El concierto de abono nº 12 de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria nos trajo el debut con el conjunto grancanario de dos insignes músicos con una amplia trayectoria internacional a sus espaldas: El violinista letón Gidon Kremer y el director estadounidense Leonard Slatkin.
El programa se inició con el celebérrimo Adagio de Samuel Barber, interpretado por Slatkin desde una óptica doliente y contemplativa, realizando con destreza los numerosos crescendos y diminuendos que vertebran sus frases y le dan una estructura en pequeños arcos que van aumentando progresivamente la tensión, aunque el gran climax no resultó todo lo revulsivo que se esperaba, debido a que Slatkin aceleró el tempo en el gran crescendo previo y las dinámicas estuvieron excesivamente contenidas en éste, aunque la coda subsiguiente mantuvo ejemplarmente la tensión del dilatado diminuendo progresivo que lleva a la extinción final.
Con el Concierto para violín de Weinberg, tuvimos la suerte de contar con el violinista que más y mejor lo ha interpretado en los últimos tiempos. Gidon Kremer conoce todos los recovecos de una pieza tan compleja como extensa, que exige resistencia y el máximo virtuosismo del solista, siempre desde una visión pesimista y oscura, ajena al exhibicionismo de otros grandes conciertos. Magistral en este sentido el adagio.
La labor de Slatkin fue de auténtico orfebre, permitiendo escuchar al solista con absoluta claridad en todo momento, como pocas veces es dado escuchar en una interpretación en vivo, y eso que Kremer no tiene un sonido especialmente grande ni carnoso, sin por ello dejar en un segundo plano la decisiva parte orquestal, pródiga en solos de la nutrida sección de maderas, que entablaban frecuentes diálogos con el violín solista.
La Sinfonía tuvo una lectura enérgica y apasionada, alejada de lo que se espera de un maduro director, Slatkin tiene 78 años, viva de tempi pero con el necesario sosiego en los pasajes contemplativos.
El director norteamericano, supo ocultar las debilidades de la Filarmónica de Gran Canaria, a la que hizo rendir al máximo de sus capacidades, hasta un nivel que probablemente no habíamos alcanzado en la presente temporada. Admirable el siempre complejo equilibrio interno dentro de cada sección y entre las diferentes secciones instrumentales, de forma que en los grandes tutti, los metales sonaron brillantes y empastados, pero sin estridencias ni descompensaciones, permitiendo escuchar el contracanto de las cuerdas y las partes de las maderas. Destacar la magnífica labor de los solistas de trompa y corno inglés, tan exigidos en esta sinfonía. Esperamos volver a escuchar a Slatkin con nuestra orquesta.
Juan Francisco Román Rodríguez
Gidon Kremer, violín.
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Leonard Slatkin.
Obras de Barber, M. Weinberg y Franck.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.