Cada visita de Josep Colom, al ciclo madrileños de Grandes Intérpretes (esta ha sido la sexta), supone un cierto proceso de aprendizaje para buena parte de los asistentes. Este año centró los extremos del programa en el mundo de los Estudios. Pensábamos que, por hacer valer su componente formativo, para un intérprete que ha dedicado buena parte de su trayectoria a la formación. Maestro de maestros. Pero, en las breves palabras que dedicó a introducir el programa, quedó claro que la elección del mismo era un pretexto para desarrollar en vivo su faceta de improvisador, rescatada de las tradiciones del primer piano romántico.
La compositora Héléne de Montgeroult (1764-1836) es, una vez más, un caso de mujer ignorada por la historia probablemente por serlo. Colom abrió el concierto con una selección de 12 Estudios, de los 114 que se incluyen en su Curso completo de fortepiano (1816), elaborado a petición del recién creado Conservatorio de París. Colom nos explicó que Montgeroult se anticipó al piano romántico posterior, hasta el punto de que probablemente esta obra inspiró en cierta medida algunos de los Estudios de Chopin.
El opus 12 de Chopin, que cerró el programa a modo de espejo, se compuso en fechas próximas a la muerte de Montgeroult. Pero la fama de nuestra compositora fue especialmente intensa en el mundo de la improvisación. Por ello, Colom optó por improvisar en las transiciones entre cada Estudio (en los de Montgeroult y en los de Chopin), retrotrayéndonos a las tradiciones interpretativas de los años en los que fueron compuestos. Costumbre y arte perdido, no sabemos muy bien porqué, en nuestros días. Los Estudios seleccionados de la compositora francesa fueron bellísimos. Y, las improvisaciones, especialmente escuetas y respetuosos, hasta el punto de que este crítico no pudo encontrar la frontera entre obra e improvisación en algún momento (nos falta práctica. Está claro…).
Lo que sí quedó claro es la necesidad urgente de una grabación de este corpus, sin duda atractivo, cuando en disco no hemos sido capaces de encontrar grabaciones de más de una veintena de ellos. Entre el mundo del Estudio y la improvisación, el pianista catalán nos regaló una versión especialmente calmada y emotiva del Preludio, Coral y Fuga de Franck. De una u otra manera, en Colom siempre está presente Bach (lo estuvo en las propinas y en el programa de pasados conciertos en el Ciclo). Y es, desde esa óptica, su entendimiento de este Franck, descarnadamente bachiano. Impecable.
La segunda parte la conformaron los 12 Estudios opus 25 de Chopin, junto a sus improvisaciones de tránsito. Respecto a las piezas originales, nada que decir. Ya conocemos el preciosismo del Chopin de Colom. Repleto de entendimiento y poesía. Bellísimo. En el caso de las improvisaciones, hubo de todo. Algunas sorprendentemente extensas e inspiradas. En todas, buscando cumplir, simplemente, el objetivo de transición e introducción de la siguiente pieza original. Sin la experiencia, que la falta de tradición nos obliga a los oyentes, sí que es cierto que percibimos menos ajustadas a aquellas que en su desarrollo acaban desembocando en la referencia a otras piezas de Chopin (obviamente en Montgeroult somos incapaces de ello. Por desgracia…). Pero, en su conjunto, la experiencia resultó especialmente interesante. Todo un logro por parte de nuestro pianista, que no podemos más que agradecer. Próxima parada del Ciclo, el pianista polaco Rafal Blechacz (más Franck y más Chopin).
Juan Berberana
Josep Colom, piano
Obras de Montgeroult, Franck y Chopin
Ciclo Grandes Intérpretes (Fundación Scherzo)
Auditorio Nacional, Madrid