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Crítica / Johannes Moser y Detlev Glanert, desde las entrañas - por Ramón García Balado

A Coruña - 02/11/2024

Johannes Moser fue solista del Concierto para chelo de Detvel Glanert, con el que está profundamente implicado y bajo la  dirección de Anna Rakitina con la Orquesta Sinfónica de Galicia en un programa que también incluía la Sinfonía nº 5, en Mi m., Op. 64, de P.I. Tchaikovski. Anna Rakitina, la directora de ascendencia ucraniana se formó en el Conservatorio Tchaikovski (Moscú), con Stanislav Diachenko, para seguir estudios de dirección en Hamburgo, con Ulrich Windtuhr y en masterclasses en la Concertgebouworkest, con Fabio Luisi. Fue directora en el Festival Tanglewood, con la O.S. de Boston (2022/3), siendo asistente de Andris Nelson, también de la O. S. de la Radio Sueca, la O.S. de Chicago, la Orchestre Philharmonique de Radio France, la Casa da Música do Porto, la O.P. de Luxemburg, la New York P. O., tras recibir una beca concedida  por LA Phil Dudamel (2019/20), recibiendo galardones como el Primero del Concurso Malko (2018), el Deustchdirigent Preis, de un año antes y el TCO Int. Conducting Competition Taipei.

Johannes Moser (1979), chelista perteneciente al gremio del arte, es hijo de la soprano Edith Wien y hermano de Benjamin Moser- pianista-, en ese entorno familiar, con encontramos con la soprano Edda Moser. Siguió estudios con David Geringas, en la Hochschule für Musik Hans Eisler (Berlín), logrando un Prix Echo, mientras colabora especialmente en géneros camerísticos con músicos como Joshua Bell, Emanuel Ax, Leonidas Kavakos, Menahem Pressler, Midori o J. Ehnes, asistiendo con regularidad a citas como el Festival de Verbier, Gstaadt o Schleswig-Holstein. Dispone de un Andrea Guarnieri (1694) y de un instrumento moderno para distintos proyectos de la fima Ragner Hayn. Detlev Glanert, autor del Concierto para chelo que tuvimos, recibió un trato preferente por este chelista, que viene mostrando una apetencia por dar a conocer obras como el Concierto para chelo, de Bernd Richard Deutch, estrenado con la Frankfurt Sinfonieorchester, con Brad Lubman, en cuanto a esa obra reciente, Moser protagonizó su estreno con la O.S. de Toronto, con Osmo Vanska. Moser dejó noticia de sus recientes visitas a nuestro país, en un concierto con la O. S. de Bilbao-Concierto de Dutilleux- y el pianista Josu de Solaun, destacando la serie de registros realizados con obras de Dvorak, Lalo, Elgar, Lutoslawski, Tchaikovski, Thomas Olesen o Fabrice Bollon (electric cello), logrando galardones como el Preiss der Deutschen Schallplattenkritik y el Diapason D´Or.  Glanert, compositor que tuvo como maestros a Dieter de la Motte, Gonter Friedrich, Franck M. Beyer, seguirá los dictados preferentemente  de Hans Werner Henze, en Colonia, del que fue asistente y que le ayudó a orientar un futuro de planteamientos artísticos,  es autor de óperas como  Leyla und Medjun- compromiso para la Bienal de Munich- proyecto de H.Werner Henze, desde 1988-, Der Spiegel des grossen Kaisers, Oceane. Caligula- para la Ópera de Frankfurt, y dirección de Markus Stenz sobre el relato de A. Camus- , Solaris, a partir de Stanislav Lem- con sutiles tratamientos para el coro-, Die Judin von Toledo (La judía de Toledo), cuyo tratamiento orquestal participa de material sonoro cercano a las pinturas negras de Goya, basada en un libreto de Hans-Ullrich Treichel y que temáticamente remite al mundo de las tres culturas tan determinantes en nuestros ancestros en los Austrias de la leyenda negra, destinada a la Semper Oper, y en esta relación de obras, destaca una Cantata sobre la poética de Mörike, para tenor, coro mixto y orquesta, estrenada por Jonas Kaufmann o la ópera- ballet Nijinskys Tagebuch, en un estilo instrumental avanzado .

