En marco natural incomparable el compositor y pianista madrileño Josué Bonnín de Góngora nos descubrió algunas de sus últimas creaciones pianísticas, unas de gran lirismo y otras plenas de potencia. Entre las primeras cabe mencionar las que el maestro denomina “Lejanías de Vélez”, interpretando cuatro de ellas y entre las segundas es de recordar la ejecución de la sonata nº 1 en do menor.
El programa, de difícil ejecución tanto en su vertiente técnica como lírica, fue ampliamente solventado con la fuerza expresiva a la que el maestro nos tiene acostumbrados. Empezó el recital con una de las obras de ese género propio del compositor, la poesía nº 9.
Obra delicada, en la que su autor mostró un sutil sentido de la articulación: fraseo preciso, ataque y sentido de la pulsación únicos. En la misma esfera expresiva fue ejecutada la ya clásica en su repertorio “evocación”, obra de corte romántica que requiere dominio absoluto del arpegiado de mano izquierda; éste es desenvuelto por una particularísima figuración rítmica muy propia del autor: lo que parecen ser ritardando o ad libitum es escritura pianística bien explícita, pues se dilata el arpegiado al aire de la melodía desnuda de la voz superior. Obra profundamente lírica y redonda en su construcción donde su autor pudo hacer alarde de una memorable interpretación.
Mas nos aguardaba el maestro con la interpretación de su sonata nº 1 para piano. Todo el lirismo quedó patente en el primer tiempo, donde volaban las notas a regiones recónditas del instrumento extendiendo su sonoridad –por movimiento contrario- tanto a las regiones sobreagudas como a las más profundas y cavernosas que unida a la soberbia interpretación por parte de su autor, parecía tejer un paisaje sonoro casi irreal. De corte “clásica” su escritura nos acercaba por momentos a lo que pueden ser regiones futuras de la música.
El perfil profundo de los movimientos lentos de las sonatas de Bonnín de Góngora auguraba emoción, como así fue. Desde el dominio absoluto de la pulsación dejó el Lento e con intimo sentimento “trasportados” según palabras del propio público.
El scherzo compuesto a la personalísima manera de su autor, constituyó una vez más, un despliegue formidable de energía casi viva compuesto por un tema de apenas tres notas. El rondó, ligero y brillantemente ejecutado sin aspavientos, ayudó a equilibrar la emoción del conjunto.
No obstante todo lo dicho, el autor nos dejó el estreno mundial de dos obras de profundísima expresión y casi inclasificable en su concepción musical: las “lejanías de Vélez”. De carácter intimista, de un andalucismo sutil, exigen de su autor un ataque casi plano del instrumento para llegar a su entraña melódica pues ésta parece “flotar” en la atmósfera. Extraordinaria división de planos sonoros en la ejecución de ambas, si bien en la segunda la escritura parecía ser más “tradicional” en la reexposición del tema principal.
Si la expresión de las “Lejanías” es del mismo ámbito expresivo –según su autor- que algunos de los movimientos de la poderosa “Suite Benalmádena”, la esperamos con impaciencia.
Concluyó el recital con el agradecimiento del público que indujo al compositor a brindar cinco bises.
Tubal-Caín
Josué Bonnín de Góngora, piano.
Concierto celebrado en Wakana Lake Reunion (19/5/2019).
Foto: El pianista y compositor Josué Bonnín de Góngora (foto de © Daniel Moscugat)