El 15º concierto de abono de la OSCyL en su sede vallisoletana presentó a Colin Currie (Escocia, 1976), -especialista invitado en la Cátedra de Percusión del Superior de Aragón, fundador del "Coplin Currie Group" para tocar a Steve Reich y del "Colin Currie Quartet" en 2018 para otras obras diversas; comprometido con la Música contemporánea, es "Premio Instrumentista" de la R. Sociedad Filarmónica en Reino Unido-, para interpretar, también por vez 1ª en Valladolid, el Concierto para percusión y orquesta (2011), (para 2 flautas, 2 clarinetes, fagot, trompeta, 2 trompas, piano-celesta, 4 violines, 3 violas, 2 cellos, 2 contrabajos, timbal, 3 percusionistas y solista), de Joey Roukens (Países Bajos, 1982), compositor ecléctico, rico en expresividad, que parte de simples temas tradicionales o del mundo pop; el Concierto se lo encargó el "De Doelen Hall" holandés como 1º de una serie titulada "Conciertos de Rotterdam"; cuando supo que se lo estrenaría Colin Currie, complicó aún más su escritura, sabedor de las habilidades y categoría del intérprete, pero sin perder claridad de líneas expresivas y sumando todo tipo de estilos: ritmos motores, unísonos a la Andriessen, minimalismos, Stravinski y otros, pero todo sabia y musicalmente mezclado, buscando el ideal de todo percusionista: hacer líricas melodías con sus medios.
Toda una exhibición de instrumentos en el amplio frente del escenario, tanto de tono indefinido como marimba, vibráfono de varias escalas, xilófono,... como de los que lo tienen, bombos, tambores, platos, cajas,... y dobles baquetas, arco, uso de manos y pies e itinerancia por el frente para seguir lo escrito en la partitura. Hay opción a que cada músico juegue su papel solista o en conjunto, siempre con buen gustp y lógica narrativa.
Para dominar todo ésto, se contó por 2ª vez bien ganada con Chloé van Soeterstède (Francia, 1988), magnífica Directora que repitió el éxito tenido en su presentación anterior pues, no sólo su técnica es clara y precisa, sino que se implica en la música que dirige y cuida los detalles al máximo, arrastrando a sus músicos a hacer lo mismo y disfrutar a la vez del trabajo bien hecho.
Así, los 4 movimientos que completan los 40 minutos del Concierto: Líneas y colores (romántico francés de excelente regulador completo y momentos de viola, de los 4 violines, de cello y flautas, los 24 músicos siempre subrayando la increíble labor de Currie); Recuerdo de este lugar (dulce y patético modo Mahler y Sibelius, con pop ambiental y texturas armónicas); Surcos proteicos (ritmos variados con una gran cadencia del solista impresionante por su dificultad y vitalidad, rematada con levedad por la celesta); y Se acabó, amigo mío (con bello solo de vibráfono de gran tristeza, al que se van añadiendo el resto de instrumentos e ir abriéndose camino la melancolía tras separación y recuerdos y evolucionar a la esperanza y el optimismo, para que lo vivido produzca un mundo mejor).
El Auditorio, al borde del lleno total, estalló en merecidas, fuertes y repetidas ovaciones en cada salida, porque pieza e interpretación alcanzaron un gran nivel por todos los intérpretes.
La 2ª Parte reflejó asimismo calma, dolor y futuro mejor, aún con la enfermedad truncando dos prometedoras vidas. Se inició con la breve y también primicia De una mañana de Primavera (1917-18) de Lili Boulanger (1893- 1918), breve scherzo muestra de orquestación cristalina y airosa de quien fue la 1ª mujer en obtener el "Premio de Roma" con 19 años, que hubo de ser ayudada por su hermana Nadia para terminar de copiar lo que componía en su lecho de muerte. El flauta solista se lució al exponer el tema principal que los vientos realzan; color y textura de influencia debussyana, en canto a la Naturaleza con las flautas sobre un ostinato de cuerdas, un centro que esconde el dolor de la autora y un final que recobra energía y se remata con el glissando del arpa.
Soeeterstède volvió a dar con las claves y leyó también lo "misterioso" de violín y celesta, dando una excelente versión.
Y vino otro gran momento de la jornada: la versión de la Sinfonía nº 2 en Do M., op.61 de Schumann. Dijo su autor a su amigo Mendelssohn: "oigo en mi cabeza trompetas y tambores", lo que pudo ser síntoma de su enfermedad o que esta Sinfonía le sonaba ya dentro. También se dice que es la de los "matices", por la rica agógica que contiene, así como la notoria presencia del Do M. (en el Scherzo Do m.) en toda élla, así como el bethoveniano planteamiento destino/pesimismo que acaba por superarse.
Todos estos supuestos estuvieron recogidos por la Directora y sus músicos, que lograron satisfacer todos los matices musicalmente, que los metales y el timbal estuviesen perfectos, que la cuerda sonara delicada y justa en el maravilloso Adagio espressivo, como el oboe recuperando el tema principal, o el "motivo BACH" del 2º de los Tríos del Scherzo o el brío del rondó final "alla breve" tan brillante que aleja a la enfermedad y se acerca a la Luz. Todos estuvieron excelentes y Chloé van Soeterstède volvió a cobrarse otro nuevo triunfo con la OSCyL.
José M. Morate Moyano
Colin Currie, percusionista
Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Chloé van Soeterstède
Obras de J. Reukens, L. Boulanger y R. Schumann
Sala sinfónica "Jesús López Cobos" del CCMD de Valladolid