Volvió por segunda vez el afamado trompetista Pacho Flores a los programas de abono de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. En esta ocasión con dos conciertos para su instrumento, el de Arutunian, concierto de cabecera de todo solista que se precie y el Concierto de Otoño de Arturo Márquez, compuesto pensando en Pacho Flores, que lo estrenó y lo ha paseado por medio mundo. El venezolano es una fuerza de la naturaleza que se mete al público en el bolsillo con su arrolladora personalidad y su dominio absoluto del instrumento.
Ambas obras contienen referencias a músicas de tradición popular y exigencias virtuosísticas que le permitieron exhibir sus muchas cualidades: sonido potente y brillante en todas las tesituras y con los diferentes tipos de trompeta, siempre perfectamente modulado, que solventaba con insultante facilidad los más intrincados pasajes y deslumbrando igualmente en los episodios poéticos, donde utilizaba un amplio legato que parecía no tener fin. El punto débil radica en las propias piezas, de muy escasa enjundia, mero vehículo para el lucimiento del solista, pero sin sustancia que justifique tanto alarde. Me gustaría escuchar a Flores en obras que permitan apreciar su capacidad como intérprete, de la que no dudo, y no solo como acróbata musical.
Andrey Boreyko, que debutaba con la orquesta, colaboró en el éxito final, siempre atento a las cambiantes propuestas del solista en una toma y daca continuo. La sirenita de Zemlinsky, que la orquesta tocaba por primera vez, inspirada en el famoso cuento de Hans Christian Andersen, permitió apreciar en excelente estado de forma del conjunto grancanario, en una pieza para gran orquesta escrita por un maestro de la orquestación y el color instrumental, que desarrolla todas las potencialidades de un moderno conjunto sinfónico. Boreyko se desempeñó espléndidamente, alternando sin brusquedades los fastuosos tutti con las secciones más recogidas, aclarando las densas texturas orquestales para que las diversas capas se escucharan con claridad, recreándose en las amplias secciones poéticas, con un fino trabajo de las gradaciones dinámicas y del color instrumental.
Todas las secciones y solistas supieron aprovechar los momentos que les brindaba una partitura pródiga en solos, especialmente el muy demandado concertino que personificaba a la sirenita, pero también instrumentos escasamente atendidos como el clarinete bajo o la tuba. No es de extrañar que la obra Zemlinsky figure cada vez más en las programaciones y grabaciones de las más diversas orquestas.
Juan Francisco Román Rodríguez
Pacho Flores, trompeta
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Andrey Boreyko.
Obras de Arutunian, Arturo Márquez y Zemlinsky.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.