La temporada de conciertos 2024/2025 del ciclo ‘Universo Barroco’ del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), quizás el ciclo más querido por los aficionados de la capital de España de los muchos que felizmente atesora el CNDM, tanto por lo agradables que son sus veladas, como por el casi siempre interesante descubrimiento de nuevos repertorios para el disfrute del gran público, ofreció en la primera de sus citas de la Sala de Cámara del Auditorio Nacional un concierto que podría definirse como el perfecto resumen de su esencia, puesto que asistimos a un formidable derroche de colores musicales auspiciados por la gran cantidad y variedad de las familias instrumentales que sonaban a comienzos del siglo XVII, con la interpretación de unas interesantes y agradables músicas, casi todas muy desconocidas que incluyeron el estreno en tiempos modernos de 7 de sus piezas, de compositores como Giovanni Maria Trabaci o Francesco Lambardi, entre otros.
La fiesta sonora que compiló para la ocasión Albert Recasens, incansable estudioso de la formidable música que atesora nuestro patrimonio musical, reconstruyó en un solo concierto de 75 minutos de duración las jornadas festivas de música para honrar en Nápoles el restablecimiento de la buena salud del rey de España Felipe III, hecho promovido por la figura de Pedro Téllez Girón (1574- 1624), III Duque de Osuna, figura de importancia simpar en la historia de España. Noble, militar y es decir diplomático, llegó a convertirse en ser virrey de Sicilia y más tarde de Nápoles. Con estos cargos legitimó la autoridad del monarca español en los reinos del sur de Italia, tan profusos y activos musicalmente.
Los festejos incluyeron festividades realmente pletóricas de toda índole, en donde la música era protagonista. Los organizadores se las ingeniaron para llenar el escenario (representativo del entorno arcádico de Posilipo, en las afueras de Nápoles) con diversas ninfas, pastores, sátiros, cisnes, monos, figuras alegóricas, deidades menores y similares. Varios compositores contribuyeron a esta celebración y todos los números vocales han sobrevivido junto con algunas danzas.
El concierto resumió muy bien estos ámbitos diversos, estableciendo tres bloques diferenciados en el programa: un primer grupo de obras sacras, bajo el título de Nella cappella reale, el titulado Dopo il banchetto, con músicas más complejas y reflexivas, para concluir con la celebración en sí, bajo el título de Festa a ballo in palazzo, que incluyó las composiciones festivas específicas de la celebración.
El escenario de la Sala de Cámara del Auditorio Nacional apareció abarrotado de un sinfín de instrumentistas y cantantes de toda índole que dieron buena cuenta de la exuberancia con que fue celebrada la ocasión. La Grande Chapelle estuvo conformada nada más y nada menos que por 10 cantantes que actuaron bien como solistas vocales o miembros de los diversos ensambles de conjunto y por 21 instrumentistas que tañeron toda suerte de instrumentos presentes en el seicento italiano. Así, y como si de una riquísima demostración pedagógica de la organología musical se tratase, presenciamos bien a solo, o en diversos conjuntos, flautas de pico, chirimías, bajoncillos, bajones, bombardas, una corneta, sacabuches, vihuelas de arco, violas da braccio, un violón, guitarra, tiorba, arpa de dos órdenes, clave, órgano y las distintas coloristas percusiones, que incluyeron el triángulo, las castañuelas, la pandereta, el pandero y el tambor. Todos ellos estuvieron comandados bajo la activa y entusiasta dirección de Albert Recasens.
La primera parte del programa, Nella capella reale -En la capilla real-, estuvo íntegramente dedicada a la figura del compositor Giovanni Maria Trabaci, reputado autor y maestro de capilla de la Capella Reale de Nápoles. Su invitatorio policoral a ocho voces Venite exultemus Domino sirvió de masiva y rica exhibición sonora de su elegante homofonía, en donde las distintas partes fueron dobladas por todos los conjuntos instrumentales. Junto a las otras otras dos piezas fueron una justa, correcta y solemne puesta en situación de la importancia que tuvo la música en estos actos.
