Comienzo de la temporada de la OSG, con su titular Roberto González-Monjas en el Palacio de la Ópera de A Coruña en el que Jan Lisiecki fue solista del Concierto para piano, en Mi m. Op. 11, de F. Chopin, precedido con una pieza incidental de Sibelius Pan and Echo (Dance intermezzo nº 3, Op. 53a), y las Variaciones Enigma de Sir Edwar Elgar. Jan Lisiecki, ganó el Festival Chopin y su Europa de Varsovia (2000), con el Segundo concierto, en Fa M. Op. 21, del compositor, con la O. S. de Varsovia, dirigida por Howard Shelley. Es artista comprometido con el sello DG, con el que llevó a registro obras de Chopin. Fue Premio del Concurso Leonard Bernstein (2013), en Schleswig- Holstein y recibió un ECHO Klassics (2017). La carrera de ese joven talento, le llevaría a ser dirigido por maestros como Antonio Pappano, Y. Nézet-Seguin, Daniel Harding o Claudio Abbado.
Un breve anticipo de Sibelius con Pan and Echo, (Dance intermezzo nº 3 Op. 53 a), obra estrenada por el autor en Helsinki (1906), con la O.S. de Helsinki y que tuvo registro discográfico con Martti Simil, con la O. F. de Helsinki, antes de que Neeme Jarvi volviese a recuperarla con la O. S. de Gotemburgo (1986), Osmo Vanska, con la O. S. de Lahti (2009) o Pietari Inkien, con la O. S. de Nueva Zelanda (2007). Tras la escena musical El Festin de Balthasar, destinada a la obra escénica de Hjalmar Procopé, vendrán cuatro piezas que integrarán la Suite Op. 51, tomada de ese compromiso escénico, impregnadas de un posible sesgo orientalista. El influjo tradicional del Kalevala, como fuente de inspiración, dejará argumentos en otras obras de este período, como es el caso del poema sinfónico La hija de Pohjola Op. 49, una encarecida dedicatoria a Robert Kajanus. Una etapa fructífera en composiciones deudoras de influencias ancestrales que tendrán igualmente resultados en la lírica de los Seis Lieder Op. 50 y esta pieza que se pone en atriles como sencillo detalle de presentación, obra que tendría revisión en 1909. A las puertas se preparaba la Sinfonía tercera que dirigiría en Londres, género que le supondría más de un contratiempo.
Chopin- Concierto para piano nº 1, en Mi m. Op. 11-, el compositor en su reto parisino y ofuscado por las indeterminaciones nacionalistas polacas, enfrentadas a los conflictos de la Francia de 1830 sin que consten pruebas reales de compromisos con la realidad circundante. La influencia materna y la de Woyciechowski dejarán un poso en su personal actitud siempre tiznada de un posible exilio romántico. Tendería a no mezclarse con las convulsiones que contagiaban a los artistas de su entorno, a lo que se añadirá un posicionamiento de rechazo hacia Francia, por no haber acudido en defensa de Polonia. Esa Francia de Luis Felipe, a la que terminará acomodándose por la inercia siempre ventajosa en lo artístico. Este Concierto nº 1, en Mi m. Op. 11(KK164-177) de 1830, fue estrenado en el Teatro Narodowski- Teatro Nacional- (Varsovia) por el propio autor, con la orquesta del ente, dirigida por Carlos Soliva. Obra que dispondrá de un orgánico de dos flautas, dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes, cuatro trompas, dos trompetas y trombón, con timbales y cuerdas. Una obra con numeración equívoca ya que es posterior al Segundo, siendo ambos composiciones del mismo año. Claramente convencionales desde el punto de vista formal, sin renunciar a las influencias de maestros como J. Nepomuk Hummel, F. W. Kalkbrenner o Ignaz Moscheles, tema que el compositor pretenderá desmentir, en una misiva dirigida a Tytus Wojciechowski. Es verdad que el público parisino encontraría elementos en común con el Concierto en Do m. Op. 61, de Kalkbrenner, estrenado en 1824. El Allegro maestoso parte de una larga introducción vigorosa, anotada como Maestoso que revela las pretensiones del concierto, hasta una secuencia de rápidos acordes en semicorcheas que nos trasladan a un nuevo episodio tranquillo y climático, concluyendo en una coda con un pasaje de trinos sobre la mano izquierda. El Romance. Larghetto, para el autor, en acto confidencial, debía dejar la impresión de una romanza: No tiene que ser fuerte. Se trata de un romance tranquilo y melancólico que invita a pensar en un aire que evoca inabarcables recuerdos primaverales y efusivos. El Larghetto, elaborado sobre dos temas, es idóneo contrapunto por las evoluciones del teclado, con ornamentaciones estilizadas, facilitando una melodía arrebatada. El Rondo. Vivace, apunta a la Krakowiak, gran Rondó de concierto, en Fa M., para piano y orquesta Op. 14. Su pulso es similar, contando con los dos temas que se mueven bajo la indicación Vivace. La popular forma Krakowiak, aparece en virtuosísticas octavas sobre ritmos en forma de danza propuestos en toda su extensión por la orquesta como principal aliciente.
Sir Edwar Elgar- Variaciones Enigma- un juego dialéctico en sus contrastes para González-Monjas, desde una idea sobre una tema original, Op. 86, defensa a ultranza para su estreno de Hans Richter, en 1899, obra con una clave de sorpresa por dos enigmas, a partir de uno propio de seis compases en Sol m. (para cuerdas), acentuando los intervalos de tercera y séptima, para ampliar con cuatro compases en Sol M. El segundo enigma, quizás más eficiente a pesar de las sospechas provocadas, que afectarán a la serie de variaciones, resultando cada una, el pseudónimo de un compañero o dedicatario. La Primera variación (C.A.E.), es un retrato de Alice Elgar; la variación segunda (H.D. S.P.), está destinada a Hew David Stewart, pianista aficionado y tiene un aire de tocata. La tercera (R. B.T.), un talante de mazurka, en Re M., resulta un retrato de Richard Baxter Townshend. (W.H. B.), quedando en el recuerdo de William Heath Baker, manifiestada por una idea vehemente. (R.P. A.), Richard Arnold, también gran melómano, mostraba pinceladas humorísticas. Ysobel- sexta variación-, también dedicatoria a Isabel Fintton, intérprete de viola. Trote se destina a Arthur Troyte- Griffith, arquitecto y que musicalmente se realza por el juego de tres timbales. (W. N.), se inspira en una ancestral melodía del XVIII y por una idea de su amiga Winifred Norbury. (Nimrod), es un sencillo Adagio, homenaje a August Johannes Jeager. (Dorabella), nos acerca a Cossì fan tutte, mozartiano. (G. R. S.), un retrato de G.R. Sinclair, organista de la Catedral de Hereford. (B.G. N.), un detalle para Basil G. Nevinson, chelista aficionado. La variación (XXX), titulada Romanza, nuevo retrato de una dama, tras un viaje marítimo en una travesía, con un protagonismo del clarinete que evocaba Mar en calma y viaje feliz, de F. Mendelssohn, para completar con la cuadragésima variación (E.D.U.), preciso retrato del compositor, llamado Edoo, por su compañera. Un clima apoteósico, como no podrá ser menos, lleva las Variaciones Enigma al punto álgido.
Ramón García Balado
Jan Lisiecki
Orquesta Sinfónica de Galicia / Roberto González-Monjas
Obras de Chopin, Sibelius y Elgar
Palacio de Ópera, A Coruña