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Crítica / La resplandeciente luz de Monteverdi e Hippocampus - por Simón Andueza

Cuenca - 03/04/2024

En una atípica Semana Santa en la que se vio envuelta la Península Ibérica, ya comenzada la primavera, el riguroso frío propio del invierno y de la blanquecina penumbra que invade el ambiente nevoso, -sí, este 31 de marzo nevó copiosamente de un modo extraordinario en el Cerro del Socorro, bien temprano, doy fe- este enrarecido ambiente clamaba a gritos una radiante luz que demostrara que el domingo de resurrección se había realmente impuesto en esa primera mañana extraña que comienza tras el cambio de madrugada que da comienzo al horario de verano. Y es que precisamente el término con el que fue titulada la sexagésimo primera Semana de Música Religiosa de Cuenca fue ‘Lux’ (Luz).

El concierto al que asistimos los afortunados melómanos en el incomparable marco del Espacio Torner fue realmente esa luz refulgente que disipa las tinieblas para acallar toda duda de la verdadera fe que pregona la Semana Santa. La inconmensurable música sacra de Monteverdi fue la que acalló cualquier atisbo de que el invierno enmudeciera la verdad y las formidables interpretaciones de de las solistas vocales y de los músicos de Hippocampus que Alberto Martínez Molina tan acertadamente reunió en esa fría mañana, son difíciles de olvidar, y felizmente llenaron a todos los asistentes de esa luminosidad, fe y directa empatía con los más esclarecedores afectos del Barroco temprano.

El programa titulado ‘Jubilet tota civitas’ (Que toda ciudad se regocije) nos brindó algunos de los mejores salmos, motetes y cantos espirituales de la Europa del Seicento, con fascinante música sacra que Claudio Monteverdi (1547-1643) compusiera para dos sopranos y bajo continuo. Esta sublime música no deja de ser una rara avis en nuestras salas de concierto, por lo que agradecemos su programación en la Semana de Música Religiosa de Cuenca, especialmente a su máximo responsable, a su director artístico Andoni Sierra, quien cerró la presente edición con un rotundo acierto, al igual que el resto de conciertos, conferencias y programas pedagógicos.

Comenzó el concierto con el delicioso Cantate Domino, a due canti, en el que se mostraron de inmediato las fabulosas virtudes que el resto del concierto iba a poseer. Las dos sopranos, en perfecta conjunción y diálogo comenzaron su inmediata interpretación. El rol de soprano primera fue encomendado a Manon Chauvin, quien maravilló al entregado y respetuoso público con su bello timbre, una extraordinaria capacidad de transmitir luminosidad y alegría en una verdadera dicha de deliciosas virtudes vocales y musicales: afinación perfecta, línea de canto fácil e impecable, en un ejercicio pulcro de dicción fabulosa del latín y de conjunción y complicidad con su compañera vocal y con el resto de músicos.

Quien no se quedó atrás en su labor musical de conjunto y como solista vocal fue Agnieszka Grzywacz, a quien acertadamente se le otorgó el rol de soprano segunda por el cálido color vocal que la intérprete posee, atesorando ésta un registro medio y grave realmente fabulosos, sin desdeñar ni un ápice su canto en el agudo, y  convirtiéndose en compañera feliz y confiable en las labores camerísticas junto a Chauvin y al terceto instrumental.

Ambas sopranos fueron muy solventes en las piezas en las que tuvieron que desempeñar por completo una labor de solista, manteniendo una segura línea vocal en la que podemos destacar, además de su repectivos fiati que les permitieron acometer unos espléndidos fraseos, un notable dominio de los floridos adornos que enriquecían las melodías directas monteverdianas, a la par que las atrevidas disminuciones del Divino Claudio fueron abordadas de un modo limpio e impecable. 

Acertadamente, para la comprensión de los textos, por la falta de uso del idioma latino, y no por la dicción deficiente de las solistas vocales, la actriz Gonzala M. Scherman se encargó de dramatizar elocuentemente en castellano los textos correspondientes a la pieza que seguían de inmediato.

Alberto Martínez Molina fue quien comandó desde el órgano positivo un sólido conjunto instrumental en las arduas y expresivas labores del bajo continuo en unas piezas que aunaban el recitar cantando con la espontánea y directa melodía italiana. Así, junto a él y conformando una unión robusta estuvo Ruth Verona en el violonchelo, quien dio verdadera profundidad al registro grave del conjunto, inundando de un bellísimo color dulce a la sonoridad del conjunto, mientras que Ramiro Morales en el archilaúd fue el imaginativo compañero que dominó la realización de sus arpegios que dotaron del afecto justo a cada pasaje correspondiente del texto de cada fragmento interpretado.

Tras más de una hora de ininterrumpida velada por parte del atento público, a la última pieza le siguieron los consiguientes aplausos realmente cálidos y sentidos, prolongados justamente en el tiempo, que dieron como consecuencia la interpretación como propina una preciosa Salve Regina para dos sopranos de la formidable colección Selva Morale e Spirituale.

Un verdadero broche de oro que puso fin a una excelente edición de la Semana Religiosa de Cuenca que deja el listón muy alto para la siguiente.

Simón Andueza

 

Manon Chauvin y Agnieszka Grzywacz, sopranos. Gonzala M. Scherman, recitadora.

Hippocampus, Alberto Martínez Molina, órgano positivo y dirección.

LXI Semana de Música Religiosa de Cuenca.

Espacio Torner. 31 de marzo de 2024. 12:30 h.  

 

Foto © David Gómez 

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