auspiciadas en las pujantes arias de locura- carnaza de delirio en I Puritani-, adaptadas a las nacientes óperas románticas.

El músico habrá de confiarse para el libreto, al conde C.Peppoli, quien se remitirá al drama Têtes rondes et Cavaliers de F.Ancelot y Boniface Saintine, y en parte, a W. Scott, en Old Mortality. En conjunto y en lo musical, la serie de los personajes, resultaba más pasiva que activa, logrando apoyar con sonidos suaves, los pesantes stacatti de las tensiones dramáticas. Para ello, el aria, elemento articulador, conseguía resumir una cualidad natural y expresiva con un talante melancólico claramente elegíaco. El arioso, recreaba los caprichos de los cantantes a la  moda, en esa propuesta adquirida por puro oficio, de rehuir, de los esquematismos  escénicos.

Modélicos y de ello quedará prueba en este reconocimiento belliniano, el estímulo embriagador de los duetti, en lo que afortunadamente, la melodía sabe dialogar directamente consigo misma en esa escalada de su madurez, para tan corta vida creativa, el recitativo no estará al margen, ya que se transfigurará en melodioso, relegando al coro a un mero ejercicio de sombra equidistante y obligando a la propia orquesta al arropamiento de sonoridades de apoyatura, ya que no debe reclamar una presencia de mayor peso.    

Momentos estelares  como el mantenido por Riccardo y Bruno entre la cavatina Ah per sempre io te perdei y la caballetta Bel sogno beato.  Elvira, quedaba consagrada por la abundaría arrebatadora de arias y dúos, a partir del angustiante cara a cara con  Giorgio Valton, Sai com, arde in petto mio el delirio que cierra el primer acto, enfrentada al coro Oh! Vieni al tempio; la estremecedora pasión de quien reafirma otro de los delirios en la cavatina por excelencia Ah, sin son vergin vezzosa, con la cabaletta A illegiadrid la prova, además de la Scena Rendetemi la speme, culminado la vuelta a la cordura en Ah! Sento, Oh! mio bell´angelo.  Lord Arturo, ponía su dedicatoria sentida en  la arrebatada A té, o cara, para dar pie al dúo confidencial con Enrichetta, Figlia a Enrico; no parlar de lei che adoro.  Giorgio Valton, redimía a Elvira en el aria apreciada de Cinta di fiori, mientras se preparaba el encuentro de tronío con Riccardo, en Suoini la tromba.

Ramón García Balado  

 

Amigos de la Ópera A Coruña: Programación Lírica

Jessica Pratt, Xabier Anduaga, Luiz-Ottavio Faria, Gerardo Bullón, Pedro Martínez Tapia, Nicole Brandolino, Enrique Alberto Martínez.

Orquesta Sinfónica de Galicia / Giacomo Sagripanti.

Coro Gaos / F.Briones.

Teatro Colón, A Coruña

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