El drama sacro El martirio de San Sebastián escrito por D’Annunzio en 5 Mansiones o Moradas, fue dotado de una excelente música incidental para coro, orquesta y 3 solistas por Debussy, quedando algo preterido por su duración y ambigüedad religiosa del texto. La Fura lo ha puesto al día, remozando y reescribiendo ese texto por acertada mano de Guillem Martínez, y Dirección escénica de À. Ollé y C. Padrissa, aquí a cargo de Valentina Carrasco, vestida por J. Plensa y coreografía de M. García.
La OSCyL ocupó el foso con total acierto, destacando maderas y cellos en su dúo, oboe y metales en su fanfarria inicial de sabor romano; el Coro Calderón Lírico, 48 cantores, estuvo bien en lo vocal y lo actoral, más dada la dificultad tonal de la partitura, su canto en piano y en francés y los movimientos a que le somete la escena, haciendo de él protagonista esencial. Andrés Salado asumió la Dirección musical con total acierto, pues cuidó al Coro, agrupado y en gradas, y sacó un bonito sonido de la preciosa orquestación, atrevida por momentos, del francés. Todo en coproducción del Calderón local, del Comunale de Bolonia y del Castell de Peralada.
El narrador que da unidad al espectáculo servido muy bien por Diego Martín, se presenta al gusto Ollé como médico que analiza cuerpo y alma de Sebastián, para entender cómo puede evolucionar de arquero a mártir glorioso, sin explicación natural; preciosa escena la del anfiteatro de autopsias. Los otros dos actores, Santi Martín en Sebastián y Jan Cornet en Diocleciano, cumplen a la perfección su labor, rica de movimiento y expresividad en ese sello Fura que potencia lo circense y coreográfico, aquí sin excesos y total sentido. Así funcionaron también bailarines y figuración. El vestuario muestra los cuerpos como láminas de fisiología que, en el caso del protagonista, permiten despojarle de éllas y dejarlo en su desnudez cara al martirio y a su pureza, y a la posterior gloria. Muy buenos también los vídeos con el cerebro y sus circunvoluciones, que casan bien con los giros concéntricos y en espiral ocasionales del Coro.
La soprano albana Inva Mula cantó los personajes líricos de la pieza, el alma del arquero en su resurrección y ascenso al Cielo o en la siega de la espiga; su técnica y emisión sin tacha dieron realce a lo escrito, aunque el brillo del color se vaya atenuando. Estupenda contralto Vikena Kamenica en Marcellien, redonda y plena, y muy bien la mezzo Anne-Sophie Vincent en su dúo con élla, tan emotivo en la dura escena de los dos sacrificios.
Destacar también la sencillez y efectividad de la iluminación, en particular la individual de cada cantor, que sugiere por igual los lirios de la primera mansión que el laurel herido de la cuarta; y la eclosión final de la llegada al Paraíso con su alabanza y ¡aleluya! final. Función por tanto muy bien maridada y aplaudida por la Sala llena en las tres sesiones.
José Mª Morate Moyano
El martirio de San Sebastián. D’Annunzio-Debussy.
La Fura dels Baus, adaptación y escena, À. Oller-C. Padrissa. I. Mula, V. Kamenica, A-S. Vincent,
Coro Calderón Lírico, Sinfónica de Castilla y León / A. Salado.
Teatro Calderón de Valladolid.