El bloque central, Dopo il banchetto –Después del banquete-, estuvo conformado por la música más compleja y elaborada del concierto. Integrada en su esencia por madrigales de autores como Agostino Agresta o Scipione Lacorcia, que dejaron claro que Carlo Gesualdo no fue en absoluto la única genialidad musical en emplear esos recursos musicales tan fascinantes que nunca dejarán de asombrarnos, como los atrevidos cromatismos armónicos y melódicos, junto a las siempre sorpresivas e ingeniosas invenciones de tratar a los poéticos textos. Aquí los diez cantantes provenientes de toda Europa tuvieron que ejercer el difícil reto de conformar un íntimo, conjuntado, expresivo y refinado grupo de cámara en sus intervenciones, algo que no pudimos observar, dada su dispar procedencia y en donde se echó en falta un mayor número de ensayos que permitiera crear la magia necesaria. No obstante, observamos que se cuidaron recursos madrigalísticos muy reconfortantes, como las suspiratio de versos lamentadores, o los certeros y arriesgados tempi a modo de expresión textual.
Donde se creó el verdadero ambiente festivo fue en el tercer bloque, Festa a ballo in palazzo, repleto de danzas y canzonette, e incluso una festiva composición en español, Lenguas son de este monte, de Francesco Lambardi, que corroboraba el carácter ibérico del evento original y la importancia y hermandad que tanto tiempo mantuvimos con Italia.
Aquí la fastuosa colección instrumental se reivindicó y asistimos a todo un duelo musical de familias instrumentales, conformadas por nada más y nada menos que por cinco agrupaciones, el que podemos denominar como consort de violas da braccio (violines, viola y violonchelo) el consort de violas da gamba, la familia de viento metal (corneta y sacabuches), y los ensambles de viento de lengüeta (chirimía, bombarda, bajoncillos y bajones) y de viento sin lengüeta, es decir el conformado por la familia de las flautas de pico. A todos ellos debemos añadir la excelente labor realizada por los instrumentistas que conformaron el bajo continuo, el arpa de dos órdenes, la tiorba, la guitarra, el clave, el órgano, una viola da gamba y el violone. Además, la colorista percusión tañida por Pere Olivé fue decisiva para enfocar el correcto carácter de cada danza.
La música contenida en este tercer fragmento del concierto fue de una complejidad mucho menor que la del anterior, pero su riqueza sonora y tímbrica es difícil de escuchar con tanto mimo y abundancia.
Albert Recasens se mostró en todo momento atento, comprometido, activo e inspirador de esta auténtica orquesta y grupo vocal tardorrenacentista. Debemos agradecer su labor de rescate de nuestro patrimonio musical que siempre mantiene un arduo, constante y verdaderamente laborioso trabajo que nadie ve públicamente, y que es el auténtico motor que permite sacar a la luz proyectos como este. Tengo entendido que ahora estos músicos realizarán una grabación de esta música tan alegre, y que nos pertenece. Es algo que también debe ser reconocido como es debido, puesto que tal despliegue de efectivos instrumentales serán difíciles de ver en próximas citas concertísticas.
El público que atiborraba la sala de cámara mostró su entusiasmo al finalizar el concierto con una cálida y merecida ovación a estos músicos y a esta música, quienes correspondieron ofreciendo una propina realmente bella del maestro de capilla napolitano del momento, Giovanni Maria Trabaci, Ave Regina Caelorum.
Simón Andueza
En conmemoración del IV centenario de Pedro Téllez-Girón, III Duque de Osuna.
Obras de Giovanni Maria Trabaci, Agostino Agresta, Scipione Lacorcia, Ettore de la Marra, Giuseppe Palazzotto e Tagliavia, Pietro Antonio Giramo, Francesco Lambardi, Andrea Ansalone y Giacomo Spiardo.
Irene Mas Salom y Raquel Mendes, sopranos, Maria Chiara Gallo y Axelle Bernage, mezzosopranos, David Feldman y Andrea Gavagnin, contratenores, Nicholas Scott y Ferran Mitjans Campmany, tenores, Marco Saccardin y Hugo Oliveira, barítonos. La Grande Chapelle, Albert Recasens, director.
Ciclo ‘Universo Barroco’ del CNDM. Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música, Madrid. 7 de noviembre de 2024, 19:30 h.
Foto © Elvira Megías