Como viene siendo habitual en los últimos años, el concierto que cierra la temporada de abono de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria en su sede habitual del Auditorio Alfredo Kraus se repite al día siguiente al aire libre en el recinto del puerto de Las Palmas dentro del Temudas Fest que organiza el Ayuntamiento de Las Palmas. Esta circunstancia hace que, con buen criterio, se opte por un programa de corte popular, compuesto por piezas cortas, muchas de ellas conocidas por el gran público no adicto a los conciertos sinfónicos al haber entrado por méritos propios dentro de la memoria musical colectiva.
En esta ocasión bajo el título de Invitación a la danza se seleccionaron obras de origen danzístico que contaron con la novedad y el aliciente de la presencia de dos solistas del prestigioso Royal Ballet de Londres: Sae Maeda y Harris Bell que ofrecieron sendos pasos a dos del Lago de los cisnes y La Bella durmiente de Chaikovski.
El principal peligro de este tipo de programas, situado al final de una extensa y compleja temporada, reside en que músicos y director se relajen y ofrezcan interpretaciones enfocadas a la galería, aparatosas, obviando cualquier tipo de matiz o claroscuro, existente incluso dentro del repertorio más ligero. Por suerte el director musical de la agrupación, Karel Mark Chichon, afrontó su comparecencia con el rigor y preparación con que afronta todos sus programas.
Las tres primeas piezas fueron de Johann Strauss II: Obertura de El Barón Gitano, Csárdas de El Murciélago y el vals Voces de Primavera, expuestas con la buena mano ya demostrada por Chichon en este repertorio vienés, rubato flexible y certeros ritardandi, cantando ampliamente los hermosos temas, en muchos casos de origen vocal, el original de las Czardas es cantado y el vals tiene una versión cantada para soprano ligera, logrando un admirable equilibrio de planos con metales y percusión en su punto justo, maderas muy atinadas y cuerda empastada y con cuerpo.
Los chaikovskianos pasos a dos de La bella durmiente y El lago de los cisnes fueron llevados a tempi moderados para permitir el cómodo desenvolvimiento de los bailarines, que hicieron gala de la elegancia y rigor de la mejor escuela británica, aunque se los notó más cómodos en El lago, cuya coreografía es más estática que en La bella durmiente, que exige mayores desplazamientos, amplios saltos y piruetas, donde las limitadas dimensiones del escenario, situado en la zona del fondo reserva al coro, en esta ocasión ampliada hacia el proscenio, les restó comodidad de movimientos. Musicalmente Chaikovski no tiene secretos para Chichon que nos dejó lecturas certeramente fraseadas, de pulso dancístico, y admirable colorido tímbrico, con los únicos lastres de un timbal algo excedido que emborronó algún clímax y un anecdótico despiste del concertino en su solo del lago.
La polka de La novia vendida de Smetana, expuesta con energía, desembocó en tres números del Romeo y Julieta de Prokofiev: Montescos y Capuletos, vigoroso y oscuro con una ominosa percusión muy remarcada, Máscaras, que puso el acertado contrapunto con su carácter delicado y desenfadado, propiciando nuevamente el lucimiento de las maderas, para concluir con La muerte de Tebaldo, trágica y angulosa, con un final espeluznante, que habría resultado aún más sobrecogedor con una gradación de intensidades mejor calibrada. En suma un excelente final de la temporada que nos hace esperar con los mejores augurios la próxima temporada 2024-2025.
Juan Francisco Román Rodríguez
Sae Maeda y Harris Bell, solistas del Royal Ballet de Londres.
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria/Karel Mark Chichon.
Obras de J. Strauss II, Chaikovski, Smetana y Prokofiev.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.