Haciendo honor al epígrafe del ciclo de órgano del CNDM: “BACH-vermut”, escuchamos de entrada la Sonata en re mayor de Johann Sebastian Bach en el sugerente concierto (titulado “Carnaval imaginario”) ofrecido por Benjamin Alard en mañana de sábado y sala sinfónica del Auditorio Nacional al completo.
Delicadeza en el fraseo y empleo inteligente de unos registros que, sin salirse de la estética a la que sirven en ésta y resto de piezas barrocas del programa seleccionado, buscaron ofrecer un atractivo de relativo, moderado contraste. El necesario contraste que juega con la expectativa que todo publico tiene al escuchar autores de esta índole.
Asertivo arranque de un sutil Bach, intimista de inicio, una más agreste fuga con lengüetas, de seguido suaves violones y, figuralista e imaginativo en su Thema all’imitatio gallina cuccu que remata faena.
Sin salir de una trazada temática, Saint-Saëns y su Carnaval de los animales fue una alternativa a este figuralismo barroco, pero en clave romántica: de “cuccu” a “coucou”.
De ahí de nuevo al barroco, en ligero vaivén, sito ya en definitiva clave gala: Jean-Philippe Rameau.
Todo en un delicada registración y con ajustada articulación. Un Rameau lleno de sorpresas y abierta variedad de timbres.
De nuevo Saint-Saëns y su inmortal Cisne, aislado de aquel Carnaval. Aplausos espontáneos que hasta el momento se habían reservado con inusitada prudencia.
Volvimos a la galanura con François Couperin y su Ruiseñor enamorado (Le rossignol en amour). La linote éfarouchée, un Pardillo asustado, más enérgico. Las Currucas quejicosas también en registros agudos y final cadencioso, para llegar a la incisiva registración de Le carillon de Cithère.
De aquí, el vaivén, a las Tortugas-can-can y un más comprometido Elefante del Carnaval de Saint-Saëns, siempre en arreglos de Alard.
Michel Corrette y su Concierto cómico (XXV, en sol menor) ‘Les sauvages et la Furstemberg’ fue la siguiente etapa de este curioso viaje.
El Allegro de Los salvajes ofreció la oportunidad de mostrar las posibilidades de ecos que ofrece, de inmediato, la disposición ergonómica de los cuatro teclados del órgano de la sala sinfónica.
Intimismo en el Andante (Quand on scait aimer et plaire) para volver a la extroversión y fuertes contrastes de: La Furstemberg.
Vertiginosas escalas de adorno en un nuevo Rameau que, de la Patomima a los interesantes “Minuetes”, mostró obras de hábil escritura ofrecidas con ingenio in situ sobre los cuatro teclados.
La Chacona de Las indias galantes dio oportuno final a un concierto donde se concitaron delicadeza y gusto con un repertorio de inspiración y ejecución gala (salvando ese Bach inicial, que, selecto y conciso, tampoco desentonó en este sentido estético, cultural o geográfico…).
Luis Mazorra Incera
Benjamin Alard, órgano.
Obras de Bach, Corrette, Couperin, Rameau y Saint-Saëns (arreglos de Alard).
CNDM / BACH-vermut.
Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto © Elvira Megías