Poco a poco vamos escuchando en la Euskadiko Orkestra y bajo la dirección artística de Robert Treviño la integral de los dos sinfonistas más importantes del pasado siglo, Gustav Mahler y Dimitri Shostakovich y en este caso, en el segundo concierto de abono, ha correspondido el turno a la Sinfonía nº 6 en si menor, op. 54 del soviético, menos habitual que otras de sus hermanas en los atriles de nuestras orquestas. Me consta que hay un sector del público algo hastiado con esta propuesta mientras otros aprovechamos la coyuntura para agradecer la iniciativa y disfrutar de la obra sinfónica del genio soviético.
En esta caso se daba la coincidencia de que un maestro ruso, Stanislav Kochanovsky, asumía la dirección y su batuta estuvo certera y solo cabe aplaudir ante su labor de coordinación entre todos los maestros en el primer movimiento, un Largo que es la apología pura de la intimidad, del sosiego y la reflexión y en donde los múltiples solistas requeridos estuvieron a gran nivel. En mi modesta opinión, una lectura certera, vibrante y emotiva. En los dos siguientes movimientos encontramos el Shostakovich rítmico y sonoro más habitual aunque quizás lo mejor estuvo en ese acto de recogimiento ya apuntado. Es precisamente este aparente desequilibrio existente entre el primer movimiento y los dos restantes lo que hace de esta obra infrecuente y desconcertante
Toda la primera parte del concierto estuvo dedicada al complejo Concierto para violín en Re Mayor, op. 77, de Johannes Brahms, una obra que bebiendo de la tradición más clásica abre, al mismo tiempo, las ventanas a lo que será cronológicamente la inmediata modernidad. En este sentido, y a riesgo de ser calificado de hereje, me quedó una sensación de fría perfección por la interpretación del joven armenio Sergei Khachatryan. No hay carencia técnica que se le pueda reprochar, hubo sonidos de una transparencia excelsa y, sin embargo, no fui capaz de engancharme emocionalmente a una interpretación algo distante. Mucha más emoción se vivió en el bis, una pequeña canción armenia que el solista interpretó acongojado y en un clima de emoción palpable hasta que un oyente, por desgracia, decidió bravear cortando todo el clímax surgido. No aprendemos.
En definitiva, un buen concierto al que poco le faltó para conseguir la excelencia. La temporada no acaba más que empezar y quizás los espectadores de este conjunto estemos mal acostumbrados.
Enrique Bert
Teatro Principal, de Vitoria-Gasteiz
Sergei Khachatryan (violín)
Euskadiko Orkestra.
Obras de J. Brahms y D. Shostakovich.
Dirección musical: Stanislav Kochanovsky