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Crítica / La Polifonía Ibérica conquista el FIAS - por Simón Andueza

Madrid - 11/03/2024

Mientras el Festival Internacional de Arte Sacro avanza en su trigésimo cuarta edición con un envidiable y frenético ritmo, debemos detenernos para repasar dos de sus citas a las que pudimos asistir, las dedicadas consecutivamente a ese tesoro enorme y realmente maravilloso que poseemos y que todavía no se le presta toda la atención debida en nuestros conciertos y ciclos: la gran polifonía ibérica del Renacimiento pleno. Estas dos efemérides contaron con dos destacados conjuntos especializados del panorama ibérico en su interpretación, y pudimos escuchar grandes autores como Philippe Rogier, Pierre de Manchicourt, Nicolas Payen, George de La Hèle, Francisco Guerrero, Duarte Lobo, Pedro Bermúdez, Juan Gutiérrez de Padilla, Hernando Franco, Estêvão Lopes-Morago, Manuel Cardoso o Estêvão de Brito.

El primero de los conciertos correspondió por el ofrecido por el coro asturiano EL León de Oro. Este conjunto, creado por Marco Antonio García de Paz a finales de los años 90, ha ido creciendo y se ha convertido en uno de los conjuntos vocales con una trayectoria realmente asombrosa, única y de marcada personalidad, puesto que se ha situado como una de las formaciones referenciales en los más prestigiosos escenarios nacionales y europeos, convirtiéndose en uno de los principales embajadores de la cultura musical renacentista española. El responsable de todo esto, Marco Antonio García de Paz, conserva intactas su pasión y vitalidad por la defensa e interpretación de esta música, que todavía necesita de mucho cuidado, atención y estudio por parte de musicólogos, intérpretes y programadores, como demostró sobradamente su recital. Éste rescató del olvido música que lleva más de cuatrocientos años olvidada en archivos y cajones, mostrando su esplendor y fabulosa calidad musical.

EL repertorio que pudo disfrutarse en una todavía desconocida por muchos Capilla del Palacio Real de Madrid no pudo ser más apropiado para esta joya arquitectónica. Fueron las músicas que se escucharon en este mismo espacio durante décadas acompañando a los oficios religiosos de la Corte Española durante el reinado de Felipe II por su Capilla flamenca, consistente en decenas de músicos provenientes de los Países Bajos, que trajo consigo cuando estableció la Corte en la ciudad de Madrid desde Toledo. Los dominios españoles que hoy os parecen tan lejanos y alejados de nuestra sensibilidad fueron durante muchos años unos hermanos y compañeros tan habituales que hicieron que la corte madrileña se llenara de artistas flamencos. Los Maestros de Capilla que capitanearon la música de la corte fueron magníficamente homenajeados en esta simpar velada, en donde pudimos descubrir la formidable calidad de sus creaciones musicales que sonaron en la capilla del viejo Alcázar, destruida por las llamas del fatal incendio de 1734, acontecido entre la Nochebuena y el Día de Navidad.

Así, pudimos oír las fascinantes creaciones que la exquisita y avanzada escuela flamenca de polifonía creaba para nuestros monarcas y nobles, en unas partituras que conservan la esencia de sus primeros y personalísimos autores, que supieron mezclarse con las creaciones italianas de la polifonía dominante en Europa, confluyendo en unas composiciones fascinantes, llenas de simbolismo y de tradición secular en su creación. Sus primeros intérpretes, la capilla flamenca que las interpretaba eran los más avezados músicos prácticos provenientes de los Países Bajos, año que supuso todo un reto interpretativo de alto voltaje para El León de Oro.

Así, la primera de la pieza interpretada fue un Regina caeli a doble coro de Philippe Rogier (1561-1596), perfecto exponente de la clara influencia italiana policoral en el mundo flamenco. La perfecta afinación del conjunto asturiano y su vital y contundente sonido fueron sus primeras cartas de presentación. La apasionada interpretación de esta música por Marco García de Paz contagiaba de inmediato a los componentes de León de Oro, que en el concierto de más de una hora de duración no desfallecieron y mantuvieron intactas su vitalidad y generoso volumen sonoro. La obligada disminución de la pieza por su doble coro no fu obstáculo para que las voces de sus componentes sonaran siempre compactas, y cohesionadas, debiendo destacar especialmente la calidad de sus sopranos, luminosas y de bello timbre, y con un empaste especialmente reseñable.

