Javier Perianes (Nerva, 1978), en doble condición de solista y Director, fue el invitado por la OSCyL para su 4º programa de Abono Primavera, 16º del General, escuchado en la 1ª de sus tres sesiones consecutivas, con el aforo y condiciones sanitarias de obligado y fiel cumplimiento..Y lo hizo con dos Conciertos para piano y orquesta, gemelos en la forma: nº 21, en Do M., K 467 (Viena, 1785) de W. A. Mozart y nº 1 en Do M., op. 15 (1796-97) de L. v. Beethoven, deudores del Clasicismo pero con claras señas de personalidad renovadora por parte del de Bonn.
Perianes no engañó a nadie; sabedor de que no es un Director al uso (ni probablemente quiera serlo), se limitó a marcar tempi iniciales, ataques, cierres y, sobre todo, carácter e intención que pretendía comunicar con la música, a su manera. Y a fe que lo consiguió, contando para ello con la colaboración absoluta de los orgánicos OSCyL establecidos (casi idénticos), la del concertino invitado atento siempre a cuantos ricos matices estableció el solista, que suponemos trabajados al detalle en los ensayos, y a las características que, como músico, demostró tener consolidadas este soberbio pianista: conocimiento íntegro de las partituras y qué hacer con éllas, gran sensibilidad y poder de comunicación con músicos (con éstos buenísima) y público.
En pie frente a su piano arrancó su Mozart, llevando tranquilo y tierno ese aire militar inicial, donde las 28 cuerdas, la flauta (buen papel, estando cómo y cuándo había que estar en ambos Conciertos), y a dos, oboes, fagotes y trompas, más el timbalero, ya exhibían concentración y cuidado para que la noche “clásica” fuese un disfrute; el arrebato a seguido preparó la entrada serena del piano y corta cadenza rematada en trinos, y vuelta de la orquesta al tema de inicio. Perianes obtuvo un sonido cristalino, inmaculado todo el movimiento, imitado por los vientos en añorante Sol M.; reexposición y tutti para la cadenza de Badura-Skoda elegida por el solista (las del autor se perdieron), tan bien construida como tocada, “a lo Mozart”, y rematar la orquesta recuperando algo modificado el tema principal.
El Andante en Fa M., que el cine hizo popular, fue modélico en el fraseo y en el matiz, maderas finas como las trompas, concertino pendiente de la agógica pedida y Perianes degustando la lánguida melodía nota a nota con brillo individual. El Rondó final fue presentado juguetón y efusivo por la orquesta y reelaborado por el piano en equilibrado diálogo, ornado con escalas y arpegios, para atacar la cadenza, esta vez de Dinu Lipatti en la misma línea de juego y abordar la salida con nota triunfal de cierre. Fue una versión hermosa acogida con ovaciones.
Beethoven vino con 5 cuerdas más, 2 clarinetes (qué adecuado el solista con su buen gusto) y 2 trompetas añadidos. Con brío la amplia exposición orquestal del audaz tema en Do M., pero ya un atrevido juego novedoso de tonalidades cambiantes, cadenzas del propio autor (ésta la más breve de las 2 de 1809), exhibición de gama dinámica, belleza en el momento trompas y pianista, fácil y musical. De nuevo exquisito fraseo en el Largo en Lab M., sin flauta, oboes y trompetas, y allegro scherzando ligero y caprichoso, hecho con ritmo y energía, sus dos breves cadenzas, gran contraste dinámico, piano amable que deja la severidad y asume juego jovial, cómo no, con un precioso sonido. Levísimas prisas o colas o imprecisiones, perdieron todo valor frente al torrente de música servido, premiado con calor e insistencia por un público entregado y feliz.
José M. Morate Moyano
Javier Perianes, pianista y Director.
Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL).
Obras: Mozart y Beethoven.
Sala sinfónica “Jesús López Cobos” del CCMD de Valladolid.