La “locura” por Corelli se había desatado en Londres a partir de sus famosos 12 conciertos op. 6, en donde se fijaba la forma del concierto barroco en una de sus formas más representativas. Lo hacía a partir de la trio sonata, una forma camerística que luego un gran seguidor suyo, Francesco Geminiani, consagraría también en Londres como concerto grosso, es decir, con una concepción más orquestal. Haendel había bebido de las fuentes italianas y conocía tanto la estructura corelliana como la vivaldiana, en tres movimientos. Si a ello sumamos su conocimiento de distintas danzas, de la fuga, la obertura francesa, el concierto solista, el aria de ópera, etc., tendremos esa sublimación de la amalgama a la que daría vida propia, a lo Haendel, y que encumbraría desde sus homónimos 12 conciertos op. 6, que sin empacho alguno buscaban (superar) el éxito de los de Corelli.
Sin duda, su belleza es tan grande como su variedad y seleccionar cinco no ha debido ser tarea fácil, si bien la constitución de la OBS en esta ocasión -casi la misma que para Agrippina (sin trompetas ni timbal)- hacía pensar en aquellos conciertos (de los 12) que contasen con oboes, a los que se podía añadir un fagot como bajo continuo. Ahora bien, si para el Maestranza -desde el mencionado foso elevado- la acústica de la OBS nos pareció perfecta, en la pequeña sala del Turina, sin respiraderos, resultaba algo encajonada (en realidad, en cuanto que se pasa de 6 ó 7 instrumentistas su sonido parece “comprimirse”). Aún así, con Onofri oficiando no sólo como director sino como primer violín, por un lado, y la disposición de los conciertos “enfrentados” entre los violines solistas, además de la variedad referida de las formas, el espectáculo fue verdaderamente insuperable.
Acaso el que más efectos sorpresivos contuviera fuese el nº 11, además de brillante desde el punto de vista melódico. Pero el 12 nos brindó el protagonismo de Onofri, la oposición hilvanada con los segundos violines o el virtuosismo del violonchelo de Mercedes Ruiz. También la limpieza e intensidad del conjunto en la gran fuga del concierto nº 7 que cerraba el programa.
Aún Ventura Rico, coordinador y cofundador de la orquesta, nos hacía ver que la OBS había ofrecido siete conciertos este mes con cuatro programas diferentes, entre los que contamos las casi cinco horas de la ópera Agrippina, aunque señalaba que es algo común en muchos grupos, si bien lo que quería señalar con la estadística era la fidelidad del público a cada uno de esos conciertos, como certifica que la Asociación de Amigos de la OBS alcance ya los 1.200 socios, algo impensable en cualquier otra corporación de este tipo en nuestra ciudad. Una locura, vamos.
Carlos Tarín
Orquesta Barroca de Sevilla / Enrico Onofri, violín y director.
Obras de Haendel.
Teatro Turina, Sevilla.
Foto © Luis Ollero