Las tres composiciones ofrecidas a continuación de Pierre de Manchicourt (1510-1564), demostraron la complejidad y primerísima calidad musical de sus creaciones. La polifonía imitativa hizo su aparición en estas bellas y singulares piezas. SU escritura a cinco voces permitió una demostración de las capacidades de alto nivel de sabiduría de Manchicourt, quien debe ser revisitado y reconocido como uno de nuestros grandes creadores musicales, al igual que le suceder al compositor de la monumental misa ofrecida como colofón del concierto. Debemos citar expresamente los títulos de las piezas Osculetur me y Emendemus y melius como dos de las obras que deben conocerse mucho más allá de los afortunados asistentes al concierto que nos ocupa.

Las obras de Nicolas Payen (1512-1559) y de Philippe Rogier que escuchamos, Virgo prudentissima y Cantantibus organis, poseen una belleza poética en su texto que deben ser escuchadas con más frecuencia de lo que se pudo disfrutar en la velada, algo que sin duda haremos en cuanto salga a la venta el disco con las piezas que pudimos felizmente descubrir en la ocasión, ya que el León de Oro las acaba de grabar para el prestigioso sello británico Hyperion. Este será su tercer registro, en una serie de cedés que comenzó en 2019 con el laureado disco Amarae Morti.

La composición que da título a esta grabación, la compleja y para nada breve Missa ‘Praeter rerum seriem’ de George de La Hèle (1547-1586) puso el broche de oro a este concierto. Sus cinco partes, Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei fueron una a una un descubrimiento monumental de nuestro patrimonio musical que debemos defender con todo el cariño posible porque su calidad y valor musical son de primer orden y lleva demasiado tiempo acumulando polvo cuan objeto inservible de un desván remoto y oscuro. Sus exigentes líneas monódicas que se aúnan para crear esta formidable polifonía fueron llevadas a buen puerto gracias al excelente desempeño entusiasta y encomiable de todos y cada uno de los miembros, treinta y dos cantantes que no se dedican exclusivamente a la másica de El León de Oro, y de sus fundador y director, Marco García de Paz. Una fabulosa formación vocal que García de Paz sigue sabiendo mantener en su extraordinario nivel todos estos años.

El público que llenaba la Capilla Real no pudo más que ovacionar fervientemente el trabajo de cada intérprete puesto en pie, exigiendo una pieza de propina, algo que fue gratamente ofrecido por El León de Oro, repitiendo, sin muestras de cansancio, la fabulosa pieza con la que comenzó el concierto.

Como afortunadamente la excelente calidad de las citas de esta edición de 2024 del FIAS es habitual, al día siguiente pudimos presenciar otro concierto de excepcional calidad, el que nos ofreció Officium Ensemble, grupo de cámara vocal especializado de la música polifónica renacentista proveniente de Portugal, quienes se han consolidado como uno de los conjuntos vocales portugueses más destacados dedicados a la música antigua. Desde su fundación en 2000 por el director Pedro Teixeira, el conjunto ha logrado una notable pureza sonora. Este selecto grupo de 12 cantantes ha hecho que las actuaciones de Officium Ensemble sean aclamadas por su vivacidad, expresividad y capacidad de respuesta al texto. En un concierto titulado España, Portugal y el Nuevo Mundo, pudimos escuchar nuestra música polifónico que nos ha hecho más internacionales, tanto la interna, con compositores españoles que se trasladaron a Portugal y a países del otro lado del Océano Atlántico, como a los que ahora pertenecen a otra nación, Portugal, pero que fueron testigos de nuestro pasado común como estado unitario, algo que sigue siendo un rasgo común fundamental de ambas naciones hermanas, y que no hemos de olvidar.

La bellísima música que arrancó el programa fue el motete Sancta Maria de nuestro Francisco Guerrero (1528-1599), pieza que puso de relieve inmediatamente las fabulosas cualidades del conjunto luso. La asombrosa y natural precisión rítmica, su perfecta afinación y equilibrio sonoro, así como su compacta y milimétrica dicción del texto son las bases sobre las que se asienta un maduro discurso musical capitaneado con autoridad de una vitalidad constante por Pedro Teixeira. Además, la búsqueda del fraseo musical es una máxima constante en el discurso interpretativo de una polifonía que huye de la monotonía y busca un constante discurrir ameno y coherente.

