Vamos a dividir este comentario en dos apartados, una crítica y un comentario social.
Solo un breve apunte a las circunstancias que vivimos, en las que seguimos inmersos. Todos somos conscientes de los difíciles momentos que atravesamos, y que, según el carácter y las circunstancias personales propias, vamos capeando con mejor o peor fortuna, con ánimo más alegre o más cabizbajos. Por eso, acudir a un concierto con música en vivo es una experiencia muy particular, que vivimos con intensidad, con el ansia de disfrutar del momento, de impregnarnos de la música en el instante.
Y cuando el concierto comienza con la primera de las Suites para violonchelo de J. S. Bach es probable que se obre el milagro para todos los presentes. Porque algunas músicas son mágicas en sí mismas, y desde la primera nota crean una burbuja que aísla y rodea al oyente, protegiéndole de todo lo que acontece en el exterior de esa burbuja.
Claro está que parte del milagro reside en la interpretación del artista, en este caso Lluis Claret, cuya interpretación podemos describir con diversos adjetivos: meditativo, mesurado, melodioso sin empalago, una perfecta mixtura entre una forma de interpretar heredera de su referente Casals y otras más modernas. Logró crear la atmósfera de concentración e intensidad perfectas en la que continuó desarrollándose el concierto.
A continuación, un salto casi al vacío, con música de Webern, bisagra que funcionó a la perfección entre el inicio y el final del concierto. Un Webern que cuando compuso su Op. 5 y Op. 9 andaba a la búsqueda de otros mundos, mezclando el trabajo heredado (instrumentos, formación) con la exploración de nuevos territorios sonoros. En su Cuarteto Webern lucha a brazo partido entre la tradición y la modernidad. Es como si el músico dijese: mirad, lo he intentado, y ¿lo veis? Puedo hacerlo, pero en realidad lo que busco es esto otro, es lo que quiero hacer de verdad y no pararé hasta conseguirlo…
Música inevitablemente más fría que la de Bach, pero que el joven Cuarteto Cosmos transmitió con rigurosidad.
Un inciso: El lejano zumbido de la ventilación del Salón de Columnas del CBA, constante durante todo el concierto, no fue un obstáculo para la escucha de las obras de Webern. Por el contrario, contribuyó sin querer a amplificar las texturas modernas de las brevísimas piezas del vienés. Con Bach y con Schubert, absortos en su música, nos olvidamos de que estuviera zumbando.
Y para finalizar, el Quinteto en Do mayor de Schubert, que la escucha previa de Webern actualizó y modernizó, colocándolo en una medida que no es habitual, lejos de cánones clásicos y románticos, convirtiéndolo en algo absolutamente personal. Porque cuando Schubert escribe esta obra, a escasos meses de su muerte, escribe lo que le sale de las entrañas, poco preocupado ya de lo que hay fuera.
Un 2º movimiento que probablemente sea de lo más hermoso de toda la música de Schubert y un 3º movimiento que es un grito, un brazo alzado en busca de ayuda, de apoyo, de comprensión. Absolutamente moderno, acabando con un 4º movimiento que se convierte en un reflejo de la situación que vivimos: un sinsentido, pero en el que aún tenemos fuerzas para decir que queda esperanza. Y que Schubert vive a la manera que muchos hacemos: nos cuenta lo mal que lo está pasando, pero es capaz de encontrar alegría y belleza en lo que le rodea y en sí mismo. Un grito de: ‘Aún me quedan fuerzas y tengo cosas que decir, dadme algo más de tiempo, por favor’.
El joven cuarteto Cosmos, acompañados en esta obra por Claret, demostraron que pueden ser uno de los grandes cuartetos del futuro. Lo tienen casi todo: juventud, personalidad, musicalidad, intenciones, calidad artística… Les sobra quizá, todavía, algo de nervios y tensión, quizá preocupados por querer transmitir todo lo que llevan dentro. Es por eso, que, al menos para quien esto escribe, sonaran mucho mejor en los momentos íntimos y ‘relajados’ de la música de Schubert que en aquellos instantes donde la carga y tensión de la obra es máxima, en los que se les notó un poco tensos y rígidos.
Sin que ello sea menoscabo para reconocerles una bellísima versión, a la que podemos aportar numerosos adjetivos: emocionante, dinámica, transparente, personal, homogénea… En cuanto dominen la llave que permite unir con personalidad propia todos los universos que contiene esta música, estarán entre los mejores.
Blanca Gutiérrez
CÍRCULO DE CÁMARA / Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes de Madrid
Obras de Bach, Schubert y Webern
Cuarteto Cosmos. Lluís Claret (violonchelo)
Foto: Cuarteto Cosmos / © Michal Novak