La juventud llegó a brillar de la mano de una leyenda vida como es el mítico Christoph Eschenbach. En este caso han sido dos exclentes intérpretes como son el griego Stathis Karapanos y el murciano José Antoni Domené, flauta y arpa respectivamente.
Todo comenzó con una estreno mundial del compositor y productor discográfico, Michael Fine, presente en la sala. Un breve "Concierto para flauta y orquesta (nº2), denominado "¿Te acuerdas?". Un página que rememora unas vacaciones junto a su esposa en la bella ciudad de Granada. La página es breve y concisa, mas no posee ningún motivo musical que recuerde que su inspiración es la tierra nazarí, sino más bien una hermosa partitura al más puro estilo Siglo XXI, con disonancias justas y óleos nostálgicos de sensaciones nostálgicas.
Mozart y su hermosísismo "Concierto para Flauta y Arpa KV 299" es donde el oyente tiene la sensación de escuchar al más puro Amadeus, un genio que no es que adorase la flauta, cuando lo escribió en París por encargo a fines de la década de 1770. Menos mal, pues su producción para este instrumemto está entre lo más inspirado, dejando obras de gran belleza como es el caso.
El dúo entre Karapanos y Domené se lució de manera memorable, sacando lo mejor de una partitura que posee momentos sublimes, ente sentimentales y lindos, un uso muy agradable de cada instrumento donde se nota la calidad necesaria del entretenimiento parisino. El arpa de Domené resulta convincnte, a la vez que bella en nitidez y expresividad, sintiéndose hasta en sus pasajes más lentos y silenciosos. En sus pequeñas fuerzas (la orquesta tiene solo dos oboes, dos trompas y el conjunto de cuerdas estándar) es adecuado para el equilibrio, en línea con el formulario de concierto estándar. Los dos solistas esperan a que la orquesta presente el material de apertura del primer movimiento, luego lo tomen al unísono. El movimiento en su conjunto es más encantador en la escritura de diálogo para la flauta y el arpa y en su lirismo desbordante.
El segundo movimiento está acompañado solo por la sección de cuerdas (las violas se dividen en dos partes para un sonido más rico). La intepretación resulta cálida, sin complicaciones y algo florida. El final es un rondó animado con un verdadero desfile de melodías atractivas. Cada cadenza expuesta hace lucir de manera esbelta a los solistas que dejan embelesado al público, como lo demuestran al final del mismo con efusivos aplausos.El concierto en su conjunto, a pesar de haber sido un encargo sin remunarción por parte del Duque Guines, es uno de los recuerdos más agradables de la estadía de Mozart en París, que continuaría reverberando estilísticamente a través del resto de su producción.
Después de la propina "Entreacto" de Jacques Ibert, la "Séptima Sinfonía" de Beethoven por Eschenbach fue óptima en su ejeción, dirigida con una gran profundidad, detalles, equilibrio y más belleza sonora pura. El público asistente llegó a capturar la emoción de una actuación en vivo de Eschenbach, donde la escala, el alcance y el sonido de la actuación son totalmente característicos del director.
Todo tumulto, todo anhelo y tormenta del corazón se convierten aquí en la dichosa insolencia de la alegría, que nos lleva con poder bacanal a través del espacioso espacio de la naturaleza, a través de todos los arroyos y mares de la vida, gritando con gozosa autoconciencia mientras resuenen por todo el universo los atrevidos acordes de esta esfera-danza humana. La Sinfonía es la Apoteosis de la Danza misma: es la Danza en su aspecto más elevado, el acto más elevado del movimiento corporal, incorporado a un molde tonal ideal, como bien describió Richard Wagner.
Luis Suárez
Franz Schubert Filharmonia.
Stathis Karapanos, flauta. José Antoni Domené, arpa.
Christoph Eschenbach, director.
Obras de Michael Fine, Mozart y Beethoven.
03/03/2024, Teatre Tarragona.