La Temporada 24/25 de la OSCyL en su sede vallisoletana, incluía como II Concierto Extraordinario el de la Orquesta Filarmónica del Sur de los Países Bajos (PHILZUID), conjunto versátil en contínua innovación, que busca compartir con sus públicos emoción, sorpresa, paz interna y/o inspiración mutuas. Vino con su Titular desde 2021, Duncan Ward (1989), cuya carrera está en franza proyección en Europa y USA. Y a fe que, vistos y oídos sus resultados, está más que justificado. La Orquesta, de edad media apropiada, con Profesores jóvenes y algunos más veteranos, presenta una mezcla de entusiasmo y sabiduría de resultados óptimos. Para repertorio no muy frecuentado, su orgánico fue de orquesta sinfónica: 50 cuerdas, arpa, celesta y y piano, más lo habitual en el resto de familias. Más de 1200 oyentes en el Auditorio disfrutaron con éllos y la solista invitada, Veronika Eberle (Donauwörth, 1988), violinista, I Premio en el Internacional Ifrah Neuman de Maguncia y Premio del Público en los Festivales de Schleswig-Holstein y Mecklenburgo; fue promovida en 2006 por Simon Rattle en el Festival de Pascua de Salzburgo, con la Filarmónica de Berlín y el Concierto de Beethoven. Aquí tocó el Concierto para violín "A la memoria de un Ángel" (1935) de Alban Berg, (estrenado en Barcelona en el 36), con su"Ries", A. Z. Stradivari (1693).
Abrió Programa el estreno en España de Distorted Fantasia (Fantasía distorsionada) (2021) de Joey Roukens (Schiedam, 1982), encargo de la Real Orquesta del Concertgebouw y la Fundación Sweelinck, en el 400 aniversario del genial organista; para ello escogió su Fantasía en modo dórico SWw 259, tratándola de forma surrealista con nuevos ritmos, armonías y dramáticos efectos durante 14 minutos, con respeto al espíritu original pero en nuestro tiempo. Resultaron muy bellos, el dúo arpa-celesta sumamente delicado (precioso sonido el del arpa) con compases de la melodía organística, tal como, arpa y piano hacen después fragmentándola con intervención del flautín y llegar a un suave final. La interpretación fue estupenda, con músicos y Director creyendo en y disfrutando con élla. Duncan Ward mostró ya sus credenciales: técnica de brazos y manos diáfana, expresividad, cuidado del sonido y dominio de los silencios, durante y al final de cada pieza; en suma, un trabajo directorial de alto nivel. La PHILZUID mostró sobre todo afinación y equilibrio perfectos, cuerdas homogéneas y dúctiles, metales muy nobles y maderas cristalinas (como mostraron después, con destacados clarinetes); por poner una discutible pega, uno o dos cellos más hubieran dado un punto más de color a los graves. Por tanto, un conjunto bien trabajado y gran capacidad dinámica. El estreno fue muy bien acogido y aplaudido, por su ingeniosa orquestación actual biensonante e ingeniosa.
Veronika Eberle abosdó el conmovedor y esperanzado Concierto para violín de Berg, con un hermoso sonido aterciopelado, tal vez un puntín justo en volumen para los fortes orquestales, pero de calidad, técnica y gusto interpretativo irreprochables, más en esta lírica pieza donde el autor glosa la vida de Manon Gropius, "Mutsi", hija del segundo matrimonio de Alma Mahler, tristemente fallecida a los 18 años víctima de poliomielitis. La angustia que ello le produjo y el afecto que la tenía, le movieron a incluir las 4 primeras notas del coral de Bach "Es ist Genung", que los clarinetes bordaron en la sección II-Adagio del II movimiento. Sobre las 4 cuerdas abiertas del violín, inició Eberle con primor las correspondientes 4 tríadas que el autor incluye en la serie que creó como base del Concierto; la danza de Carintia reflejo de la juvenil "Mutsi", salvó sin tacha las dificultades del II movimiento para la penosa enfermedad, muerte y sublimación culminada con escala al agudo, ascenso del espíritu al más allá; intensa fue su cadenza en el Allegro. Y todo ello absorbido por el público, junto con la gran labor orquestal y finura en la concertación, hasta hacerlo saltar ante tanto sentimiento. Salidas y ovaciones para todos hubieron de ser correspondidas por Eberle, manteniendo la atmósfera creada con el movimiento I de la Sonata para violín de Prokofiev, que pareció ideado para sus virtudes por emotividad y cuidada versión. Lógicamente, la respuesta fue igualmente cálida.
Completaban programa las Variaciones sobre un Tema original "Enigma", op. 36 (1899) de Elgar. Las 14 variaciones escritas por el autor caracterizadas por iniciales de sus amigos y tempi variados, (ya precisadas hoy por estudios epistolares, sigue como "Enigma" el Tema, si original o prestado o ambas cosas), exigen una lectura capaz de mantener la atención y el interés del oyente, por lo que matiz, expresión, tensión y sensibilidad, deben estar a alto nivel. Y hay que decir que PHILZUID y Duncan Ward lo lograron. Entre tanto bueno, hay que destacar la VII.- Presto (Troyte), con el timbal preciso y controlado como debía serlo el arquitecto citado; la esperada IX.- Adagio "Nimrod", con lento tenso en ppp y reguladores amplísimos como los que A. Jaeger alababa en Beethoven; la X.-Intermezzo (Allegretto "Dorabella"), con esas cristalinas maderas; sin olvidar el fraseo de cuerdas en la V.-; metales equilibrados en la IV.-; el cello en la XII.- como sesión de cámara, el clarinete en la XIII.- Romanza citando a Mendelssohn; y la XIV. Final, con tutti forte brillante, preciso y controlado que remató la lección orquestal. Éxito total.
José M. Morate Moyano
Veronika Eberle, violín
Orquesta Filarmónica del Sur de los Países Bajos (PHILZUID) / Doncan Ward
Obras de J. Roukens, A. Berg y E. Elgar
Sala sinfónica "J. López Cobos" en el CCMD de Valladolid