El concierto de clausura del cada vez más consolidado Baezafest, joya de la corona cultura de la estación veraniega en la provincia de Jaén, fue ofrecido por la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE) en el cierre de su pequeña gira de cinco conciertos bajo la dirección del experto Pablo González. Con un patio de la Antigua Universidad lleno de público, justo al lado de la entrada al aula donde Antonio Machado impartió su docencia en su estancia baezana, con la asistencia de las principales autoridades autonómicas y provinciales que expresamente apoyan el festival, y con la fortuna de una ligera brisa que atemperaba la calima veraniega, la JONDE se enfrentó a un programa muy exigente que pondría en máxima concentración a la mayoría de las orquestas profesionales.
Comenzó con una muy buena versión de Las travesuras de Till Eulenspiegel, el pícaro alemán por antonomasia que se escapa hasta del patíbulo, donde ya se pudo comprobar el excelente estado de forma de esta nueva hornada de jóvenes talentos: belleza tímbrica de los solistas, precisión en la ejecución de los pasajes poblados de semicorcheas, atención a la batuta en los momentos críticos de los cambios de tiempo, y sobre todo, el sentido de dirección y fraseo otorgado a la obra por la experiencia y buen hacer de Pablo González.
El Concierto nº3 en Sim Op.61 de Saint-Saëns es una joya de la literatura violinística, aunque nadie se atrevería a colocarlo entre los cinco o diez más brillantes o conocidos conciertos para violín. Su factura melódica impecable, llena de motivos memorables, y su cuidada orquestación, proporcionan al solista todo lo necesario para lucirse no solo en su virtuosismo, sino también en su capacidad artística.
Francisco Fullana, al que por primera vez escuchamos en director, no es un músico que va a dar mucho que hablar, sino que ya está consolidado como un gran violinista. Su manera de enfrentarse a la obra, exaltando toda su belleza lírica siempre con un sonido inmaculado en su calidez y de afinación impecable, es de un verdadero artista; además, la complicidad con el director en sus miradas, y la puesta en escena, aspecto verdaderamente esencial para todo el que quiere permanecer en esas alturas, está muy cuidada, tanto en su vestimenta, como en la gestualidad, siempre pertinente al hecho musical. Si no conocen la obra, denle la oportunidad unas cuantas veces, y si tienen la posibilidad de escuchar en directo a Fullana, no la desaprovechen.
La segunda parte no fue menos exigente que la primera. A las orquestaciones de Arbós de tres de las piezas de la Iberia de Álbeniz, quizá la orquestación más consolidada de todas las propuestas, Evocación, El Albaicín y Triana, orquestación que precisa de un instrumental enorme incluyendo dos arpas, saxofón y siete percusionistas, siguió la Suite nº2 de Daphnis y Chloé de Ravel. Esa orquestaciones producen tal maremágnum sonoro, que es donde realmente se puede apreciar la calidad de un director; y aquí sonaron refinadas, destilando todas las irisaciones propias de una música con cierto color impresionista, aunque su origen fuera nacionalista. Además, se pudieron apreciar multitud de detalles tímbricos prueba de la buena labor realizada durante los ensayos.
La Suite nº2 de Dafnis y Cloe es una auténtica prueba de fuego para todas las secciones. En primer lugar, para el flauta solista, con uno de los solos más famosos para su instrumento y prueba obligatoria en cualquier audición para solista de orquesta - al igual que el solo de trompa de Till Eulenspiegel-, y este cumplió con solidez y brillantez, sino también para toda la sección de flautas en los pasajes rapidísimos donde caracolean flauta primera y segunda, y también flautín. A la progresión del amanecer inicial no se le puede poner reparo alguno, y el zorzico oculto con el que acaba la Suite -¡ah, esos antecedentes vascos de Ravel!- fue exultante sin sonar precipitado. El éxito fue tal, que nos ofrecieron tres propinas, la sexta de las Diez melodías vascas de Guridi, Amorosa, el famoso Intermedio de La Boda de Luis Alonso, y el pasodoble Amparito Roca, en el arreglo de Jaime Teixidor y que es un habitual de los conciertos de la JONDE. Ya se pueden imaginar la oleada de aplausos.
Y antes de acabar, permítanme una reflexión final. Ante el espíritu cainita al que somos propensos, y ante el acomplejamiento, aunque es cierto que cada vez menos, que padecemos frente a las potencias culturales europeas, hemos de tener claro que la JONDE es una orquesta de enorme calidad, que lleva décadas siendo portadora del entusiasmo musical de nuestro país, que sus jóvenes al acabar su prestación copan plazas por todas las orquestas europeas. Es más, la JONDE como modelo de convivencia musical: no se pueden imaginar los guiños cómplices entre compañeros de atril, las miradas aprobadoras del director a cada uno de los solistas, el júbilo de la orquesta a cada solista o sección al ser puestos en pie en los aplausos finales, el alboroto de besos, abrazos y lágrimas de despedida al acabar el concierto, el inmenso placer que transmiten de tener la posibilidad de hacer música juntos. Sólo pido a los dioses que cuando sean profesionales no se les olvide por qué empezaron a estudiar música y cómo tocaron el cielo cuando eran miembros de la JONDE.
Jerónimo Marín
Joven Orquesta Nacional de España (JONDE).
Francisco Fullana, violín.
Pablo González, director.
Las travesuras de Till Eulenspiegel Op.28 de Strauss, Concierto para violín º3 en Sim Op.61 de C. Saint-Saëns, Suite Iberia: Evocación, El Albaicín y Triana de I. Albéniz, y Daphnis et Chloé, Suite nº2 de M. Ravel.
Patio de la Antigua Universidad de Baeza (Jaén). Baezafest.
23-07-2024.