La Tribuna, parte de un relato de Emilia Pardo Bazán y cuya suite de Gabriel Bussi suponía el estreno de la pieza, con el autor al frente de la sección de cuerdas, se avenía a lo sencillamente descriptivo en cada tiempo, con una Obertura trazada sobre un obsesivo fagot, la Nana de Amparo a la que dan personalidad los oboes y el tercero, La llegada de la Unión del Norte y la ruptura de Baltasar, dentro de una ambientación turbia auspiciada por fagotes, chelos y bajos, en oposición a flautas y violines. Quizás sería preciso atender a la trama de esa ópera sobre libreto de Javier Ozores.
Ravel y el Concierto para piano en Sol M., perfecta en efectivos y dimensión para Colom, por ajustarse a sus dominios en cuanto a lo que reconozcamos del pianismo ibérico, con el que mantiene similitudes, uno de sus patrones reconocidos. El Allegremente, fue atacado con una imponente cascada de arpegios antes de deslizarse hacia un tutti en el que el diálogo con la orquesta y el director, transpiraba naturalidad y frescura. Sorprendió por su volatilidad el Adagio assai, ajeno a toda urgencia precisamente por la seguridad planteada en la apacible cadenza, a la que necesariamente respondería la orquesta con un fluida prestación de tímbricas variadas, en cada una de las secciones. En los tiempos extremos, el autor mostraba un ramalazo de detalles jazzísticos destilados y con claras influencias de Gershwin, que todo aficionado medianamente puesto en materia, reconoce a golpe de detalles que, para redondear faena, alcanza el punto de gracia en el Presto final, un motto perpetuo, de provocadora precisión metronómica, en el que el piano, impone su ley.
La Cuarta sinfonía, en Mi m. Op. 98, de J. Brahms, en la que encuentra un caudal de inspiración en la música preclásica, que le revelaría curiosas posibilidades de enriquecer el lenguaje musical. El Allegro non troppo es representativo del espíritu de la obra en su conjunto, siendo muy propio del Brahms, en su etapa final, el arte con que un tema tan amplio y modulante se desarrolla a partir de un diseño de solo dos notas. Bach impregna la obra en su conjunto, por las citas usadas. El Andante moderato, maneja sutilmente ritmos binarios y ternarios, obsesivamente superpuestos, para alcanzar un lirismo estremecedor, pero para no provocar dudas, nos quedamos en el Allegro giocoso, con una entrada de maderas y cuerda aguda, no quiere pasar por un scherzo al que podría asimilarse, y que se llega al final con otro enérgico tutti. El Allegro energico e appasionato final, culmina la apoteosis de la obra y así como el autor se había despedido de la música de cámara, así dirá adiós a sus creaciones sinfónicas con un movimiento formado por variaciones, con reminiscencias de la forma chacona. La OSG, esta vez, con Josep Pons, reflejó con meditada actitud interpretativa, los aspectos subliminales de este portentoso sinfonismo.
Ramón García Balado
Josep Colom. Orquesta Sinfónica de Galicia / Josep Pons.
Obras de Gabriel Bussi, M. Ravel y J. Brahms.
Palacio de la Ópera, A Coruña
Programa de mano: + INFO
Foto: Josep Pons y Josep Colom durante los ensayos (fuente: Twitter OSG).