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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Kirill Gerstein, un pianista para el Tchaikovsky cosmopolita (Sinfónica de Galicia)

A Coruña - 28/01/2019

La rapsodia para orquesta de Chabrier, España, especie de autocomplacencia en los exotismos ibéricos, vistosa como aire de marcha y con su preclaro Allegro con fuoco para el ejercicio sobre dos temas de danza, basculando desde la jota aragonesa a la malagueña, breve pero de inmediato magnetismo, se recibía como una aceptable entrada en materia, en especial para el director, Giancarlo Guerrero, de la escuela de Abreu, y que haría también de Piazzolla su muy personal acento.  Tchaikovski en el Concierto para piano nº 2, en Sol M. Op.44, obra que ha suscitado el interés de maestros como Shura Cherkaski o Emil Gilels, y sobre el que Siloti  también forjador de escuela y buen colega suyo, se permitió licencias que, a la postre, no serían muy afortunadas.

Gerstein, familiarizado con el Concierto en Si b m. P. 23, mantuvo a la orquesta a su servicio primando con distancia estudiada en La gran cadenza que condensará en el poderío de pulso en el Allegro con fuoco. Fieles a los dictados, un sobresaliente Andante non troppo, perfectamente tramado entre el pianista y las partes de violín y chelo. El movimiento de mayor atractivo por el reparto de responsabilidades que el solista consuma en perfecta y resuelta comprensión de estilo.

El Berlioz que perdura en otra página de sonado éxito, el Carnaval romano Op. 9, a modo de obertura para la ópera Benvenuto Cellini,  la forma es más o menos la misma que hallamos en la verdadera obertura de  ópera: una explosión de música rápida; un pasaje lento y después el Allegro  principal de brillante energía. Se usan dos escenas de la ópera, el coro del Carnaval del Acto I Escena 2 y el dúo de amor entre Cellini y Teresa, en la primera escena del Acto I. Obra dentro de los requisitos exigidos para un aficionado muy predispuesto. Lo mismo por el  Astor Piazzolla con la Sinfonía Buenos Aires Op. 15, situándonos a la altura de 1951.

Una vez asimiladas las enriquecedoras influencias de Alberto Ginastera, el maestro y renovador del bandoneón, tenía prisa por renovar sus planteamientos estilísticos y la obra en concreto es reflejo de una etapa apurada de urgencias. Atrás quedaban los años con Anibal Troilo y la dirección en la orquestal tradicional del cantante Francisco Fiorentino, así que lo que vendrá, resultará una evidencia, consumada en la etapa parisina con la maestra Nadia Boulanger. Cada obra, dentro de un tratamiento que ayudaba a confiar en la fiabilidad de los necesarios modismos.      

Ramón García Balado

Kirill Gerstein. Orquesta Sinfónica de Galicia/Giancarlo Guerrero.
Obras de E. Chabrier, P.I.Tchaikovsky, H. Berlioz y A. Piazzolla.
Palacio de la Ópera, A Coruña.

Foto: Kirill Gerstein (Foto de Marco Borggreve).

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