En el ámbito instrumental abarca desde los géneros sinfónicos, camerísticos y concertantes como el Scherzo Satire, ironie und tiefere Bedeutung, las obras vocales: Mörike, Orlando furioso, el Concierto sacro Argentum et Aurum- indagación sobre músicas antiguas a partir de Heinrich Isaac., o Vier Präludien und Ernste Gesänge, orquestación de las piezas de Brahms, modelo al que recurrirá con cierta frecuencia como en los Wunderhorn Lieder. En homenaje a su maestro Hans Werner Henze, compuso el cuarteto para piano Elysion.

Tres tiempos en una obra de complicidad generativa entre autor e intérprete, que para grata complacencia entre los asistentes, brindaría con la presencia del compositor en la sala, recibido con un entusiasmo desbordante, méritos consumadamente adquiridos. Obra convertida casi en estreno y que se había realizado en el Grand Auditorium de la Philharmonie de Luxemburgo a comienzos de este año.  Beneficiados salimos por la responsabilidad en la dirección de Anna Rakitina, para esta obra que nos dejó perplejos a lo largo de su agobiante evolución desde el Andante calmo al Presto, concluyendo con el Largo, profusión de riquezas tímbricas, y aspectos que conocedores de su legado, hallarán a través en sus posibles recursos a obras ya transitadas.

Tchaikovski- Sinfonía nº 5, en Mi m. Op 64-, obra que el autor corrigió mientras completaba la obertura-fantasía Hamlet, siempre con una prisa febril y apasionada como confesaba a su estimada protectora Mm von Meck, mientras realizaba una gira que le llevó a Colonia, Frankfurt y Dresde, y se decidía con incorporar esta sinfonía, en una confidencia destinada a su hermano Modest, un trabajo que le llevará a Hamburgo reconociendo el buen clima logrado entre los músicos que le acompañaban, con lo que ratificada una mayor seguridad con ella. Las buenas críticas recibidas no dejaron noticia en su país. Taneiev, con todo, reconoció en la obra su mejor trabajo, superando los encontronazos cotidianos con Petipa, el pope de los Ballets Rusos, en concreto por La belle au bois dormant, en una temporada de lo más agitada. Esta Quinta sinfonía, soportará el tan temido agobio del fatum- fantasma que sobrevuela en períodos agudos- y el Adagio-Allegro con anima, surgió desde el tema cíclico sombrío, con una instrumentación limitada: clarinetes, fagotes y cuerda, permitiendo la confirmación del Allegro con anima  y un tema de velada inquietud, con un desbordamiento de fanfarrias de metales. Suspiros imperceptibles, disimulan un tímido vals. Tras la contundencia de la obra de Detlev Glanert, esta sinfonía para Anna Rakitina, supuso un relajado remanso de paz.

El Andante cantábile con alcuna licenza, surgido en la cuerda grave, concedió a la trompa una extensa melodía casi de temple patético, a la que se añadíaba el oboe, con otro motivo en respuesta por las cuerdas y la orquesta en su conjunto, expresado en un pronunciado lirismo y un espacio central entre melancólico y gracioso que nos trasladaba a un fortissimo a cargo de las trompetas, en una apabullante resolución que recobra la calma.  El Allegro moderato (de nuevo en forma de vals), no disimuló una elegancia sin concesiones a ciertos topicismos, primando la serie de staccato, en manos de las cuerdas y maderas, recuperando moderadamente el tema cíclico.  El Andante maestoso-Allegro vivace, tiempo extenso remitió de nuevo al tema cíclico, dentro de su poderoso modo mayor, asumido en gran medida en el Allegro vivace, repartido por distintos aspectos  resueltos en la coda- de nuevo el tema del Primer movimiento-, en la que las distintas familias de los instrumentos de la orquesta, provocando casi una situación de excesos sonoros, aludiendo a un canto de victoria, elemento cargado de tintas, que podría parecer desproporcionado y solemne de más.

Ramón García Balado

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