Abría el compositor y pianista Bonnín de Góngora el Festival de Música de Palencia con un concierto en la magnífica Iglesia del monasterio de San Zoilo en Carrión de los Condes. A éste le siguió otro concierto en el monasterio de santa Clara sito en el mismo Carrión y bajo el auspicio de la Fundación Lourdes Alonso. Pero vayamos por partes.
Ambos conciertos llevaban programas de obras propias del maestro.
La “Evocación”, obra ya clásica en el repertorio de Bonnín de Góngora fue el pórtico de los dos conciertos y en ambos estuvo ejecutada con sobriedad, gran emotividad, muy precisa en los matices y perfecta en la articulación; haciendo gala una vez más el maestro de un dominio absoluto de la pulsación como pocos. En ambos conciertos, a ésta le siguió la “Poesía nº 9”, obra que según palabras del compositor pertenece a una familia de cincuenta y dos de este género, propio de Bonnín de Góngora.
Obra de carácter profundamente emotivo, de gran lirismo y no exenta de fuerza en algún pasaje: ejecución redonda, precisa y dotada de extraordinaria sensibilidad acompañada muy estéticamente con la particularísima gestualidad de las manos del maestro tal y como pudo ver –en ambos conciertos- un público que abarrotaba las salas: tan sólo ver las manos en tan singular y personalísima actitud hizo las delicias de un público ya entregado a tan formidable emoción no sólo musical sino estética.
El cuento del Retiro nº 6 “El vagabundo y la vida”, obra volcánica, de dificilísima ejecución y transmisión, fue entregada al público con la solvencia a la que el maestro nos tiene acostumbrados: octavas a cuatro que recorren el teclado como una profunda sima que se despeñara en el mar ejecutadas con la gran fuerza que esta particularísima obra exige: una buena prueba de indiscutible virtuosismo.
No obstante, la ejecución en el segundo de los conciertos fue, sin lugar a dudas, mucho más emotiva a juzgar por la actitud del público: un sinfín de “bravos” acompañaron al apoteósico final de esta obra de altísimas miras. Hubo público que quiso saber de la inspiración de tal obra, a la que el maestro - una vez más hermético- contestó que “el piano habla”. Y así lo hizo.
Cabe destacar la intromisión en el segundo concierto de una serie de obras prácticamente “irreales” en su trascendencia sonora: las llamadas “Lejanías de Vélez”: obras de una expresividad inaudita donde se perciben claramente –como así lo manifestó el público- las más profundas esencias de Andalucía. Nadie sabe cómo sin ser obras puramente flamencas o inmersas en el cante jondo reflejan con tanta expresividad y lirismo los más profundos ecos andaluces: misterios de la mente del compositor. El público, debido a la brevedad de las mismas se quedó con ganas de más. La ejecución de las mismas fue tan extraña como sublime: apenas el maestro sí atacaba las notas. Inexplicable, pero de gran efectividad.
Para seguir con este pequeño tour por Andalucía en tierras norteñas, acabó de entregarse el público con el primer movimiento de la poderosa “Suite Benalmádena”: demostración de que toda la luz de un pueblo cabe dentro de un ojo, de una obra; ejecutada fuera de toda norma e incluso irreverente, en algunas ocasiones el maestro parecía llegar a un cierto paroxismo expresivo.
El fragmento solista del concierto para piano, coro y orquesta en do menor compuesta por el maestro casi llevando al límite la forma “concierto” para ser casi obra con pasaporte sinfónico, cerró ambos conciertos. Explosión de notas, virtuosismo al límite en pasajes que tejían armonías a lo largo y ancho del teclado que fueron ejecutados con aplastante seguridad como si no pudiera ser de otra manera y de forma absolutamente natural. El resultado, el esperado: cuatro bises en el primer concierto y seis en el segundo con el público roto en aplausos y en pie. Difícilmente olvidarán por esas tierras la presencia de tanto compositor.
Lejos de la industria, en una especie de autoaislamiento, el gran público debería acercarse a esta figura, como intentó hacerlo al final de ambos conciertos con un cercano hermetismo por respuesta.
No obstante, quien quiera conocer a Bonnín de Góngora, que le ponga delante de un piano.
Tubal-Caín
Josué Bonnín de Góngora, piano.
Conciertos celebrados en la Iglesia de San Zoilo y en el monasterio de santa Clara, Carrión de los Condes, los días 30/7/2019 y 1/8/2019.
Foto: El pianista y compositor Josué Bonnín de Góngora (foto de © Daniel Moscugat)