Pendiente de la definitiva reforma, con la desaparición del órgano, la escena de la Fundación Juan March de Madrid ha ganado fondo, lo que redundará a favor de los espectáculos líricos, como las producciones compartidas con el Teatro de la Zarzuela. Y, claro está, en las propuestas centradas en la danza. Como los cuatro programas que a lo largo de otros tantos sábados y bajo el epígrafe general Coreografías Musicales, arrancaba el pasado día 9 con una oferta centrada en la Danza Española, a cargo de un grupo de solistas del Ballet Nacional de España, que desde 2011 capitanea Antonio Najarro, a punto de pasar el testigo a su sucesor, una vez transcurridos los ocho años marcados por el INAEM para los responsables de sus Unidades de Producción, en cumplimiento del Código de Buenas Prácticas.
Un programa estructurado en dos mitades claramente diferenciadas. La primera, recuperando sendos trabajos de dos de los directores de la Compañía que precedieron a Najarro. En primer lugar, la Danza IX de Granados, coreografiada por Victoria Eugenia, Betty, en la que Aloña Alonso derrochó sensibilidad. Tras ella, un homenaje de Antonio Ruiz Soler, el gran Antonio, a la escuela bolera, recreando con figuras y saltos, las formas clásicas de uno de los momentos más reconocibles y personales de la danza española del siglo XIX. De materializar la propuesta, estructurada sobre Puerta de Tierra, de Albéniz, se encargaron con sobrada elegancia Débora y Eduardo Martínez, adornando su baile -como anteriormente Aloña Alonso- con el magisterio de las castañuelas, en el que incide con tanto empeño Najarro. Destacar las brillantes intervenciones al piano de Juan Antonio Mata, prologando cada uno de los bailes: el de Granados, con la Danza II, Oriental, del compositor de Lérida y el de Albéniz con los Rumores de la Caleta, del músico de Camprodón.
Para el segundo bloque, Najarro ha optado por dos coreografías propias sobre música del bonaerense Fernando Egozcue, a cargo del trío que lleva el nombre del compositor, con él a la guitarra, Laura Pedreira, piano y Virginia González, violín. Tras una introducción musical con Situaciones, rezumando sabor al libertango de Piazzolla, Ser, y Luz, dos trabajos de refinada plástica. En el primero, Inmaculada Salomón rindiendo homenaje a la bata de cola, en el segundo, Miriam Mendoza fundiendo las esencias tradicionales con aportaciones contemporáneas junto a Sergio Bernal, encargado de cerrar el programa con Ícaro, sobre música de Dorantes, que permitió lucirse en todas sus facetas -clasico, español y contemporáneo-, a este bailarín, reconocido internacionalmente entre otros con el codiciado premio Positano-Leonide Massine.
Coreografías Musicales se completa en los sábados sucesivos con tres ofertas complementarias. Si el día 16, a cargo del Ballet Víctor Ullate, se centra en la danza contemporánea, en el del 23, el piano, bandoneón y guitarra se ponen al servicio del tango. Cierra el ciclo con el claqué y la influencia jazzista de Boogie Woogie Tap el 2 de marzo.
Juan Antonio Llorente
Fundación March.
Madrid. Sábado 9 de febrero.
Danza Española.
Solistas del Ballet Nacional.
Foto crédito: Dolores Iglesias/Fundación Juan March