Este motete sirvió de eje central de todo el concierto, al ser la obra en que se basa la misa interpretada en él, verdadero motor del programa, ya que se interpretó intercalada al resto de piezas por su extensión. Ésta fue la Missa ‘Sancta Maria’ del compositor portugués Duarte Lobo (1565-1646), composición que demuestra el estrecho hermanamiento de Portugal con España. Las incoaciones del canto llano de sus números fueron realizadas por Pedro Teixeira, en un ejercicio de sano liderazgo y de humilde unidad interpretativa. La absoluta afinación con la que comenzaba y terminaba cada pieza permitieron que la comprobación rutinaria del tono con el diapasón por Teixeira fuera anecdótica. En la misa la búsqueda de una transmisión clara del texto se hizo a través de las dinámicas, obteniendo un resultado ameno didáctico de su significado, huyendo de la plana interpretación de una música que debe huir de ella para no convertirse en un mero amalgama de belleza sonora. Así, sus números más largos, incluso el Credo, fueron de un disfrute deleitoso para todo el público que abarrotaba la madrileña Basílica Pontificia de San Miguel.

Un detalle más de la búsqueda de la huida de la monotonía interpretativa, tanto para los propios músicos como para la audiencia congregada en la iglesia fue la disposición del grupo en el espacio del concierto. Cada pieza del evento contó con una disposición espacial propia. Como buen ejemplo destacaremos la disposición en un círculo cerrado de los componentes de Officium Ensemble para interpretar Christus natus est nobis, motete navideño de Pedro Bermúdez (1558-1605), compositor granadino que se trasladó a México a trabajar, lugar en donde falleció, y en donde compuso su bella pieza de polifonía imitativa. La peculiar disposición de la obra permitió que la ya plena afinación y conjunción del grupo portugués fuera incluso más perfecta y conjuntada, regalándonos uno de los momentos de más asombrosa calidad y verdadera música de cámara de la noche.

Una de las tradiciones polifónicas más arraigadas de los compositores ibéricos fue el poseer como base musical el canto llano religioso sobre el que elaborar sus composiciones. Una de las más afamadas, queridas y apreciadas son, sin duda, las dedicadas a la Virgen maría, y hay una en particular que se erige como la favorita entre ellas, que es la Salve Regina. Como ejemplo singular escuchamos la composición que elaboró Hernando Franco (1532-1585) de esta música tan bella como versionada, pieza que como era costumbre alternaba versos impares de mopnodía con versos pares de polifonía, encontrándonos con una excepcionalidad digna de mención, ya que en el  último verso monódico O clemens Hernando Franco añade una bella parte polifónica en el momento en que el texto proclama la dulzura de la Virgen, O dulcis.

Las tres piezas que cerraron el concierto fueron de una calidad y variedad compositiva de un nivel superlativo. Commisa mea, de Estêvão Lopes Morago (1575-1630), músico vallecano que se formó y trabajó en Portugal, nos fascinó por la riqueza de su factura, a 6 voces, con dos sopranos y dos altos, en donde la calidad vocal y su equilibrio sonoro fueron en todo momento de exquisita profusión, a pesar del escaso número de los miembros del ensamble luso. Uno de los motetes más formidables que haya creado la mente un compositor renacentista fue la pieza escogida como antes del cierre de la velada, Non Mortui de Manuel Cardoso (1566-1650), extraordinario autor portugués todavía hoy escasamente reconocido como lo que es un verdadero genio. Su genialidad quedó patente en las asombrosas disonancias que expresan el doliente texto de la obra, remarcadas de un modo coherente y expresivo por Officium Ensamble.

El concierto concluyó con Vidi Dominum de Estêvão de Brito (1575-1641), compositor portugués afincado en Málaga, ciudad en donde trabajó muchos años y en donde falleció, espectacular y compacta composición polifónica a doble coro en un anticipo de lo que vendría siglos posteriores en España y Portugal, la policoralidad barroca tan amada y apreciada en nuestras fronteras que fue transmitida por los pioneros músicos italianos.

La espectacularidad de esta música fue correspondida por una ovación de sus mismas características, lo que obligó a Pedro Teixeira a regalarnos con su querido Officium Ensemble  una formidable propina del mismo de Brito, la también obra a doble coro O rex gloriae.

Simón Andueza

 

XXXIV Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid

Los Maestros Flamencos en la Corte Española. El León de Oro, Marco Antonio García de Paz, director. 25 de febrero de 2024, 19:00 h. Capilla del Palacio Real.

España, Portugal y el Nuevo Mundo: Música de la Monarquía Hispánica. Officium Ensemble, Pedro Teixeira, director. 26 de febrero de 2024, 19:30 h. Basílica Pontificia de San Miguel

 

Foto: El Officium Ensemble en la Basílica de San Miguel.

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