El internacionalmente aclamado dúo de piano a cuatro manos que forman las hermanas francesas Katia y Marielle Labèque ha visitado el ciclo de Ibermúsica para ofrecer un caleidoscopio de estilos musicales, todo un crescendo de variadas intensidades emocionales convocado por el impresionismo de Maurice Ravel, el pleno Romanticismo de Franz Schubert y los sones de musical americano de Leonard Bernstein. Una actuación marcada por la total compenetración y entendimiento entre dos artistas que llevan casi toda su vida tocando juntas y que constituyen un engranaje tan perfecto como el de un reloj suizo.
Ravel y el universo feérico de Ma Mère l’Oye inició el recital de las pianistas nacidas en Bayona, -como el de Colliure, mitad francesas, mitad vascas-, que revivieron de manera deliciosa las sonoridades cristalinas que atraviesan la suite de cinco números originalmente escrita para cuatro manos, y donde las Labèque nos adentraron, gracias a la pulsación diáfana y el toque delicado de ambas, dominando por entero los registros y resortes del instrumento a ambos lados del teclado, en toda la fantasmagoría que encierra esta pieza de inspiración infantil pero hecha para oídos adultos: las misteriosas armonías iniciales de la Pavana de la bella durmiente del bosque, las timbradísimas cascadas de color oriental de Laideronette, emperatriz de las pagodas o las sutilezas del ritmo valseado de La bella y la bestia. Pinceladas de radiante colorido en atención al más pequeño matiz tímbrico que desembocaron en un Jardín encantado cuyo majestuoso clímax fue llevado a un espectacular crescendo con la nota final sostenida por el pedal hasta hacer contener la respiración.
Tras el juego infantil de un adulto niño como Ravel llegó el cenit de la madurez romántica de Franz Schubert con su prodigiosa Fantasía para piano a cuatro manos en Fa menor D. 940, obra de compleja factura en el plano formal, pero que obtuvo una modélica planificación en las manos de Katia y Marielle Labèque. En honor a su título, asistimos aquí a pura fantasía improvisatoria, a un Schubert de ánimo contrastado entre sus diversas secciones dentro de una cuidadísima construcción del edificio pianístico. El gentil y a la vez melancólico tema que abre y cierra la composición fue delineado en toda su sencillez mozartiana, de nuevo con entera atención al aspecto tímbrico, manteniendo un ritmo reposado y sumamente equilibrado que no hacía presagiar las posteriores negruras, en las que se adentraron las hermanas con ánimo temperamental e impulsivo, episodio de impecable abordaje contrapuntístico, que ambas marcaron vivaz y saltarín y entre pasajes en staccato donde se aunaron la milimétrica bachiana y el ímpetu beethoveniano. Tras las caudalosas turbulencias, impactante llegó el rotundo silencio antes de retornar el apacible refrán de la Fantasía, que el compositor vienés reelabora en toda la parte final jugando con la tonalidad.
Pero las hermanas Labèque querían dejar la fiesta para el final, porque reservaban al auditorio otra suite, la del famoso musical West Side Story de Bernstein, esta vez en la versión para dos pianos debida a Irwin Kostal, autor de la orquestación original, un arreglo autorizado por el propio Lenny. Uno tiene en mente los celebérrimos hits como Maria, America, I feel pretty o Tonight en las versiones cantadas o en la orquestal incluida en las Danzas sinfónicas, pero las Labèque, frente a frente, exhibieron en ambos instrumentos toda la amalgama de timbres, colores y rítmicas de esta partitura magistral en un derroche de virtuosismo y musicalidad sin límites. Un deslumbrante despliegue el de ambas hermanas que como propinas regalaron al público Somewhere, otro tema del musical no incluido en la suite, así como un par de piezas de Philip Glass, el autor del último disco de ambas en Deutsche Grammophon, Les enfants terribles, un nuevo alarde de vigor rítmico entre ostinatos para cerrar una fabulosa velada de piano a dos bandas.
Germán García Tomás
Ibermúsica
Katia y Marielle Labèque, piano a cuatro manos
Obras de Ravel, Schubert y Bernstein
Martes, 18 de mayo de 2021
Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica
Foto © Rafa Martín