A menos de un mes de concluidos sus tres meses en el Festival de Glyndebourne, la Filarmónica de Londres, la orquesta fundada por Thomas Beecham en 1932 volvió a su residencia londinense en el Royal Festival Hall para sus conciertos inaugurales de la temporada 2024-25 bajo la dirección de su titular artístico Edward Gardner. RITMO estuvo en una velada dedicada a Rachmaninov que comenzó con el concierto número 3, opus 30 con Leif Ove Andsnes como solista.
A diferencia de algunos rutilantes y superficiales colegas que buscan impresionar al público como lo hacía Liberace, la actitud de Andsnes es similar a la de pianistas como Pollini o Argerich. Su estilo rechaza cualquier amaneramiento melodramático ya desde el momento en que, enseguida de sentarse en su taburete desarrolla su trabajo como si estuviera solo con su instrumento. Pero, a diferencia de Argerich, pareciera como si sus manos actuaran separadamente de un cuerpo erguido y totalmente relajado, al comienzo bien afín con ese engañoso comentario del compositor que el famoso Allegro inicial “se compuso por si sólo.” Se trata de un Allegro que adjunta la indicación de de “ma non tanto”, y de esta sobria Advertencia se hizo cargo Andsnes con una interpretación sensible y espontánea en su virtuosismo. En el Intermezzo, Gardner aseguró la poesía pianística de Andsnes con un balanceado comentario de vientos para culminar el retorno al tema final con un fugaz apasionamiento seguramente concatenado con el Finale. Alla breve. Este fue enérgico y, sí, apasionado, pero sin sobre-énfasis. Solistas y orquesta progresaron finalmente a una gloriosa recapitulación final que catapultó al público a ponerse de pie como si hubiera sido invitado a hacerlo por el descenso final de la batuta del director.
En la segunda parte, la orquesta junto a su modélico “coro filarmónico” abrió la Sinfonía Coral Las campanas (op.35) con formidable sincronización. La luminosa introducción de piccolo, flauta, arpa, celesta, cuerdas, verdaderamente sonó como las campanillas de un trineo, en contraste con un fortísimo coral de formidable proyección. A este éxtasis de control y vertiginosidad se agregó tenor Dmytro Popov se incorporó con voz brillante y un fraseo fresco y entusiasta. Las nupciales “campanas de oro” del segundo movimiento fueron aludias por la radiante y segura voz lírica de Kristina Mkhitaryan, una nueva voz para agregar a la pléyade de grandes jóvenes cantantes del conservatorio de Moscú.
En este caso la orquesta contrastó con algunos inquietantes y sugestivos sforzando y un cierto oscurecimiento crómatico ya anticipatorio de las “campanas de alarma” del tercer movimiento. Aquí el coro la orquesta se entregaron a una especie Dies Irae de apoteótica expresividad de pánico y desesperación. Y en el movimiento final, las campanas doblaron en respuesta a la lúgubre meditación del bajo-barítono (un palpitantemente expresivo Kostas Smoriginas), con un tañido sombrío e implacable, mientras la orquesta se entregaba, tranquila e inexorable, a la conmovedora melodía final. Edward Gardner comparte la dirección de esta gran orquesta con Karina Canellakis (principal directora invitada) y el director emérito Vladimir Jurowski que precedió a Gardner antes de irse a la Ópera de Baviera.
Agustín Blanco Bazán
Londres, Royal Festival Hall (RFH), sábado 28 de septiembre de 2024.
Orquesta Filarmónica de Londres y coro Filarmónico de Londres
Dirección: Edward Gardner.
Rachmaninov: Concierto para piano número 3 (solista: Leif Ove Andsnes). Las campanas, sinfonía coral (solistas: Kristina Mkhitaryan, Dmytro Popov, Kostas Smoriginas).
Foto © Mark Allan