Seis años después de su exitoso recital en el Festival Internacional de Santander, Javier Camarena (1976) regresó a la capital cántabra para certificar un nuevo triunfo personal con un programa que combinaba la ópera francesa de la primera parte con la italiana de la segunda.
No es frecuente escuchar una voz de emisión tan canónica, tesitura tan extensa y expresión tan cordial como la suya y así lo anticipaba el abundante público que casi llenó la Sala Argenta y que poco a poco fue calentándose hasta ponerse en pie para brindar al cantante una ovación entusiasta tras cada una de las cinco propinas. Bien es cierto que antes de que estallase ese clamor, tuvimos que padecer el contrapunto de unas toses estratégicamente dosificadas que a punto estuvieron de arruinar una interpretación de Una furtiva lacrima que, por otra parte no fue lo más logrado de la noche.
Es evidente que, desde aquella presentación en la cita estival de 2019, la voz de lírico-ligero de Camarena ha adquirido un tinte oscuro del que carecía, aunque su registro agudo sigue resultando tan limpio y claro y su fraseo, tan cálido como entonces. Intactas se conservan, asimismo, la actitud desenfadada en escena y su inteligencia para seleccionar el repertorio más adecuado y administrar unos recursos vocales envidiables que se hicieron más evidentes a medida que avanzaba la noche y que quizá brillaron con mayor intensidad en la página de Caterina Cornaro con que concluía el programa.
Hasta ese momento, nos gustó especialmente la interpretación de Ange si pur, cantada en su versión en italiano (Spirto gentil) por voluntad popular y la pletórica La mia letizia infondere que le precedió. Después, llegó el delirio con esas propinas sin las que no se concibe un espectáculo típicamente tenoril: Mujer de los negros ojos (El Huésped del Sevillano), No puede ser (La Tabernera del Puerto), La malagueña, Ódiame y Júrame, todas ellas dichas con un arrebato y una insolencia vocal tan grande como la complicidad con su acompañante Ángel Rodríguez, que también pudo lucirse con sendos arreglos de Casta diva y la Habanera de Carmen de su autoría.
Noche, pues, de Indudable éxito personal para el cantante, pero también para Esteban Sanz, responsable de la brillante programación del Palacio de Festivales de esta temporada, a quien, ante la perplejidad del mundillo de la cultura de Cantabria, el mismo gobierno que le nombró no le ha renovado en su puesto.
Darío Fernández Ruiz
Javier Camarena, tenor & Ángel Rodríguez, piano
Obras de Tosti, Gounod, Lalo, Donizetti, Massenet y Verdi
Sala Argenta del Palacio de Festivales, Santander
Foto © Manuel Outomuro