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Crítica / La sabiduría de los maestros - por Blanca Gutiérrez

Madrid - 20/01/2022

Gran velada camerística el pasado domingo en el Círculo de Cámara que programa el Círculo de Bellas Artes de Madrid desde hace tres años, bajo la dirección artística de Antonio Moral. Un ciclo abierto a todo tipo de repertorio y formaciones, incluyendo la voz y el piano solista.

En este caso tuvimos el placer de escuchar a una formación relativamente inusual: piano, cello y clarinete, de la mano de tres grandes maestros de cada instrumento: Josep Colom, Lluis Claret y Joan Enric Lluna, respectivamente.

En la primera parte, el Trío Patético de M. Glinka escrito por su autor en Italia en 1832 para piano, clarinete y fagot, pero que admite la sustitución de los instrumentos para la versión que escuchamos el domingo. Obra muy hermosa, aunque desconcertante, quizá, por el carácter italianizante de su partitura. Melodramática, excesiva en sus contrastes, recuerda vivamente la fuente de inspiración de su joven autor: el belcanto que apasionaba a los aficionados de aquella época.

En la segunda parte, el Trío op. 114 de J. Brahms, una de las obras que compuso en su vejez, cuando pensaba haber casi cumplido ya su papel como creador. En los años 90 del s. XIX Brahms conoció y admiró el arte de Richard Mühlfeld, clarinetista de la orquesta de Meiningen; con él en mente escribió el Trío op. 114 y posteriormente el Quinteto para clarinete op. 115 y las dos Sonatas para clarinete op. 120.

Brahms siempre escribió bajo unos ideales inalterados de clasicismo romántico, y ni siquiera en sus últimos años se dejó atraer por las nuevas corrientes musicales que comenzaban a desarrollarse. El Trío op. 114, escrito en 1891, es buena muestra de ello, una pieza en la que el piano ejerce su función de unificador entre el emotivo cello y el dinámico clarinete, en una escritura mucho más personal e introspectiva que la del Glinka anterior.

El repertorio para clarinete, cello y piano no es excesivamente amplio y no suele justificar la creación de un grupo de músicos estable y con nombre propio. Lluna, Claret y Colom llevan tocando juntos más de 20 años. Los tres son solistas de extraordinaria calidad técnica y de fuerte personalidad artística, cada uno con cualidades que se complementan y amplifican en el conjunto.

La brillantez explosiva de Lluna se atempera con la elegancia emotiva de Claret, y ambos se benefician de la hondura expresiva de Colom. El conjunto se refuerza y la música se beneficia, tal y como sucedió este domingo, cuando cada uno de los músicos ofreció lo mejor de sí mismos, desarrollando un magnífico recital.

Antes de terminar esta crónica, un apunte sobre la tercera obra programada, el Sonetto de Petrarca n.º 104 para piano, S161 (1847), de F. Liszt. Para un autor que se encontraba siempre cómodo realizando paráfrasis de obras de otros autores, era sencillo realizar varias versiones de una misma obra, como fue el caso de los Tres Sonetos de Petrarca. Esta, para piano solo, forma parte del Liszt más profundo y meditativo, alejado de los fuegos de artificio de otra parte de su repertorio. Colom pesó y sopesó, aquilató y extrajo con su versión todo el oro que el piano del húngaro lleva en su interior.

Blanca Gutiérrez

 

Joan Enric Lluna, clarinete. Lluís Claret, violonchelo. Josep Colom, piano. 
Obras de Glinka, Liszt y Brahms.
Madrid. Círculo de Bellas Artes (Teatro Fernando de Rojas). 16/I/2022.

Foto © Miguel Balbuena / Círculo de Bellas Artes

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